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En 1985, el ex alcalde panista de Ciudad Obregón, en Sonora, Adalberto “El Pelón Rosas”, motivó una auténtica revolución en los tiempos de partido hegemónico del PRI y antes que irrumpiera con toda su fuerza la locomotora de Manuel “Maquío” Clouthier.
Como candidato a la alcaldía, “El Pelón” había recurrido a todo tipo de espectáculos para ganar la atención de los electores de Cajeme, el municipio, como atravesar un muro en llamas en una motocicleta o lanzarse en paracaídas en el centro de la ciudad, lo que le dio resultado pues ganó la presidencia y derrotó al tricolor.
En 1985 contendió por la gubernatura de Sonora frente al desconocido Rodolfo Félix Valdés, ex secretario de Comunicaciones y Transportes, a quien muy pronto los sonorenses lo bautizaron con el apodo de “El Predial”, por aquello de que era “un viejo impuesto”.
Adalberto Rosas realizó una campaña intensa, original y ocurrente, que incluyó un recorrido a pie por todo el estado, lo que le valió que la prensa oficialista de entonces publicara sin miramientos que “un bufón quiere ser gobernador”.
En contraste, la campaña de Félix Valdés –que me tocó cubrirla como reportero–, era aburrida y gris, con el boato de los actos priístas y los discursos secos y fríos de esos tiempos.
Aun así, el PRI ganaría en forma aplastante sobre el PAN y “El Pelón” Rosas, pese a la efervescencia que había levantado entre los sonorenses. Años después, documentos desclasificados del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), revelaron un fraude electoral que supuestamente habría sido cometido para imponer a Félix Valdés…
Cito el caso de Adalberto “El Pelón” Rosas, de Sonora, porque me recuerda mucho su figura a lo que está sucediendo ahora con la panista Xóchitl Gálvez Ruiz, quien, en unas cuantas semanas, ha tomado por asalto las redes sociales para alcanzar y rebasar a los anotados para encabezar el frente opositor rumbo al 2024.
Es tan inesperado su repentino impacto, que ni la misma Xóchitl tenía entre sus planes buscar la candidatura por la presidencia, sino más bien sus afanes estaban concentrados en sustituir a Claudia Sheinbaum en la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Una revisión a sus redes sociales y a sus podcasts, muestra cómo sus historias estaban centradas en lo que sucedía en la capital del país.
Sin embargo, en Guadalajara, tras su participación en la reunión convocada por Confío en México, que encabeza Salvador Cosío, Xóchitl escuchó los vítores de “presidenta, presidenta” y prometió que en breve resolvería si estaba dispuesta a cambiar de rumbo.
Lo confirmaría días después y desde entonces ha recorrido decenas de medios de comunicación contando la historia de la vendedora de gelatinas que pasó a ser ingeniero gracias a una beca, próspera empresaria del ramo de la alta tecnología y filántropa en beneficio de comunidades marginadas.
En su historia reciente, quedan sus ocurrencias de disfrazarse de dinosaurio para una sesión del senado y armar tremendo barullo; o mensajes en redes sociales por la salida de Chuy Corona del Cruz Azul, sumarse a marchas contra el maltrato animal, hablar de calor y la rebasada Comisión Federal de Electricidad y hasta grabarse un video deshojando una margarita.
Pero el episodio mayor que le valió los reflectores, es haber conseguido un amparo para un derecho de réplica por los ataques del presidente Andrés Manuel López Obrador en La Mañanera y que éste le negara el derecho de admisión.
A partir de ahí pintó la raya. Cada que López Obrador la critique o la mencione, Xóchitl tendrá pólvora para responder y robarle de esta manera parte del show matutino.
En caso de que efectivamente Xóchitl Gálvez se convierta en la candidata del frente opositor, al menos tendremos la certeza de que no será una campaña aburrida.
Como en Sonora en 1985, con el panista Adalberto “El Pelón” Rosas.
