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Por Carlos Martínez Macías
“El problema es que todos los que quieren ser alcaldes de Puerto Vallarta, los encuentras en el directorio telefónico”, me dijo un conocido hace muchos años para ejemplificar que todos los políticos, frente al espejo, encuentran los atributos suficientes para considerarse con los méritos para ser “el bueno”.
Para el proceso interno de Morena de elección de candidatos o candidatas a las gubernaturas (bautizados con el eufemismo de Coordinadores de Defensa de la Transformación) se registraron 285 personas, entre funcionarios, ex funcionarios, ex priístas, diputados y senadores.
Fueron 174 hombres, 110 mujeres y una persona de género no binario. Y ya el partido definió que irán cinco varones y cuatro mujeres por las nueve gubernaturas en juego, lo que no deja de ser una apuesta arriesgada en tiempos de la paridad de género y la deuda que se tiene hacia el sector femenino.
En Jalisco se registraron 49; en Veracruz, 48; en la Ciudad de México fueron 32; para Chiapas, 31; en Morelos 31 personas; en Yucatán, 27; en Tabasco, 21; en Puebla 19 y en Guanajuato 19.
Para definir la lista de candidaturas, Morena echó mano de un andamiaje todavía más confuso que el que utilizó para elegir a la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum.
Por principio de cuentas, los consejos estatales realizarán un primer filtro con una votación local para elegir a cuatro aspirantes, dos hombres y dos mujeres.
Sin embargo, la convocatoria señala que la Comisión Nacional de Elecciones podrá incluir un par más, otro hombre y otra mujer, para redondear el paquete de seis aspirantes.
Los primeros resultados arrojaron fórmulas de cuatro contendientes a partir de los votos de los consejeros locales, donde se vio la influencia de quienes controlaron las designaciones de los que integrarían cada consejo.
Sólo en la Ciudad de México se dio un caso singular, donde el consejo local decidió no votar entre los 32 registrados y simplemente definir por unanimidad a Clara Brugada, Mariana Boy, Omar García Harfuch y Hugo López Gatell.
La Comisión de Encuestas de Morena someterá en cada estado hasta seis aspirantes a una encuesta y/o estudio de opinión, que podrá contar con dos encuestas espejo realizadas por empresas reconocidas. El resultado de dicho estudio será “inapelable”.
No obstante, hasta antes de llegar a esta etapa, los 285 apuntados seguirán vivos. Por ejemplo, los consejos estatales de Morena ya eligieron a cuatro por cada uno de los nueve estados, con lo que en teoría son 36 los aspirantes.
Pero la Comisión Nacional de Elecciones todavía puede elegir entre los 249 restantes, a 18 personas para redondear la lista de seis por cada estado.
Y todavía más. Es posible que la citada comisión, elija a un solo aspirante y descarte al resto, tras aplicar un “sondeo de reconocimiento” de los contendientes, como a la letra estipulan los documentos del partido: “La Comisión Nacional de Elecciones […] en su caso, también podrá convocar previamente a una encuesta de reconocimiento. En caso de que apruebe un solo registro para la Coordinación de Defensa de la Transformación en [el Estado en cuestión], este se considerará como único y definitivo”.
Y la cereza del pastel tiene que ver con la base décima primera, donde pondera la competitividad del partido y el derecho de las mujeres. Por eso, si los resultados de los procesos internos arrojan un mayor número de hombres mejor posicionados en las encuestas, el órgano partidista realizará los ajustes necesarios para colocar a la mujer mejor ubicada en los sondeos.
En pocas palabras: serán los aspirantes que elijan los consejos locales, más los que decida la Comisión Nacional de Elecciones, en caso de que no hubiera elegido ésta un candidato único. Y serán todos aquellos que ganen la encuesta, a menos que la comisión decida bajar al ganador para cumplir la paridad de género.
