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María Elena Limón, migración a la vista

Ya no es un secreto, en los gobiernos municipales del área metropolitana hay una inquietud que se percibe a kilómetros de distancia. En los pasillos y oficinas de los palacios municipales, hay conciencia de que el gobierno naranja carece de ruta de navegación y peor aún, que flota a la deriva en medio de aguas muy agitadas. 

Por ahora, se sabe con certeza que la presidenta de Tlaquepaque, María Elena Limón, está determinada a jugarse el todo o nada de frente al 2021. Y es que de acuerdo a las encuestas que tiene en su poder, hay dos datos que de seguro la impulsaron a tomar distancia del ejecutivo estatal: uno, que la administración que encabeza es la mejor evaluada de la metrópoli; y dos, que el partido Movimiento Ciudadano se cae en pedazos.

Entre las decisiones más significativas que ha tomado para rehacer sus planes, se encuentra la de haber acordado la salida de su jefe de gabinete, Vicente Viveros, a quien la oposición ubicaba como el verdadero poder del ayuntamiento; y es que fuentes cercanas a la alcaldesa, me confirman que Limón García ya no está dispuesta a que alguien le dicte la plana de la tarea que le toca hacer. Es decir, quiere dejar un legado como una mujer que gobernó sin imposiciones ni sombras.

De ahí que su postura crítica con respecto a la creación del Organismo Público Descentralizado (OPD) Policía Metropolitana, resulte lógica y coherente con su interés de migrar hacia otro partido, como bien podría ser Morena.

Así las cosas, de frente a un clima hostil que no le favorece, la primera edil de San Pedro Tlaquepaque, tiene la gran oportunidad de encontrarse con la trascendencia si logra dos objetivos específicos: el primero, rodearse de un equipo asesor de primer nivel que esté lejos de cualquier apetito egocéntrico, a fin de que la orienten de la mejor manera en la toma de decisiones clave; y el segundo, sortear con éxito la revisión de sus cuentas públicas en el congreso del Estado, con el propósito de que no sean utilizadas como instrumentos de venganza o presión política.

Por supuesto que aún faltan muchos capítulos por escribirse en la historia de María Elena Limón; sin embargo, hay que agradecerle que se atreva a enfrentar el statu quo del régimen alfarista, porque con ello, le puso un toque de emoción al implacable juego del poder. 

• Óscar Ábrego

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Empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.

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