Si bien se puede considerar como aceptable lo logrado por el gobernador Enrique Alfaro Ramírez al convenir mejoras al leonino convenio de distribución de caudales del Río Verde, lo ideal hubiere sido preservar el acuerdo original concertado por el entonces gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, otorgando los flujos hidráulicos a Jalisco; no debería ahora dársele agua a Guanajuato hasta satisfacer primero las necesidades hídricas de los jaliscienses, sin inundar poblaciones alteñas, siendo necesario se nos brinde información total sobre lo convenido a fin de visualizar claramente los compromisos estatales y federales.
Sin ofrecer mayores detalles respecto a los términos en que se ha negociado resolver el añejo problema del agua entre los gobiernos de Jalisco y Guanajuato, el titular del Poder Ejecutivo jalisciense, Enrique Alfaro Ramìrez, signó con su homólogo de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, lo que él mismo ha calificado de “acuerdo histórico”, encaminado a terminar con el problema de distribución y abastecimiento de agua, así como la culminación de la presa El Zapotillo, que por más de 30 años ha tenido confrontadas a ambas entidades, pues hasta ahora ninguno de los esfuerzos por alcanzar acuerdos había logrado prosperar.
Si bien el gobernador jalisciense asumió la responsabilidad de una negociación conveniente a nuestra entidad y que permita resolver el problema de fondo, es menester que se conozcan los pormenores de los convenios, que exista transparencia y claridad.
Enrique Alfaro ha hablado de “traiciones arteras”, por parte de quienes habrían manejado la política del agua en este estado durante los últimos 30 años y que hicieron que Jalisco firmara un convenio “que afortunadamente no pasó por el congreso en el año 2005 en el que nos dejaban desvalijados en el tema del agua”,
Tenemos que recordar que el problema del agua entre Jalisco y Guanajuato data de la época del gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, quien en 1987 impulsó un proyecto para aprovechar el caudal del Río Verde, pero intereses mezquinos y políticos le impidieron ver la luz y solo quedó en una buena propuesta que no prosperó. El complejo denominado “La Zurda Calderón” que contemplaba la construcción de cuatro presas no llegó a buen puerto debido a la falta de apoyos de la federación, apenas y se pudieron edificar dos presas; una en Cañadas de Obregón y la Elías González Chávez.
Posteriormente, en el Congreso del Estado, siendo gobernador Alberto Cárdenas Jiménez, los diputados de la que fuera mi fracción nos opusimos al crédito japonés que proponía el mandatario por tratarse de un proyecto de 7 mil millones de pesos que únicamente le daba un metro cúbico de agua a Guadalajara, la mitad para saneamiento y la mitad para abastecimiento, con un costo muy alto cuando por un poquito más de eso se podían construir las dos presas faltantes de La Zurda Calderón, pero había una terquedad de no continuar y no usar lo que fue hecho por el gobernador Cosío.
Al final convenimos dividir lo que era para abastecimiento quedó pendiente y lo que era para saneamiento se aprobó pero no se ejerció. Después de eso el proyecto se enterró y vino el que conocemos, el que aprovecha los caudales del Río Verde y viene el tema del reparto de los caudales.
Hasta hace algunos meses, Alfaro Ramírez, aseguraba que como autoridades no se moverían de la posición que han defendido siempre en el sentido de que la presa debe quedar a 80 metros, que con esa cortina se debe de garantizar primero agua para Los Altos de Jalisco y Guadalajara, para después ver lo de Guanajuato, pero también se tiene que garantizar la puesta en marcha del sistema de El Purgatorio para poder garantizar que el agua llegue a la ciudad.
Como ya mencionaba, el de Jalisco y Guanajuato ha sido un añejo conflicto que ha permitido suscribir cualquier cantidad de acuerdos, convenios, proyectos, iniciativas y propuestas, que han marcado el tortuoso transitar sin que hasta hace un par de días se contara con una opción viable para resolver el tema del agua para Guadalajara y para solucionar a los jaliscienses que se ubican en la zona de Los Altos una exigencia y una obligación de la autoridad de brindarles lo que por derecho les corresponde.
Afortunadamente Enrique Alfaro tiene el panorama claro y está consciente qué es lo mejor para los habitantes de la zona de Los Altos y los jaliscienses en general. Esperamos conocer en breve los puntos finos de la negociación. Pero si algo se le puede reconocer el gobernador de Jalisco es su capacidad de negociación y seguramente el convenio firmado este lunes resuelve favorablemente para Jalisco un tema que se complicó por más de 30 años.
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