sábado, abril 26

Muere el Papa Francisco

El Papa Francisco murió este lunes 21 de abril a los 88 años, confirmó el Vaticano en un comunicado.

A las 07H35 (05H35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, volvió a la casa del Padre”, anunció el cardenal Kevin Farrell en un comunicado publicado por el Vaticano en su canal de Telegram.

El Papa Francisco fue el primer sumo pontifice latinoamericano en estar al frente de la Iglesia Católica.

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Tras darse a conocer la muerte del Papa, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, lo homenajeó al decir que siempre estuvo “con los más vulnerables”.

“Nos dejó un gran hombre”, afirma primera ministra de Italia tras muerte del Papa.

Otro mandatario que se pronunció de inmediato tras el fallecimiento fue el presidente israelí quien elogió al Papa por ser “un hombre de fe profunda y compasión sin límites”.

El Papa Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, es el 266.º pontífice de la Iglesia Católica y el primer papa originario de América.

Hijo de inmigrantes italianos, su padre, Mario José Bergoglio, trabajaba como contador en el ferrocarril, mientras que su madre, Regina María Sívori, se dedicaba al hogar y a la crianza de sus cinco hijos.

Antes de ingresar al sacerdocio, Bergoglio obtuvo el título de técnico químico. Sin embargo, a los 21 años, tras una grave enfermedad que implicó la extirpación de parte de su pulmón derecho, decidió seguir su vocación religiosa. Ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús el 11 de marzo de 1958.

Completó sus estudios en humanidades en Santiago de Chile y obtuvo una licenciatura en filosofía del Colegio Máximo de San José en San Miguel, Argentina.

Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969. Posteriormente, se desempeñó como maestro de novicios y profesor de teología.

En 1973, a los 36 años, fue nombrado provincial de los jesuitas en Argentina, cargo que ocupó hasta 1979. Durante este período, enfrentó desafíos significativos, incluyendo la turbulenta época de la dictadura militar en el país.

En 1992, fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y, en 1998, asumió como arzobispo de la misma arquidiócesis. Su labor pastoral se caracterizó por una profunda humildad y cercanía con los

El 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, Bergoglio fue elegido como Sumo Pontífice, adoptando el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, símbolo de pobreza y renovación espiritual.

Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco ha enfatizado la importancia de una Iglesia humilde y al servicio de los pobres.

Ha abordado temas contemporáneos como la justicia social, la inmigración y el cuidado del medio ambiente, destacando en 2015 con la encíclica “Laudato si'”, que llama a la responsabilidad ecológica global.

Además, ha mostrado una apertura hacia el diálogo interreligioso y ha promovido una mayor inclusión dentro de la Iglesia, abogando por una actitud pastoral comprensiva hacia personas divorciadas, homosexuales y transexuales.

En su autobiografía “Esperanza”, publicada en 2025, Francisco reflexiona sobre su vida, incluyendo su infancia, experiencias durante la dictadura argentina y desafíos enfrentados en su ministerio, reafirmando su compromiso con una Iglesia cercana al pueblo y sensible a las realidades contemporáneas.

Su legado

El mundo despide a una figura emblemática del siglo XXI: el Papa Francisco, quien falleció dejando un legado profundamente humano, reformista y cercano. Nacido como Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, Argentina, en 1936, fue el primer Papa latinoamericano y el primero jesuita en asumir el pontificado. Desde que fue elegido el 13 de marzo de 2013, rompió esquemas con un estilo humilde, viajando en autos modestos, rechazando los lujos del Vaticano y optando por vivir en la Casa Santa Marta en lugar del tradicional Palacio Apostólico.

Su historia personal estuvo marcada por una juventud sencilla en los barrios porteños, una familia de inmigrantes italianos y una temprana vocación religiosa. Antes de ser sacerdote, estudió química, trabajó como portero de discoteca y fue aficionado empedernido del fútbol, particularmente del club San Lorenzo de Almagro, del cual era socio desde joven. Esa pasión por el balón lo acompañó hasta sus últimos días y fue un lazo entrañable con millones de creyentes que vieron en él a un Papa “del pueblo”.

Durante su pontificado, Francisco se convirtió en un símbolo del acercamiento de la Iglesia a los marginados y desfavorecidos. Habló fuerte contra la desigualdad, el cambio climático, el consumismo y la corrupción. Pidió perdón por los abusos cometidos por miembros del clero y abrió las puertas a debates difíciles como el papel de la mujer en la Iglesia, la diversidad sexual, la migración y la modernización de ciertas prácticas litúrgicas. Con sus encíclicas y discursos, buscó una Iglesia más inclusiva, misericordiosa y comprometida con el presente.

Francisco también fue un Papa de los viajes: visitó más de 50 países, llevando mensajes de paz a zonas de conflicto, como Medio Oriente, África y América Latina. Su visita a México en 2016, su diálogo con líderes musulmanes y su presencia en reuniones climáticas como la COP21 mostraron su interés por un liderazgo global que trascendía lo espiritual. En su último año de vida, ya con salud deteriorada, mantuvo audiencias semanales y mensajes en redes sociales donde reflexionaba sobre la fragilidad humana y la esperanza.

Su salud fue un tema recurrente en los últimos años. Padeció problemas respiratorios, una cirugía de colon en 2021 y múltiples episodios de debilidad física que lo obligaron a usar silla de ruedas en varios eventos. A pesar de eso, se negó a renunciar y prefirió seguir sirviendo hasta el final. En sus últimos días, su condición se agravó por una infección pulmonar que no pudo superar. Murió en paz, rodeado de sus colaboradores más cercanos, y según el Vaticano, sus últimas palabras fueron una oración por los pobres.

El Papa Francisco marcó una época. Fue un puente entre el dogma y la compasión, entre la tradición y los cambios que los tiempos modernos exigían. Su partida deja un vacío profundo en millones de fieles, pero también una huella imborrable de lo que significa ser un líder con los pies en la tierra y el corazón abierto. Su legado vivirá en los gestos sencillos, las palabras poderosas y la esperanza de una Iglesia más humana.

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