En esta columna, hace más de un año, fue el primer espacio en el que se planteó la posibilidad de que Marcelo Ebrard abandere las causas de una coalición multipartidista para hacer frente a Morena en las elecciones del 2024. Hoy, con el paso del tiempo, comienza a tomar forma dicha probabilidad.
Lo que fue una presunción, poco a poco, empieza a tener sentido.
En el siempre implacable e impredecible mundo de la política nada es casualidad. La visita del canciller a Jalisco, cuna del Movimiento Ciudadano, con el gobierno de uno de sus líderes morales, Enrique Alfaro, puede considerarse una potente señal y también como una audaz provocación dirigida a varios destinatarios.
Sin embargo, y aunque de seguro obtuvo el aval del presidente para asistir a territorio alfarista, lo cierto es que en el fondo el mensaje fue enviado y recibido. El actual secretario de Relaciones Exteriores –por mucho el integrante del gabinete más competente y el aspirante más rentable– no detendrá su pretensión, a pesar del desprecio de López Obrador.
Cada vez resulta más obvio lo incómodo y preocupante que es para Andrés Manuel que el otrora jefe de gobierno de la Ciudad de México encabece las preferencias en las mediciones conocidas hasta el momento. Más aún, le inquieta de sobremanera que su “corcholata” favorita, Claudia Sheinbaum, no suba en las encuestas y que no encienda ni con cerillos el ánimo de las multitudes acarreadas. De hecho, en virtud de que nomás no levanta, ya se puso en marcha toda una maquinaria, con sede en la Secretaría de Gobernación, para evitar que se desplome.
Deliberemos al respecto. ¿Qué pasaría si el dedito presidencial descarta a Ebrard aun cuando él sea el mejor posicionado? En principio se convertiría en el único actor con dos capacidades: la de unificar a todas las fuerzas opositoras y la de fragmentar al morenismo.
Por supuesto que en un escenario así, el obradorato ingresaría a zona de crisis y enfrentaría serias dificultades para conservar el poder a través de un títere o una marioneta.
Es justo en esa hipotética circunstancia que MC cobraría especial relevancia. Para nadie es secreto que Dante Delgado guarda la esperanza de que Marcelo sea relegado y éste tome una ruta alternativa. De igual forma, se sabe que tanto Alfaro Ramírez como el regiomontano Samuel García, miran con buenos ojos la opción de que Ebrard Casaubón lidere una gran alianza a propuesta del movimiento naranja. Tengamos en mente que Jalisco y Nuevo León, como jugadores en la cancha electoral del país, incidirán en el marcador final.
Pero hay otra variable que le da coherencia a esta ecuación.
Los anaranjados no tienen a la mano un cuadro fuerte como para ponerlo de titular. Enrique Alfaro ya lo entendió y es por ello que su interés por aparecer en la boleta se diluye conforme pasan los meses.
En cuanto al caso del alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, pasó de ser el plan A al B. Los yerros propios de su edad y la poca pericia que manifiesta en los asuntos de la grilla nacional, terminaron por sentarlo en la banca en calidad de suplente.
Así pues, que nadie se asombre si en un futuro no muy lejano observamos maniobras, en apariencia desconcertantes, en las que los personajes involucrados en los procesos que se avecinan, pactan para impulsar a Marcelo Ebrard desde las entrañas del Movimiento Ciudadano.
Que tampoco nos extrañe que en breve circulen en las redes sociales y medios de comunicación fotografías en las que los ahora adversarios, departen frente a un churrasco o se echan unos vinitos en alguna cantina.
Y es que como dicen los clásicos: en política nunca hay sorpresas, sólo sorprendidos.
@oscarabrego111
@DeFrentealPoder