La decisión extrema de comunidades wixáricas de retener a funcionarios del gobierno estatal hasta que se resuelvan sus demandas por invasiones de tierras e indefinición de límites, es resultado de décadas de abandono y omisiones de los gobiernos en turno que tienen una porción de culpa.
Desde hace varias semanas, la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán, decidió bloquear carreteras y cerrar escuelas y centros de salud, como medidas de presión para que las autoridades resolvieran añejos conflictos agrarios.
Por si fuera poco, el consejo indígena acordó impedir que el proceso electoral estuviera presente en la región por lo que se prohibió la presencia de candidatos, partidos, propaganda y funcionarios electorales, con la advertencia que el día de los comicios no se instalarían urnas ni habría votos.
Paralelamente a estos desencuentros, el Congreso de Nayarit, tomó una decisión unilateral que fue el equivalente a rociar con gasolina la hoguera en que se ha convertido la zona norte.
El 18 de abril aprobó por unanimidad la reforma del artículo 16 de la Ley de División Territorial del Estado de Nayarit, mismo que contempla la conformación del municipio del Nayar, al que le sumaron doce comunidades indígenas que antes pertenecían a Mezquitc, Jalisco.
De un plumazo, las poblaciones de El Chalate, Palma Chica, El Rincón, El Espejo, Santa Gertrudis, Las Tapias, Tutuyecuamama, Los Nogales, Los Pinos, Rancho Nuevo, Tierras Blancas de los Lobos y Guamuchilillo, pasaron a apellidarse nayaritas.
Un total de 45 días después en una sesión nocturna y extraordinaria de fin de semana, el Congreso de Jalisco emite un decreto para precisar los límites de Mezquitic y con esto contrarrestar las reformas nayaritas que se anexaban 12 comunidades que sumaban unas 25 mil hectáreas.
Según el presidente de la Comisión de Gobernación, Jorge Arana, serían unas 120 mil hectáreas las que estarán siendo invadidas por Nayarit por lo que el poder ejecutivo interpondrá una controversia constitucional en reclamo al vecino estado para que se respete el territorio jalisciense.
En el decreto enviado por el ejecutivo al congreso, se invoca la figura del municipio libre como base de la división territorial y sería el caso de Mezquitc que ya no formaba parte del octavo cantón de Colotlán.
Pero los vaivenes de la historia nos recuerdan que lo que hoy se conoce como Nayarit, alguna vez fue el séptimo cantón de Tepic en 1824 y dentro del mismo figuraban Amatlán de Cañas, Real de La Yesca y Camotlán, todos parte de Jalisco.
Para 1837 se suprimieron los cantones y se crearon ocho distritos y 19 departamentos y esta vez La yesca y Amatlán de Cañas formaron parte del distrito de Etzatlán.
En 1846 se dispuso que rigiera la constitución de 1824 y otra vez regresaron los cantones; en 1867 el séptimo cantón de Tepic se convierte en distrito militar para atajar al bandolero Manuel Lozada; en 1884 es declarado territorio y en 1917 en estado libre y soberano con el nombre de Nayarit.
Desde 1885, Jalisco reclamó que ni La Yesca y Amatlán de Cañas, formaban parte del séptimo Cantón de Tepic.
Por los enmarañados cambios de la historia, Mezquitic, Bolaños y San Martín de Bolaños, sufrieron la invasión de sus superficies en unos dos mil kilómetros cuadrados.
La reclamación de Jalisco ha sido tan tibia que un siglo después del nacimiento de Nayarit, la zona norte sigue cercenada de los 115 municipios restantes y abandonada a su suerte entre conflictos agrarios y disputas de límites.
Esto sería una muy breve explicación del enojo de los wixáricas por tanta apatía acumulada y que hoy lamentablemente funcionarios estatales sufren las consecuencias de una historia de omisiones.