El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López–Gattel es contundente: la salud de la población en México está “crónicamente deteriorada” por factores como obesidad, diabetes e hipertensión. Estos son factores de de riesgo ante la enfermedad del coronavirus SARS -CoVi2: la covid–19.
La diabetes, por ejemplo, puede aumentar hasta 95 por ciento el riesgo de complicaciones.
López Gattel atribuye este deterioro al alto consumo de alimentos ultraprocesados; es decir, a la industria.
Sin embargo, el 11 de marzo, los empresarios intentaron frenar la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010 (NOM 051) sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados. Es decir, dos semanas antes de que estallara la pandemia en México.
El 24 de enero de enero pasado, los Comités Consultivos Nacional de Normalización de la Secretaría de Economía y el de Regulación y Fomento Sanitario de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) modificaron dicha norma. Agregaron demandas muy añejas de sectores que defienden al consumidor.
Entre los principales cambios que se aprobaron en esta NOM, se encuentra el etiquetado frontal de advertencia. Esto permitiría identificar de una forma rápida, clara y veraz aquellos productos con exceso de azúcares, grasas trans, grasas saturadas, sodio y calorías. Con ello, dijeron en un comunicado, “se da cumplimiento a la reciente modificación de la Ley General de Salud por parte del H. Congreso”.
Mas en pleno inicio de la crisis por la pandemia en México, un tribunal colegiado revocó la suspensión otorgada por un juez. Pero el juicio sigue. El gobierno mexicano tienen que enfrentar dos cosas: la falta de infraestructura de salud y “la salud crónicamente deteriorada de los mexicanos” producida por esta industria, según lo que ha dicho López–Gatell.
¿Qué implica que México sea el primer de país de América Latina con diabetes y obesidad?
En general, los mexicanos tienen malos hábitos alimentarios, desigualdad salarial para acceder a una alimentación saludable, también trabajan todo el día y la comida no es considerada una prioridad en el día a día de la población.
Shantal Freyssinier, nutrióloga al frente de un consultorio privado llamado “La cuchara”, coincide con López–Gattel.
La última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018, hecha por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) junto con la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) arrojaron datos preocupantes. “De las personas mayores de 20 años, tenemos que el 78.89 por ciento de las mujeres tiene o sobrepeso u obesidad, y el 73 por ciento de hombres”.
Las enfermedades que se relacionan a la obesidad son las cardiovasculares, hipertensión, también alternaciones endocrinas como diabetes mielitus, trastornos pulmonares como apnea del sueño –cuando el paciente deja de respirar en la noche–, este problema se presenta con la obesidad y hay una relación directa con el asma.
Para la especialista, quien trabaja principalmente con población con sobrepeso u obesidad, estos son padecimientos que ponen a la población vulnerable.
En cuanto a la propuesta del etiquetado frontal dijo que el cambio debe ser permanente.
“Hay muchas personas que intentan alimentarse sanamente, es donde entra el marketing, eligen un producto pensando que son sanos. ‘Elegiré estas galletas de avena, el empaque se ve verde’. El etiquetado frontal no nos dice nada, la persona piensa que está consumiendo un producto saludable, cuando la realidad no”.
La industria aprovechó crisis por COVID–19
Cree que la industria aprovechó la contingencia para intentar evitar ser claros en sus productos con altos contenidos calóricos, en sodio, azúcares y con pésimos o nulos valores nutricionales. “La gente toma edulcorantes porque no son azúcar, pero tiene otras implicaciones a nivel renal”, pone como ejemplo.
Somos un país, dice, que no sabe alimentarse. No hay una cultura de la alimentación. “Comemos cuando hay tiempo. Los empleadores que no se respetan los horarios de trabajo; o que los horarios no son buenos. Se vuelve un problema súper complejo, no es algo que dependa de mí como individuo sino es algo que implica otros factores sociales”.
Hay un concepto en la alimentación que es la seguridad alimentaria, se refiere al acceso a los alimentos. La mayor parte de la población sufre inseguridad alimentaria. Compran lo que les alcanza: tortas de tamal, dan energía y son baratas; además, hacen rendir jornadas de burocracia donde no hay buenos horarios de comida.
Dejar de consumir industrializados
Una solución inmediata es dejar de consumir alimentos industrializados. “Eso podría dar para que se haga mayor inversión en el campo, la gente ha dejado de trabajar sus tierras. Si la gente trabaja sus tierras, nosotros consumidores, tenemos productos de mejor calidad. Y además le están dando empleo a otras personas, un sector completamente vulnerado por la sociedad”.
Le parece complicado poder estandarizar un plan para revertir la obesidad y las enfermedades relacionadas a ésta, porque ella lo hace de forma individual, pero para que es caso por caso. No todos los problemas son los mismos. Además, alerta, son problemas que van en aumento.
En el informe de la Ensanut 2018 determina que tres de cada cuatro personas mayores de 20 años tienen un problema de sobrepeso u obesidad en México.
La pandemia de la diabetes
“En diabetes en el año 2012 había 6.4 millones de personas y en 2018 son 8. 6 millones y si vas revisando atrás, vas viendo como crece. La obesidad es un problema a nivel mundial, de hecho también se le dice pandemia. Pero, aquí en México va creciendo y es producto de los malos manejos de todo, pero mucho producto de la desigualdad social. El resultado de la desigualdad social”, enfatiza.
La hipertensión, conocida como el asesino silencioso, porque es detectada en fases avanzadas, también aumentó de 9.3 millones en 2012 a 15. 2 millones, en 2020.
Este documento también revela que el 39.1 por ciento de los encuestados mayores de 20 años tiene sobrepeso y el 36.1 por ciento, obesidad. La diabetes representó una de las principales causas de muerte en 2018 con 101 mil 257 defunciones, más de la mitad, mujeres, según datos también del INEGI.
Los etiquetados son sólo una medida de muchas
Andrea Bruguera, egresada de la escuela de Nutrición del ISSSTE no está a favor de que la obesidad sea considerada como el tema central.
Pero hay “obesidades sanas”, explica. Hay personas obesas con enfermedad de tiroides, por sedentarismo, por procesos psicológicos o por comer compulsivamente, pero que no tienen colesterol alto, ni hipertensión o diabetes. Y presentan mejores valores que gente que en apariencia, por no tener sobrepeso, sufren de las mismas. Dice que en México hay más bien “gordofobia”, terror a ser gordo y estigmatizar por apariencia la gordura.
Por esa razón para ella, “la medida del etiquetado no es la solución. El etiquetado es para prevenir y disminuir los índices de obesidad en el país. Pero no porque ya se tenga el etiquetado […] la gente lo va a dejar de consumir y va a disminuir la obesidad. Por supuesto que no”.
Coincide con Freyssinier, en el sentido que si una persona se alimenta adecuadamente, difícilmente parará en el hospital por neumonía por covid–19.
“Yo no creo que los alimentos industrializados o chatarra sean el problema. Tenemos alcoholismo, esa parte de las políticas públicas, se ha estandarizado la dieta correcta, cuando no todos tienen acceso a los mismos alimentos, los demás forman parte de una mala alimentación. No hay adecuación en nutrición, las personas crecen y van adoptando hábitos de alimentación, para ellos es normal y no saben como nutrir a su cuerpo”, critica.
Se normaliza el no desayunar y los alimentos altos en carbohidratos con un bajo contenido nutricional. Por eso es importante que desde las políticas públicas se enseñe a la gente a comer sano, sin tener que gastar más que los productos de la canasta básica.
Apela a comer saludable antes de obsesionarse con perder kilos y ya.
(Por Vania Pigenutt, Red de Periodistas de Pie).