A este 10 de mayo, “Día de las Madres”, Montserrat Zamora, llega por fin con tres noches enteras de poder dormir.
Lo hace así desde el sábado, fecha en que sepultó a su hijo, después de seis meses y cuatro días de su desaparición y que ahora, a pesar del dolor de ignorar por qué lo asesinaron, por lo menos sabe dónde está.
La tragedia comenzó para esta madre el tres de noviembre de 2021, cuando Yesuí Rogelio Hernández Zamora, su hijo de 24 años, desapareció en forma misteriosa cuando acudió a su domicilio por unas prendas y ya no volvió a la casa de Monserrat en el fraccionamiento Paseo de los Agaves, en Tlajomulco de Zúñiga.
El vehículo fue localizado el cuatro de noviembre a 150 metros de la finca de Yesuí, ya en la colonia El Capulín. Estaba su ropa, sus efectos personales, las llaves de la casa… solo faltaban las llaves de la “combi” y el joven.
Después de que la familia se lanzó a las calles a buscarlo y consultó con todos los vecinos, Monserrat acudió a la Fiscalía a presentar la denuncia por desaparición.
Comerciante de gallos, gallinas, lavador de autos y jardinero, Monserrat Zamora expuso que su hijo era un joven tranquilo.
La mujer cuenta que ubicó una cámara de vigilancia del C-4 en una tienda Oxxo cercana a la casa de su hijo y pidió que revisaran las grabaciones de lo ocurrido la noche del tres de noviembre.
Pero el oficio para requerir la revisión de los archivos del C-4 llegó hasta el 28 de diciembre, 55 días después de la desaparición de su hijo y obviamente ya no encontraron nada, porque le dijeron que las grabaciones sólo permanecen un mes.
Y fue hasta esa fecha, el “Día de los Inocentes”, cuando la Fiscalía comenzó a investigar su caso, lo que tomó como una burla.
Previo a esto, el 19 de noviembre, policías de Tlajomulco, de la Comisión Municipal de Búsqueda, acudieron a su casa y le preguntaron si sabía si su hijo andaba en malos pasos, lo que consideró una re victimización para ella y para el desaparecido.
Le dijeron que habían revisado las grabaciones de la cámara del C-4 pero que no hallaron nada. Ella les pidió ver con ellos los archivos pero nunca le hablaron. Le dieron un teléfono y un whatsapp para comunicarse y un día la bloquearon.
Aunque no tiene pruebas, Monserrat Zamora siempre sospechó que fueron policías los que se llevaron a su hijo, ya que se sabe que algunos elementos levantan a jóvenes y los entregan a la mafia.
Desde entonces, esta madre se unió a decenas más que cada semana acuden al ministerio público y al Servicio Médico Forense para buscar a su familiar.
El 23 de marzo pasado, recibió una llamada del SEMEFO para acudir a identificar un torso que coincidía con sus descripciones. Era su hijo. O más bien una parte de él.
Pero tampoco pudieron cotejar su ADN, porque a pesar de que la muestra se la tomaron el 5 de noviembre de 2021, todavía no estaba lista ¡119 días después!
Los restos de Yesuí Rodrigo los encontraron en una fosa de San Lucas Evangelista en Tlajomulco, junto a otros siete jóvenes, en un hallazgo del cual Monserrat recibió tres versiones distintas.
Cuenta que de no haber sido por la intervención de la diputada federal de Morena, Cecilia Márquez, que ejerció presión en la Fiscalía y en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, todavía estaría esperando que completaran las seis piezas en que hallaron a su hijo.
El viernes seis de mayo le entregaron el cuerpo y de las 11 de la noche a las 11 horas del sábado, veló su cuerpo y por fin pudo darle sepultura.
Desde ese sábado ya ha podido dormir toda la noche, porque ya sabe dónde está Yesuí, aunque todavía no hay justicia porque ignora por qué lo mataron.
Esta mañana de 10 de mayo, Monserrat Zamora, saldrá a marchar junto a las madres que tienen meses y hasta años buscando a sus hijos. Lo hace por una razón que expone con crudeza: “Yo ya encontré al mío, pero faltan miles…”