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Sin funeral de Estado se fue Luis Echeverría


Sin homenajes ni multitudes, y sin un funeral de Estado como ocurre casi en cualquier parte del mundo cuando fallece un exmandatario de la nación, el pasado domingo se realizaron los servicios funerarios del expresidente de México, Luis Echeverría Álvarez, fallecido el viernes en Cuernavaca, Morelos, a los 100 años de edad. Solamente la familia y colaboradores más cercanos dieron el último adiós a quien fuera una figura política controversial durante su mandato de 1970 a 1976.

En su gestión como presidente, la economía mexicana creció a un nivel de 6.1 por ciento, promovió el desarrollo de puertos marítimos como Puerto Madero y Lázaro Cárdenas, fue creado el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior y su política exterior fue activa. Fue acusado por la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) y por la fiscalía mexicana de fraguar junto a Gustavo Díaz Ordaz la matanza del 2 de octubre de 1968 y la desaparición forzada de personas y disidentes en el contexto de la Guerra sucia en México, por lo que se convirtió en el primer y único presidente mexicano en recibir dos órdenes de aprehensión por presunto genocidio, cumplir una prisión domiciliaria y finalmente ser absuelto de toda responsabilidad en 2009.

Al expresidente Luis Echeverria, quien superó en longevidad a otros gobernantes mexicanos como Porfirio Díaz, quien murió a los 85 años (1830-1915) y José López Portillo (1920-2004), su sucesor y quien falleció a los 84 años, se le documentan los siguientes datos y polémicas:

Echeverría estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde fue catedrático de Teoría General del Estado.
En 1946 se inscribió en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde ocupó varios cargos como Oficial Mayor del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
Era el secretario de Gobernación, encargado de la seguridad nacional, durante la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. El expresidente Gustavo Díaz Ordaz asumió en sus memorias la responsabilidad por esta represión pero no la culpabilidad, la cual dijo, compartían Echeverría y otros funcionarios de su Gobierno.
Fue presidente desde el 1 de diciembre de 1970 hasta el 30 de noviembre de 1976.
Se le atribuye también la responsabilidad de una segunda represión estudiantil ocurrida durante su mandato, el 10 de junio de 1971, con saldo de 17 muertos, suceso conocido como «el halconazo».
En su gobierno se registró la llamada «guerra sucia», una campaña de represión de baja intensidad dirigida a frenar a los movimientos de oposición armada surgidos después de la masacre de 1968.
También se le considera el cerebro del golpe al diario Excélsior, cuyo director Julio Scherer fue echado en 1976 por un movimiento vinculado con el gobierno.
A nivel internacional, ejerció un gobierno cercano a otros presidentes de América Latina como Salvador Allende, en Chile, y Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, con quien promovió en 1975 la fundación del Sistema Económico Latinoamericano (SELA).
Después de dejar la Presidencia, Echeverría se mantuvo activo en la Administración pública como embajador de México ante la Unesco en París hasta 1979 y como representante diplomático itinerante en Australia y Nueva Zelanda.
En febrero de 2006, a sus 84 años, estuvo hospitalizado por un problema de irrigación sanguínea en el cerebro.
El 4 de abril de 2006 se le embargaron un total de 14 terrenos en la isla de Cozumel por deudas fiscales municipales acumuladas en 30 años, que sumaban casi 2 millones de pesos.
El 30 de junio de 2006 un juez federal ordenó de nueva cuenta su arresto por la matanza de 1968 y le fue decretada prisión domiciliaria debido a su estado de salud y su edad.
Fue absuelto el 8 de julio de 2006, debido a la prescripción del delito en noviembre de 2005. El 30 de noviembre de 2006 el magistrado Ricardo Paredes Calderón, del Segundo Tribunal Unitario de Primer Circuito de Procesos Penales Federales le decretó auto de formal prisión por el delito de genocidio por las matanzas de estudiantes en 1968 y 1971, pero el 20 de marzo de 2007 un tribunal federal le concedió la suspensión definitiva del auto. El 26 de marzo de 2009 un tribunal federal decretó la libertad absoluta del expresidente, así como su exoneración del cargo de genocidio por los hechos referidos.

De acuerdo al libro Inside the Company: CIA Diary (Dentro de la Compañía: Diario de la CIA), de Philip B. Agee, Echeverría fue colaborador de la Agencia Central de Inteligencia, al igual que su predecesor Gustavo Díaz Ordaz. Documentos desclasificados de la agencia varias décadas después le asignan a Echeverría el código Litempo-14. El código Litempo era compuesto por el prefijo LI, que identificaba operaciones en México y Tempo, que identificaba al programa de relación entre la CIA y «altos funcionarios selectos» de México.

En 1999 el historiador Enrique Krauze le hizo una reveladora entrevista de la cual retomo aquí un fragmento.

¿Qué opinión tiene del movimiento estudiantil de 1968?

