En Jalisco existen al menos dos municipios que tienen dueño. Es el caso de Villa Corona donde viven una auténtica simulación con un presidente municipal que no ejerce como tal y un secretario general que usurpa las funciones de alcalde ante la complacencia de todas las autoridades.
Rodolfo Rubalcava Muñoz ganó la elección municipal registrado por el Partido Humanista, pero quien gobierna es su patrón, Ramón Sierra Cabrera, quien además fue el que hizo campaña y ahora toma todas las decisiones del municipio (¿Y dónde está el presidente?, Milenio 27 de abril de 2016).
El otro caso es El Salto, donde Joel González Díaz ejerce un cacicazgo que se extiende por cuatro administraciones, después que fue alcalde de 2007 al 2009; heredó la presidencia a su hermano Gerardo de 2010 al 2012; regresó como primer edil de 2013 al 2015 y ahora impuso a su incondicional Marcos Godínez Montes.
Para garantizar que Marcos no olvidara a quien le debe el puesto, Joel decidió colocar a un puñado de familiares en distintas posiciones en el ayuntamiento, comenzando por su hijo Teodoro González Álvarez quien figura en la planilla como suplente del alcalde o su esposa Raquel Álvarez Nápoles, como directora de Desarrollo Social.
Además, en el ayuntamiento destaca su hermana Ofelia González Díaz, como regidora; pero en la nómina también están su hermano el ex alcalde Gerardo como asesor de la presidencia y otra hermana, Evelia, como coordinadora de delegaciones.
El municipio de El Salto es considerado uno de los más opacos de Jalisco con una calificación de ocho sobre cien puntos. Es por eso que en su portal no figuran puestos ni demasiada información de la generosa nómina.
Por ejemplo, la agrupación Colonos Unidos del Salto solicitó a través de transparencia la nómina completa –-que no se publica en el portal— y pudieron comprobar que hay 43 personas con apellido González que pudieran tener relación con Joel.
Además, hay 21 Álvarez y unos cuantos Nápoles, la mayoría en puestos de agentes municipales, coordinadores, jefes de departamento o directores, que pudieran tener relación con su esposa Raquel Álvarez Nápoles, directora de Desarrollo Social con quien trabajan sus hermanas Juana, como jefa “A” de departamento y Marisela, como jefa de departamento.
El mismo Joel aunque no figura en el portal oficial en puesto alguno, en el municipio es un secreto a voces que despacha como oficial mayor administrativo.
González Díaz combina sus actividades como el poder tras el trono en el ayuntamiento de El Salto –-ante la pasividad de los regidores de oposición–, con sus actividades de exitoso empresario al que le atribuyen contar con gasolineras, ganado, taller mecánico y una constructora, luego de haber iniciado con dos simples tortillerías.
En corto, Joel ya adelanta que para el 2018 buscará por tercera ocasión ser presidente municipal de El Salto. Pero en caso que las cosas se compliquen ya tiene un as bajo la manga.
En vísperas de las elecciones de 2012, el PRI intentó “bajarlo” de la candidatura pero éste puso como condición que si no lo querían a él entonces que la nominada fuera Raquel, su esposa. Finalmente lo dejaron y ganó su segunda alcaldía.
Pero ahora Joel ya está blindado. Colocó a su mujer como directora de Desarrollo Social, la dependencia amable por donde desfilan los apoyos para la población y desde donde le construyó la candidatura al actual alcalde Marcos Godínez Montes.
No hay evento de entrega de apoyos de la directora donde no acuda Joel en su calidad de “ex presidente municipal”.
Por eso, si llegado el momento el PRI intenta frenarlo, con conocimiento de causa simplemente pedirá “que pase Raquel”.