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¿Qué sigue para Enrique Alfaro?

No fue la única ocasión en que el gobernador perdió los estribos. Han sido varios los momentos en que sus impulsos lo sacan de balance; sin embargo, el reciente episodio en el Centro Universitario de los Valles en el que enfrentó a la rectora María Luisa García y al secretario administrativo, Luis León Dávila, con las expresiones “cuida lo que haces” y “nomás mídele bien tus palabras”, lo dejó en definitiva fuera de la contienda presidencial.

Nadie más que él, es responsable de haberse convertido en tendencia en las redes sociales con una escena que pudo haber evitado. No hay a quien culpar. Se trató, de nuevo, de un arrebato personalísimo que encendió las alarmas en el cuartel general de Movimiento Ciudadano.

Y es que más allá de que guste o no su peculiar forma de encarar los reclamos de la población y la crítica de sus adversarios y la opinión pública, lo cierto es que a Enrique Alfaro le llegó la hora de tomar las riendas de su temperamento.

¿Por qué? Porque me aseguran que de acuerdo a varios estudios de opinión que se elaboraron hace poco y que están sobre algunos escritorios de Casa Jalisco y Palacio de Gobierno, la evaluación que se hace sobre sus reacciones comienza a afectar al partido de modo significativo.

Es decir, de confirmarse lo anterior, entonces, contrario a lo que ocurre con López Obrador, cuya figura –a pesar de su infame presidencia- beneficia a Morena, en el caso de Alfaro Ramírez, éste empezaría a perjudicar a MC.

Lo he apuntado en este espacio con anterioridad, Enrique ya cuenta con un lugar en la historia de Jalisco y el país. No hay quien pueda regatearle los logros obtenidos como líder de una expresión que, hoy por hoy, es la fuerza partidaria mejor articulada de nuestra entidad.

Más aún, no podría entenderse el crecimiento sostenido de los anaranjados en México sin su participación. Sólo un necio cometería la estupidez de restarle méritos a su desempeño como cabeza de un proyecto que, dicho sea de paso, tiene enormes posibilidades de jugar un rol fundamental en las elecciones venideras.

Por eso la pertinencia de la pregunta: ¿Qué sigue para Enrique Alfaro?

En lo personal creo que una tarea básica, además de ingresar a una especie de etapa de contrición, es la de reflexionar objetivamente sobre el equipo que puede y debe acompañarlo en el tramo que queda de su sexenio.

Es bastante conocido que a su alrededor hay personajes odiosos que lo convencen de tomar decisiones desgastantes y librar batallas innecesarias, tanto al interior como fuera del gobierno.

Si algo tenemos qué cuestionarle es justo eso, que cerca de él gravitan mujeres y hombres nocivos que se benefician de hablarle al oído, decirle palabras que le gusta escuchar y darle siempre la razón.

Librarse de esas personas, cuyo verdadero interés radica en concretar suculentos negocios y el usufructo del poder, es una prioridad de frente a los tiempos que se aproximan.

Por otra parte, soy de los que no ve a Enrique Alfaro en ninguna boleta. Creo que su labor será la de contribuir a la construcción de una propuesta que trascienda una alianza de coyuntura. De hecho, tenemos a la mano suficientes elementos como para suponer que su ruta coincide con la del canciller Marcelo Ebrard, el único aspirante que desde la oposición puede derrotar a Claudia Sheinbaum.

Así pues, a diferencia de un buen número de opinantes profesionales, estoy convencido de que Alfaro alineará como titular en la cancha opositora. Ni lo siento derrotado ni lo observo marginado. Por el contrario, en virtud de que será el gran elector del movimiento naranja en Jalisco, sin duda será factor en las decisiones clave que se tomen en el ámbito nacional.

En esta tesitura, Enrique tendrá que asumir la tremenda responsabilidad de evitar equivocaciones graves cuando llegue la temporada de elegir, por ejemplo, a las y los candidatos metropolitanos.

Lo que sí, es que después de su cuarto informe, programado para la primera semana de noviembre, estará obligado –aunque no lo quiera- a reorientar las prioridades de su agenda como titular del ejecutivo estatal. Esto significa atender asignaturas pendientes en materia de seguridad, educación, salud y combate a la corrupción.

De no hacerlo, correrá el riesgo de provocar el incremento de la inconformidad e indignación de los miles de jaliscienses que sufren por la desaparición de un familiar o la pérdida de un ser querido a manos de la delincuencia.

Mientras tanto, a Enrique Alfaro le vendría bien tener presente una máxima que no falla: “Sólo quien se autogobierna, logra gobernar”.

@oscarabrego111

@DeFrentealPoder

• Óscar Ábrego

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Empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.

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