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AMLO, 30 días después del triunfo

 

Cuando solo ha transcurrido un mes desde el 1 de julio en que que resultaró ganador de la contienda electoral por la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador ha incurrido en varios tropiezos, algunos voluntarios y otros que solo se entienden si revisamos fallas de forma, y la más grave de éstas es que no se permitió disfrutar de su luna de miel con la victoria; como caballo desbocado se siguió de frente, no paró ni reparó en que merecía tomarse un tiempo de descanso, dedicarle un espacio a la reflexión, tomarse un respiro para analizar desde todos los ángulos lo ocurrido, -incluido su avasallador triunfo-, no se permitió ese momento incluso para disfrutarlo. Y ante esa vorágine de sentimientos, de vivencias, y sorpresas ha cometido errores y ha reaccionado mal ante los señalamientos; ha dejado salir al Andrés Manuel terco, soberbio, y todopoderoso que no se puede dar el lujo de mostrar cuando todavía no cuenta siquiera con su carta de presidente electo.

Podríamos enumerar algunos aciertos, pero también tropiezos graves; entre los primeros colocaríamos su anuncio de austeridad y bajar lujos, mimos y excesos de gastos en muchas dependencias. Y que más que bajar los sueldos deben ser revisados y remunerados de acuerdo a la responsabilidad y para evitar que quienes acudan a esos cargos no estén tentados a completar su gasto familiar con acciones distintas a la de servir al pueblo. Así mismo que se deben reducir ostensiblemente los gastos distintos; el gasto superfluo del estado mismo, los gastos exorbitantes de apoyos en vehículos, gasolina, telefonía celular, auxiliares, alimentos, viáticos y todo lo que suele apoyarse a un servidor público de nivel medio, medio alto, alto y muy alto en este país y debe reducirse la burocracia.

Entre los tropiezos de los que ya hablaba, están sin duda lo nombramientos de quienes ostentarán los cargos más importantes en el sector energético; para nada cayeron bien y no hay manera de justificarlos ni entenderlos sino como una acción de pago de favores, o en el mejor de los casos de agradecimiento, pero nada que se relacione con su dicho de que colocaría a los mejores expertos del país a cada área, porque aun cuando la actual diputada Norma Rocío Nahle García es ingeniera química no es fácil advertir desde la lectura de su currículum una gran experiencia como para ocupar la Secretaría de Energía. Tampoco se perciben los atributos requeridos en el nombramiento de quien será la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la señora Josefa González Blanco, quien debiera contar con conocimientos, técnicos y científicos para el manejo de una dependencia tan delicada, técnica y especializada como es la SEMARNAT. De igual forma resulta temeraria la designación a priori de quién será el director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, una persona de las más estrechas cercanías de AMLO pero que en su currículum solamente destaca ser ingeniero agrónomo y sin mayor experiencia en el manejo de una administración pública tan grande como es la de Pemex con problemas laborales, técnicos, financieros, administrativos y de índole científico.
Por si fuera poco lo anterior, se ganó las más severas críticas desde todos los sectores, al nombrar a Manuel Bartlett Díaz como titular de la Comisión Federal de Electricidad y aunque defendió a ultranza ese nombramiento, generó discrepancias hasta al seno de su propio grupo cercano en Morena y su campaña, como en el caso de su ex coordinadora de campaña Tatiana Clouthier, quien dejó claramente dicho que por supuesto que había personas con mejor perfil para ese cargo otorgado a Bartlett, quien pese a sus 82 años de edad no tiene mayor experiencia en el manejo de una dependencia como esa, sin contar los señalamientos sobre su pasado y sus actuaciones en momentos claves para la nación; baste recordar que es el principal responsable del fraude electoral registrado en 1988 cuando el candidato de izquierda a la presidencia de la República Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano tenía mayoría en las votaciones y se perfilaba como seguro ganador; Bartlett anunció la famosa “caída del sistema” y solo reanudó para declarar el triunfo de Carlos Salinas de Gortari. Bartlett Díaz representa lo más nefasto y corrupto del PRI y llevarlo a un cargo del nivel de la CFE le acarreó a AMLO graves problemas y desconfianzas hasta de su propia gente.

Andrés Manuel también rompió ya al menos una de sus principales propuestas de campaña, una que por cierto le acarreó bastantes votos. Apenas un par de días después del 1 de julio, Carlos Urzúa, quien estará al frente de la Secretaría de Hacienda, formalizó el incumplimiento craso de esa propuesta al informar que no habría reducción alguna del precio de la gasolina, es decir, no se revertiría el famoso gasolinazo, tan cantado por el llamado Peje. Ahora parece un bandazo el ofrecer amnistía sin ton ni son a todos los que no han pagado la tarifa eléctrica. Evidentemente, si no le provocó siquiera rubor romper su principal bandera de campaña, por supuesto, es de esperar que sigan desvaneciéndose las iniciativas que tantos votos le dieron; quedan varios temas en el aire, como el hecho de que se continúe moviendo en aviones de línea, el asunto de la seguridad, -un tema prioritario para el estado mexicano-, qué hará con el avión presidencial y otras cuestiones. De igual forma, no ha quedado claro cómo se hará la descentralización de secretarías de estado y dependencias especializadas del gobierno de la República, que al parecer sin mayor plan y sin análisis de infraestructura, comunicaciones, movilidad, habitabilidad de los empleados pretende llevar a cabo. Este mismo miércoles se da cuenta de que “mover a México” como ya se le conoce a este proyecto tendría un costo de 128 mil millones de pesos y tomaría 6 años llevar a cabo esta descentralización, sin contar que impactaría la vida de 412 mil personas que tendrían que mudarse de ciudad. Queda también pendiente cómo será el trato con el país vecino del norte y el futuro del Tratado del Libre Comercio de América de Norte (TLCAN), toda vez que su postura, tono y actitudes han cambiado desde el 1 de julio, ahora luce mesurado, se hace arrumacos con el presidente Trump e intercambian cartas. Lo preocupante es que el tabasqueño estaría dispuesto a ceder y flexibilizar lo que es la parte medular del problema, es decir, las reglas de origen que afectan básicamente a la industria automotriz.

Finalmente, un asunto que nos interesa y afectará seguramente a los jaliscienses es lo relativo a los nombramientos de los próximos coordinadores estatales para el desarrollo, toda vez que ya se registran enfrentamientos entre el pre designado coordinador estatal y el gobernador electo. Aunque hay una expresión que matiza el tema como la que se publica de Delfina Gómez del Estado de México quien señala, con mayor prudencia, el trabajo que podrían hacer los Coordinadores, creo que en este caso habría que esperar una explicación más a detalle de la forma en que se va a operar, las características, cómo podría generarse el manejo de las más de 80 dependencias que tienen una presencia regional y que requieren un perfil técnico y un ser humano al frente de esas grandes dependencias para que sigan funcionando y que no por el pretexto de evitar la corrupción, que es un pretexto valido finalmente, pero que hay que buscar la mejor forma sin obstruir el flujo de la administración pública se deba hacer sin afectar la vida federalista y el desarrollo general de la nación.

Solo han transcurrido 30 días después del 1 de julio que ya se percibe lejano, mucho más después de toda la tinta que ha corrido cuando, de haber sido mesurado, recién deberíamos estar hablando de su regreso de vacaciones y no de todas las barbaridades en que ha incurrido. Queda esperar que la moderación, prudencia, y ecuanimidad lo toquen, que se serene y redireccione el camino porque en el que va, corre el riesgo de perder el rumbo y perderse él también.

opinion.salcosga@yahoo.com.mx
@salvadorcosio1

• Paralelo Veinte

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