sábado, marzo 29

Esa urticaria llamada reelección

El Senado de México ha aprobado una reforma constitucional que prohíbe la reelección consecutiva y el nepotismo en cargos públicos, aunque su implementación se ha pospuesto hasta 2030. Esta decisión marca un cambio significativo en la política electoral del país, pues revierte la reforma de 2014 que permitió la reelección de legisladores y alcaldes por un período adicional. La mayoría parlamentaria de Morena y sus aliados justificaron el aplazamiento de la nueva medida para permitir una transición adecuada, mientras que la oposición critica la demora, argumentando que favorece intereses particulares.

El principio de “Sufragio efectivo, no reelección” ha sido fundamental en la historia política de México. Este lema, popularizado por Francisco I. Madero durante la Revolución Mexicana, buscaba evitar la perpetuación en el poder y promover la democracia. A lo largo del siglo XX, México mantuvo una postura firme contra la reelección presidencial, estableciendo en su Constitución la prohibición de que un presidente pudiera servir más de un término de seis años. Sin embargo, en 2014, se aprobó una reforma que permitía a diputados, senadores y alcaldes reelegirse por hasta 12 años, con la intención de profesionalizar el Congreso y dar continuidad a proyectos locales.

En América Latina, la regulación sobre la reelección presidencial varía significativamente. Países como México, Guatemala, El Salvador y Paraguay prohíben cualquier forma de reelección presidencial. Por otro lado, naciones como Brasil permiten una reelección inmediata por un período adicional, mientras que en Uruguay, Panamá, Perú y Costa Rica se admite la reelección diferida, es decir, después de uno o más períodos tras haber dejado el cargo.

A nivel mundial, la mayoría de los países permiten algún tipo de reelección presidencial, ya sea inmediata o diferida. Sin embargo, las condiciones y limitaciones varían según las tradiciones políticas y legales de cada nación. En algunos casos, las constituciones establecen límites claros, mientras que en otros, las reformas constitucionales han permitido la extensión de mandatos, generando debates sobre la concentración de poder y la salud democrática.

Un contraste interesante es el caso de Estados Unidos, donde los legisladores pueden reelegirse indefinidamente. Algunos senadores y representantes han pasado toda su vida en el Congreso. El récord de permanencia en el Senado lo tiene el demócrata Robert Byrd, quien representó a Virginia Occidental durante 51 años, de 1959 a 2010. En la Cámara de Representantes, el congresista John Dingell, de Michigan, ostenta el récord con 59 años en el cargo, de 1955 a 2015. Estos casos reflejan un sistema donde la reelección permite que algunos políticos acumulen décadas de poder e influencia.

Un dato curioso en el ámbito de la reelección es el caso de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, presidente de Guinea Ecuatorial, quien ha estado en el poder desde 1979, convirtiéndose en el mandatario con más tiempo en el cargo en la actualidad. Su prolongada permanencia ha sido posible gracias a reformas constitucionales y elecciones controvertidas, lo que ha suscitado críticas internacionales y debates sobre los límites de la reelección y la democracia en África.

La reciente reforma aprobada por el Senado mexicano refleja la continua evolución del país en materia de democracia y representación política. Aunque su implementación se ha pospuesto hasta 2030, este cambio busca fortalecer las instituciones y evitar prácticas como el nepotismo y la perpetuación en el poder. La decisión de revertir la reforma electoral de 2014 reabre el debate sobre si México debe mantener una política de no reelección estricta o permitir cierta continuidad legislativa para mejorar la gobernanza.

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