No conforme haberse convertido ya desde hace tiempo en acosador y juzgador de periodistas y medios de comunicación, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio el siguiente paso este miércoles, al instaurar una nueva sección en su show matutino denominado La Mañanera, a través del “Quién es Quién en las mentiras de la semana”, una herramienta desde la que el mandatario pretende evidenciar a profesionistas de la comunicación y a medios informativos que no le son afines. Pero de acuerdo a lo observado en su debut, será prácticamente más de lo mismo, es decir, un espacio desde el cual se continuará atacando y censurando desde el púlpito mañanero el quehacer de los comunicadores, con la salvedad de que ya el ejercicio no estará a cargo de López, sino de una mujer que presentaron como periodista pero que evidentemente no cumple con los criterios mínimos para ostentarse de esa manera ante la evidente falta de rigor en la tarea que le ha sido encomendada.
López ha dicho que esta sección estará destinada “a dar a conocer las mentiras que se difunden en medios de información convencionales y también en las redes”.
Se trata de una especie de tribuna que estará a cargo de una señora de nombre Ana Elizabeth García Vilchis, y se presentará todos los miércoles en La Mañanera.
Según su perfil en Linkedln, García Vilchis es, desde 2011, coordinadora de Contenidos Web en La Jornada de Oriente. Además, estudió la Licenciatura en Antropología Social en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
También es directora de Redes de la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de Presidencia.
Según el listado de candidaturas a diputaciones por el principio de representación proporcional, García Vilchis aparece como candidata suplente a una diputación plurinominal de Morena en Puebla, cuya titular es Daniela Mier Bañuelos, hija del líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier Velazco.
“Nos da mucho gusto que haya aceptado, porque no todos tienen el valor civil de denunciar con argumentos, con hechos”, dijo el Presidente tras presentar a García Vilchis al frente de la sección.
Pero, por lo menos en el primer día no fue así, no hubo argumentos sino comentarios acompañando lo que fue presentando como fake news.
“Por ejemplo, sobre un artículo que argumentaba que los periodistas estaban siendo espiados por el gobierno de López Obrador, un hecho documentado por Amnistía Internacional, su defensa fue “para qué los vamos a espiar si son predecibles”.
Sobre otro artículo donde se documentaban excesos de basura radioactiva en Laguna Verde, con base en información de los inventarios de la Comisión Federal de Electricidad, la única razón esgrimida para clasificarla como mentira fue que la titular de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, ya había declarado en Twitter que Laguna Verde era segura”, reseña Viridiana Ríos en su colaboración para El País.
Deja pues mucho qué desear el formato que evidentemente no cumple con su cometido de “identificar noticias falsas y combatirlas con información porque sencillamente no se argumenta, no se contrasta, no se desmiente con pruebas…
La instructora de políticas públicas en Harvard, Viridiana Ríos, añade:
“El objetivo del “quién es quién de las mentiras” no es desmentir falsedades, es borrar la línea entre lo falso y lo verdadero mediante propaganda estratégica. Para lograrlo, el ejercicio sigue al pie de la letra el trabajo de Gene Sharp, autor del manual De la dictadura a la democracia, con estrategias para utilizar a la opinión pública a fin de debilitar instituciones. El trabajo de Sharp es típicamente utilizado por grupos en resistencia contra regímenes autoritarios. En este caso, el Gobierno de López Obrador busca emular estas técnicas probadas de resistencia para debilitar al periodismo, a quien considera autoritario e impune.
Son tres los aspectos claves de su estrategia.
Primero, ocupar espacios. La mañanera busca que la prensa se avoque a desmentir los desmentidos en vez de a cubrir temas de mayor sensibilidad para el obradorismo. Es por ello que el “quién es quién” viene de la mano de un vigoroso llamado a la réplica, enfatizando que todos los periodistas serán recibidos en la misma conferencia del presidente para defenderse.
Se busca ocupar los espacios para que la batalla informativa se dé en los términos y en los espacios dictados por el gobierno. Esto es evidente en la selección de notas. El listado incluye de manera estratégica noticias que no son falsas o cuya falsedad puede ser desmentida a fin de que se preste un amplio debate público.
“Segundo, la estrategia busca enviar señales a la coalición obradorista a fin de que, tanto en instituciones como en espacios partidistas, los adversarios políticos del Gobierno estén bien identificados. De esa forma, orgánicamente se podrá operar en contra de ellos. Es decir, no será necesario dar instrucciones para que intelectuales orgánicos, instituciones cooptadas y funcionarios afines a López Obrador operen por cuenta en contra de estas personas. Ello irá desde esgrimir insultos en contra de ellos hasta el uso faccioso de las instituciones.
El ejercicio será un martilleo constante, no solo para identificar a los adversarios con nombre y apellido, sino sus “pedigrís”. Es decir, más que centrarse en el desmentido, el ejercicio buscará resaltar aspectos curriculares que, para el obradorismo, son equiparables a ser mentiroso. Es por ello que al presentar las notas supuestamente falsas la vocera enfatiza elementos como “colaborador de medios como Nexos”, “fue asesor de noticias de Carlos Salinas”, “periódico estadounidense” u otros aspectos que para las huestes obradoristas son claros elementos de descrédito.
Tercero, el “quién es quién de las mentiras” busca consolidar un lenguaje compartido psicológica y subrepticiamente por los simpatizantes del obradorismo. Es por ello que, la presentación de las noticias falsas ha sido un festín de términos relacionados con López Obrador. La vocera, por ejemplo, se describe a sí misma como “chaira” y “Amlover” en sus redes sociales. En cada intervención se aseguró de usar términos como “nado sincronizado”, “el régimen anterior neoliberalista” (sic) y “salinistas” para referirse a la prensa.
Consolidar el lenguaje es necesario para que este se convierta en una señal de credibilidad para quien lo usa y de desprestigio para quien lo rechaza. Es una estrategia simple de creación de afinidad política con el fin de juzgar una nota por su uso del lenguaje y no por su contenido”.
Aunque pareciere que cada acción del actual régimen responde a ocurrencias, está claro que se ciñen a manuales que han sido puestos en marcha en otras latitudes. Maquiavélicamente han diseñado su estrategia y la siguen a pie juntitas.
Lamentablemente en este país el cuarto poder ha recibido quizá más golpes que nunca en el actual sexenio y aún así no ha sido capaz de unirse en su propia defensa. Acostumbrados a abogar por causas ajenas, la suya luce complicada mientras exista la gran división que prevalece entre ellos, y será difícil que logren salir fortalecidos para dar la pelea ante un régimen que ha incurrido en toda clase de abusos hacia el gremio.
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