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La virtual candidata de Morena a la presidencia de México, Claudia Sheinbaum, tiene en su aventura electoral de 2024 una serie de retos internos y externos, en el camino para refrendar la Cuarta Transformación.
Por principio de cuentas, debe aprovechar el enorme capital político del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero al mismo tiempo pintar su raya y delinear un estilo propio y demostrar así que no es una simple extensión del todavía líder de la 4 T.
Porque, aunque haya recibido el bastón de mando del movimiento morenista, la sombra del primer mandatario seguirá pesando demasiado en los próximos meses de definiciones, por sus acciones de gobierno y su singular estilo de llevar la administración; pero también en la designación de candidaturas por compromisos del presidente y por la presión de personajes cercanos a López Obrador que consideran tener las cualidades y merecimientos para encabezar distintos proyectos.
En esta avalancha que se avecina en los siguientes días, quien fuera jefa de gobierno de la Ciudad de México, tendrá las primeras pruebas que deberá sortear desde el interior de su propio partido y de cara a los ciudadanos que acudirán a las urnas para elegir a la primera mujer que encabezará la presidencia de la república.
El reto de las nominaciones
Pese a que en el papel es la dirigencia de Morena y sus estructuras nacionales y estatales las que resolverán el crucial paquete de candidaturas a gubernaturas, senado, diputaciones federales, locales y alcaldías, en la realidad, Sheinbaum debe estar consciente que le serán atribuidas prácticamente todas las nominaciones, hasta del último edil, aunque esto no necesariamente sea cierto.
En la cultura política de México, el candidato o candidata presidencial, es convertido automáticamente en el fiel de la balanza, ya sea porque efectivamente en su activismo está pendiente de todo, porque las dirigencias actúan en su nombre o simplemente por la aparición de decenas de acomedidos que intentan resolver los entuertos argumentando que tienen “la instrucción” de la doctora para decidir sobre candidaturas.
Con un partido que tiene gran activismo y numerosas corrientes, es inevitable que esto suceda y una de las primeras tareas, consistirá en evitar que se desborden los ánimos y establecer controles para encauzar voluntades y acotar a tiempo alocados desenfrenos.
En la misión de alcanzar el objetivo de ganar la presidencia y la mayoría de las cámaras, ningún espacio local tendría que dejarse de lado, ya que construir una historia triunfadora comienza con un simple voto.
Y en este complejo panorama, el tema de la deuda histórica de los partidos hacia las mujeres, representa un enorme reto, pero también una gran oportunidad.
El reto de la paridad sustantiva
Por su condición de mujer y quien será la primera candidata presidencial, Claudia Sheinbaum enfrenta desde ahora una situación muy especial.
Existe un buen número de mujeres aspirantes de su partido y de otros aliados, que supone que, por esa sola condición y por haber una coordinadora de la defensa de la 4T, ya tienen allanado el camino hacia una postulación, por encima de experiencia, capacidades o competitividad electoral.
Y aunque Morena ya especificó que en las definiciones de candidaturas ponderarían capacidades y rentabilidad en los comicios, también advirtió que respetarían el tema de la paridad ya que ha sido una constante en las contiendas en las que han participado en los años recientes.
En este sentido, el acuerdo del INE del 26 de octubre pasado que obliga a registrar a cinco mujeres por cuatro hombres para las nueve gubernaturas en disputa en el 2024, vino a complicar la vida interna de todos los partidos, si bien para algunos es más difícil sortear esta determinación de la autoridad electoral.
El organismo electoral ya había resuelto en pasados comicios cuando hubo seis gubernaturas en disputa, tres mujeres y tres hombres; cuando hubo 15 gubernaturas, decidió que fueran siete para mujeres y ocho para hombres y ahora define cinco mujeres y cuatro hombres.
Morena tomó la decisión de respetar el acuerdo del INE y nominar a cinco mujeres, no importa que, en la encuesta aplicada en los estados, resultara un hombre como ganador. La ecuación partirá de ubicar a las mujeres que registren mayores niveles de aceptación en las entidades.
Para Claudia Sheinbaum, representará un reto también muy particular. Por una evidente omisión atribuida a todos los partidos, no se prepararon para formar los cuadros femeninos suficientes para hacer frente a esta circunstancia que ahora los alcanza.
Prueba de ello es que, en la mayoría de las entidades, las encuestas previas a las de Morena, colocaban a un varón como el mejor ubicado en las preferencias.
Respetar el acuerdo del INE y a la vez mantener la competitividad en los estados, representa una complicada apuesta para Morena y la 4T que, como se espera, también será abonada a la mujer que recibió el bastón de mando.
Decisiones en soledad
Mientras perfila lo que será su proyecto político para cuando comience la campaña de verdad y que será la base de su eventual gobierno, Claudia Sheinbaum tiene que sortear la primera la gran ola proveniente de su propio partido.
La estructuración de los ejes de lo que sería su apuesta para el próximo sexenio, con los temas de seguridad, salud y mejoría económica como los principales retos, tendrán que atenderse en cuanto se superen los tiempos pre electorales y se consiga pese a todos los movimientos telúricos internos, mantener intacta la unidad de Morena.
Por lo pronto, la virtual candidata a la presidencia, enfrenta lo que en el pasado otros personajes ya también enfrentaron.
Estará más rodeada que nunca de personas, aduladores y gente que le prometerá lealtad eterna, pero apenas podrá contar con un puñado de colaboradores en quien confiar.
Y a la hora de resolver el rompecabezas, Claudia Sheinbaum se dará cuenta que, acompañada de muchos, siempre tomará las decisiones en soledad. Ya sea porque realmente las tomó, o porque alguien se las endilgó a ella.
Una tarea que venía incluida con el bastón de mando.
