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El 31 de enero pasado, se cumplieron cuatro años de la desaparición de tres italianos en el sur de Jalisco y en torno a esta historia, han acontecido episodios extraños y hasta pasajes chuscos.
Los napolitanos Raffaele Russo, Antonio Russo y Vincenzo Cimmino, desaparecieron en Tecalitlán donde fueron interceptados por policías locales y entregados a una célula del Cártel Jalisco Nueva Generación que opera en la zona.
De los elementos de seguridad involucrados, dos fueron sentenciados a 50 años de prisión por el delito de desaparición forzada de personas. Otro policía procesado falleció en la cárcel, mientras que la agente Lidia Guadalupe Arroyo, que estaba libre bajo fianza, ahora es prófuga de la justicia.
El que fuera jefe de la corporación, Hugo Martínez Muñiz, también escapó, igual que otros dos policías que tampoco han sido detenidos.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dictó las medidas cautelares 201-18, pues a “prima facie” (a primera vista), hay gravedad, urgencia e irreparabilidad (sic), por lo que urge al Estado mexicano a garantizar acciones efectivas de búsqueda.
Como respuesta, la Fiscalía General de la República abrió la carpeta FED/SEIDO/UEIDNS-JAL/000171/2018 y comenzó las indagatorias para dar con el paradero de los tres italianos.
El Comité contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas, recibió un informe de las autoridades mexicanas en 2019 con supuestos avances.
Sin embargo, en el documento se reconoce que fueron hallados los vehículos en los que viajaban los italianos, pero no revelan los peritajes técnicos. Tampoco dan a conocer los detalles de una grabación de José Guadalupe Rodríguez Castillo, alias “El 15”, el capo que habría ordenado la captura de los europeos.
En la llamada, el jefe de la plaza le dice a alguien que “haga lo que quiera” con los tres levantados, pero no queda claro cuándo sucedió la comunicación, ni a quién le dio la instrucción.
“El 15” fallecería en un enfrentamiento en agosto de 2020 cuando le estalló una granada. Sus hombres obligaron al operador de una ambulancia a llevarlo a un hospital en Ciudad Guzmán donde murió. Después se llevaron el cuerpo a Pihuamo, de donde luego desaparecería.
Los familiares de los italianos han cuestionado el trato que le han dado a los “magliaris” (vendedores ambulantes), ya que la autoridad se ha empeñado en acreditar que supuestamente vendían maquinaria falsa, por la que Raffaele Russo fue procesado en Campeche en 2015.
El argumento de la familia Russo, es que sus paisanos debieron ser juzgados en todo caso en México o en Italia, pero no desaparecidos.
En este escandaloso asunto, hay dos episodios de humor involuntario. Que las comisiones nacional y local de búsqueda, acudieran a la sierra de Jilotlán y Tecalitlán a buscar a los desaparecidos, dos años y medio después de la última vez que los vieron.
Y que luego de la orden de operación CESLP/0484/2018 de la Policía Federal, la coordinación de ese destacamento en San Luis Potosí, respondiera mediante oficio PF/DSR/CESLP/0837/2018, que después del despliegue de búsqueda por Huizache, Ciudad Valles, Matehuala y Rioverde, en esa entidad, los aludidos italianos no fueron encontrados. Es decir, buscaron a los tres “magliaris” a 540 kilómetros de donde desaparecieron.
