Si un alcalde en Jalisco sabe moverse en la arena mediática es Pablo Lemus. Conoce muy bien que la forma del discurso suele contener el fondo del mensaje. Es por ello que no debe resultar extraño para nadie su oposición de convertir a la Villa Panamericana en un conjunto habitacional de alta densidad. Combatir públicamente al gobernador Enrique Alfaro no sólo es una apuesta a corto plazo que puede redituarle en simpatías, sino que le significa la oportunidad que esperaba para sacudírselo de encima.
Lo anterior tiene una sencilla explicación. De acuerdo a distintas encuestas que están en poder de los ayuntamientos metropolitanos, del Grupo Universidad y de los gurús anaranjados, el mandatario estatal se encuentra en un punto crítico de aceptación ciudadana, al grado que en diferentes mediciones, Alfaro Ramírez ya está por debajo de los 20 puntos porcentuales de aprobación, con más del 75 por ciento de rechazo. Pero ese no es el quid del asunto, lo que más incomoda a Lemus Navarro y a otros presidentes de la metrópoli y de las regiones de la entidad, es que con la caída de su líder, su popularidad también se ha visto deteriorada.
Además hay que incorporar sobre la mesa del debate una variable de la que nadie quiere hablar de forma abierta. Y es que existe una tremenda molestia –que comienza a generalizarse en todo el Estado– porque muchos munícipes sienten que Alfaro también los quiere gobernar a ellos. Por ejemplo, caló hondo la imposición de ciertos proyectos como la creación de la Policía Metropolitana o el mega negocio denominado A toda máquina, que en términos reales, se implementaron sin considerar la opinión de quienes son la primera autoridad ante la población en general.
Pero no es todo –ya lo he sostenido en este espacio- a Pablo le genera mucho ruido el estilo de su tutor. Para él como a otros más, resulta incomprensible cómo es que desde Casa Jalisco se han abierto tantos flancos de batalla en un tiempo récord. Según me platican, Lemus y sus principales aliados ven con bastante preocupación que el primer cerco alfarista esté empeñado en romper con grupos representativos de la sociedad civil organizada en aras de privilegiar una cosmovisión orientada a los pesos y los centavos.
Así pues, esta semana que viene será clave para conocer hasta dónde está dispuesto a llegar, porque en este momento parece encontrarse en un punto de no retorno. Vamos, si recula en los próximos días sobre el tema de El Bajío, entonces habrá cavado su propia tumba política. De lo contrario, tendríamos ante nosotros al primer alcalde libre de Enrique Alfaro.