Evidentemente el movimiento estaba formado por jóvenes activistas muy hábiles y muy sinceros, que pensaban en lo que significaban la victoria de Fidel Castro Ruz y las ideas del Che Guevara, que habían tenido gran proyección en América Latina. Algunos pensaban que –ante la influencia de Estados Unidos y en el contexto de la Guerra Fría– los problemas en esta zona debían solucionarse a partir de las ideas que habían llevado al triunfo a la Revolución cubana. Muchos participantes del 68 estaban convencidos de que el movimiento revolucionario en México se beneficiaría de un atentado contra Díaz Ordaz, con su renuncia o con su derrocamiento. Pues bueno, yo quiero hablar con objetividad, ¿verdad? Yo no dudo del espíritu de sacrificio de muchos de ellos. El problema radica en que no podemos traer ejemplos del extranjero y medidas que en otras partes se hayan aplicado.

¿El presidente Díaz Ordaz enfrentó acertadamente el movimiento estudiantil durante sus primeros días?

En realidad, Díaz Ordaz hizo un gran esfuerzo porque los problemas no crecieran. Los problemas venían de tiempo atrás, de muchos, muchos años. Veinticinco años antes los estudiantes habíamos hecho un congreso para criticar la Revolución mexicana, porque las revoluciones tienden a asentarse, se crean privilegios, se crean vicios burocráticos, siempre ha pasado así, y en consecuencia también surgen intentos de renovación. La cosa es saber cómo hacer los movimientos de renovación y eso no podemos aprenderlo de casos extranjeros.

En los primeros momentos del conflicto estudiantil, parece que el presidente no tiene mucha información.

En las madrugadas le llegaban al presidente informes de los observadores políticos, de las policías, de la procuraduría de la república, de la Secretaría de la Defensa, de la Secretaría de Relaciones [Exteriores]. Era la persona mejor informada.

¿Díaz Ordaz entendía a los jóvenes, los comprendía?

No. El licenciado Díaz Ordaz era muy buen abogado, muy recto, muy honesto y, sobre todo, un hombre enérgico, pero, bueno, me dejó el problema…

¿No intentó usted acercarse a dialogar con los estudiantes?

Sí, pero realmente no tuve mucha oportunidad. El presidente comisionó al señor Ortiz para hablar con intelectuales distinguidos y dialogar con ellos. También envió al licenciado Caso y a Jorge de la Vega Domínguez a algún parlamento.

Entonces usted nunca tuvo contacto.

No. Se ha afirmado por ahí que Díaz Ordaz se había enterado al día siguiente de que el ejército había intervenido y que me había regañado, pero no es verdad.

La actitud de lealtad a las instituciones que mantuvo frente a los acontecimientos, ¿fue un factor para que el presidente lo designara como candidato?

Naturalmente fui leal a las instituciones. Pero aparte de eso tenía veinticinco años de trabajo muy esforzado, de militancia en el partido, desde marzo de 1946 hasta ahora. Si hay algún dinosaurio en el partido ese soy yo.

Al final de la entrevista, Echeverría reveló que terminó su relación con el presidente Diaz Ordaz. “Después de que tomé posesión, Díaz Ordaz y yo ya no cruzamos palabra. Luego él contaba que todos los días, al rasurarse frente al espejo, decía: “Tarugo, tarugo, tarugo”, pero usaba otra palabra. Sus amigos le preguntaban por qué. “Porque el candidato fue Echeverría.” Una cosa muy chistosa. ~”.

Tras darse a conocer su muerte, el expresidente de México, Enrique Peña Nieto, expresó sus condolencias a familiares y amigos del exmandatario.
“Expreso mis condolencias a familiares y amigos de Don Luis Echeverría Álvarez, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos de 1970 a 1976. Descanse en paz”, escribió en sus redes sociales.

En tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador escribió también en Twitter: “En nombre del Gobierno de México envío un respetuoso pésame a los familiares y amigos del licenciado Luis Echeverría Álvarez, presidente de México durante el sexenio de 1970 a 1976”.

A Luis Echeverría se le relaciona directamente como responsable de la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, el Halconazo y la Guerra Sucia.

El Comité 68 Pro Libertades Democráticas se pronunció en Twitter y dijo: “Echeverría no murió impune, murió en calidad de imputado por el delito de genocidio, del cuál tampoco fue exonerado como se ha hecho creer”.
“Quedó libre bajo reservas y esperando que la PGR ahora FGR reabra el caso”, agregó.

“Murió #Echeverría, murió el genocida”, escribió H.I.J.O.S. México.

“No olvidamos, no hay reconciliación.Nos siguen faltando verdad, justicia y nuestres desaparecides”, agregó.

opinion.salcosga@hotmail.com
@salvadorcosio1

• Salvador Cosío Gaona

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Es Abogado por la U de G, con estudios de posgrado en Administración Pública, Economía Política, Economía del Sector Publico, Administración Municipal, Finanzas Publicas, Administración y Desarrollo de Recursos Humanos, Financiamiento para el desarrollo y Políticas Publicas, en diversas instituciones. Tiene el Grado de Doctor en Derecho con la distinción Maxima Cum Laude en la Universidad Complutense de Madrid en España.

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