La contienda por la presidencia de Estados Unidos en 2024 ha tomado un rumbo peculiar con dos figuras clave en el escenario: Donald Trump y Kamala Harris.
Las encuestas más recientes sitúan a Trump como uno de los principales candidatos por el Partido Republicano, a pesar de sus múltiples casos legales. Por otro lado, Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata demócrata, también es vista como una contendiente fuerte, aunque con desafíos en popularidad.
Según algunas encuestas, Trump lidera entre los republicanos, mientras que Harris ha mostrado un apoyo sólido entre demócratas, aunque sin el arrastre de figuras como Barack Obama o Bill Clinton.
Entre los puntos a favor de Trump está su sólida base de seguidores que se mantienen leales a pesar de sus problemas legales. El expresidente es percibido por muchos como una figura que desafía el «establishment» político y continúa impulsando su discurso nacionalista y conservador.
No obstante, en su contra pesa el hecho de que enfrenta múltiples acusaciones judiciales, desde fraude hasta obstrucción a la justicia, lo que podría complicar su campaña e incluso, en un escenario extremo, llevarlo a ser el primer presidente en gobernar desde prisión.
Kamala Harris, por su parte, tiene el mérito de haber sido la primera mujer y la primera persona de ascendencia afroamericana y del sur de Asia en ocupar la vicepresidencia de Estados Unidos. Si llegara a la presidencia, haría historia nuevamente como la primera mujer en ocupar el máximo cargo del país. Sin embargo, uno de los puntos en su contra es la falta de carisma político que le atribuyen algunos críticos y su bajo perfil en temas clave de la administración de Biden, lo que ha generado dudas sobre su capacidad de liderazgo.
Un aspecto curioso de esta contienda es la posibilidad de que Harris rompa el techo de cristal y se convierta en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, algo que sería un hito histórico tanto a nivel nacional como mundial. A pesar de los desafíos, su candidatura simboliza un paso importante hacia la representación femenina en la política de alto nivel en Estados Unidos.
El caso de Trump, por otro lado, es igualmente excepcional. Enfrenta decenas de acusaciones judiciales, y si bien sus rivales lo ven como una desventaja, sus seguidores lo interpretan como una prueba de que está siendo perseguido injustamente por el sistema.
La posibilidad de que compita y, eventualmente, sea electo presidente mientras enfrenta un proceso judicial o incluso esté encarcelado es un escenario sin precedentes en la historia estadounidense. Esto convierte la contienda de 2024 en una de las más atípicas y polarizadas que ha visto el país.