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Por Carlos Martínez Macías
Hace muchos años, el genial cartonista Naranjo, dibujó en Proceso a un ex secretario de Hacienda, preocupado por el tema financiero, junto a un ex presidente mexicano (no importan los nombres), que apuntaba hacia un destello lejano sobre las vías:
— Mire señor, le decía, aquella luz al final del túnel, parece la solución a nuestros problemas.
Pero el presidente, más cauto, respondía:
— También puede ser un tren que viene “hecho la cochinilla” hacia nosotros…
Todavía con más fuerza de lo que fue el movimiento que en 2018 lo llevó a arrasar en las elecciones, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha fabricado y mantiene bien aceitada, la locomotora que consolidará en 2024 la bautizada como “cuarta transformación”.
Morena gobierna 22 estados del país, tiene mayoría en las cámaras, resolvió el proceso interno para nombrar a su candidata casi sin contratiempos, va adelante en la mayoría de las encuestas de las nueve gubernaturas y alcaldías en juego y, por si fuera poco, cuenta con el propio López Obrador como principal operador de las campañas.
Además, en el último año de su gobierno, el primer mandatario sin rubor alguno, mostró abiertamente lo que desde siempre se denunció: dispondrá de un cuantioso aumento en el presupuesto de 2024 para destinarlo a los programas sociales, con mucho la mejor maquinaria electoral diseñada en su gobierno.
Estimaciones en el propio paquete financiero, refieren que al menos un 70 por ciento de los mexicanos han recibido algún tipo de beneficio de los programas para el bienestar. Por ejemplo, en 2018, la pensión para adultos mayores era de mil 160 pesos bimestrales; luego pasó a cuatro mil 800 y para este 2024, el año electoral, alcanzará los seis mil pesos cada dos meses.
También, a diferencia del discurso de hiper austeridad y de cero endeudamiento en el gobierno, el siguiente año contempla ampliar el déficit lo que se traduce en gestionar recursos hasta por 1.8 billones de pesos, pero el presidente aclara que no es endeudarse, “sino contratar deuda”.
El equipo de especialistas de Banamex, calificó claramente el presupuesto, como “diseñado para ganar las elecciones de 2024”, ya que la Secretaría del Bienestar, recibiría unos 741 mil millones de pesos; además reduce los recursos para Salud en 50 por ciento, pero incrementa los apoyos para el nuevo programa que atiende a la población no asegurada denominado IMSS-Bienestar.
En resumen, el presidente dispondría de esta amplia bolsa para terminar sus proyectos insignia, como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, además de destinar la mayor parte del dinero para apuntalar los programas sociales, con mucho, el mayor raiting electoral, ya que el aumento presupuestal respecto a 2023 es de 530 mil millones de dólares…
Ante este ferrocarril guinda que se avecina, ¿es posible que Movimiento Ciudadano siga enfrascado en un pleito interno en Jalisco contra el dirigente nacional Dante Delgado?
Si la lógica se impone, el personaje mejor posicionado que podría contender contra Morena en el estado es Pablo Lemus Navarro y en torno a éste tendría Movimiento Ciudadano que tejer su supervivencia.
No obstante, es evidente que no es la primera elección de Enrique Alfaro que prefiere escoger entre los más antiguos amigos que lo han acompañado todo el camino, como Clemente Castañeda, Alberto Esquer y Salvador Zamora.
En el ámbito nacional, Dante y Alfaro coinciden ya en que Samuel García, el gobernador de Nuevo León, sería el mejor candidato presidencial; el problema es lo local.
Dante quiere a Lemus, pero necesita al grupo del gobernador; Alfaro quiere impulsar a alguien de sus más cercanos (dicen que a Clemente), pero necesita la marca.
Es obvio que alguien tiene que ceder. Porque el tiempo se agota y ya quedó claro que la luz al final del túnel, sí es un tren que viene “hecho la cochinilla” rumbo a Jalisco.
