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Los otros «muros» de la frontera

Calor de 50 grados centígrados, ríos caudalosos, pantanos, pastizales que se convierten en laberintos. En los de miles kilómetros cuadrados que comparten México y Estados Unidos hay trampas naturales que históricamente frenan la migración irregular, de una manera más efectiva que el controvertido muro que pretende construir el presidente Donald Trump.

Algunas de estas zonas donde no hay una barrera física, concentran la mayor cantidad de muertes de migrantes de acuerdo con informes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos y conteos extraoficiales de organizaciones civiles.

Son terrenos como el desierto de Altar, Sonora y del sur de Tucson, Arizona; o los pastizales que cubren la punta sur de Texas, entre el Golfo de México y Laredo. Regiones que se han convertido en cementerio. No se sabe cuántas personas yacen allí, aunque algunos activistas creen que pueden ser miles de personas.

Un ejemplo: desde 1999, la oficina médica forense del condado de Pima, en Arizona, ha recibido más de 2 mil 800 restos de personas que intentaron cruzar a través del desierto. La principal causa de muerte fue la exposición a los elementos como el calor, deshidratación, o el ataque de serpientes e insectos ponzoñosos.

Algo parecido pasó en 2002 con los más de 300 restos que el Centro de derechos humanos del sur de Texas encontró tan solo en el condado de Brooks, a unos 100 kilómetros al norte de la frontera con Reynosa. Desde entonces, no han dejado de rescatar cuerpos perdidos en los páramos para identificarlos.

Concentración de muertes

En ambas regiones ya existe algún tipo de muro, sin embargo, no es continuo y en ciertos lugares se interrumpe. Son los espacios que aprovechan los migrantes para cruzar la frontera.

A esto se refirió Trump en una declaración en julio pasado: “No necesitas 2 mil millas de muro porque tienes muchas barreras naturales”, dijo a periodistas que le acompañaban en un vuelo.

“Hay montañas. Ríos que son violentos y despiadados, incluso hay áreas tan remotas en las que no existe gente cruzando”, dijo el magnate, quien (ahora) cree que sólo necesita unos mil 400 kilómetros de frontera amurallada. Actualmente ya existe algún tipo de división física a en mil 46 kilómetros de frontera.

A la zona del desierto y a la de los matorrales hay que sumar los lugares en los que el río Bravo y sus brazos funcionan como un muro. De acuerdo con los datos recuperados por la organización No Más Muertos en su informe Desaparecidos, en 2015, los cuerpos recuperados del río en la zona del Valle de Texas aumentaron de uno al mes a uno cada semana.

Que estas zonas sean la trampa mortal en la que se han convertido no es fortuito; su letalidad es gracias a la forma en la que la patrulla fronteriza persigue a los migrantes a través de estas áreas, como lo testifica el mismo informe:

Los orilla a cruzar por las zonas más peligrosas a la espera de que el río los obligue a detenerse… O perder la vida.

Mientras que las detenciones de migrantes a lo largo de la frontera bajaron durante el último año fiscal, las muertes de migrantes están en aumento. De acuerdo con Isabel García, fundadora de la Coalición por los derechos humanos en Tucson, estas cifras legitiman la búsqueda de Trump de contratar a 15 mil elementos más para la Patrulla Fronteriza.

“Es una barbaridad de gente que desaparecemos (los estadunidenses) intencionalmente en esta frontera”, explica Isabel. Arizona, añade, fue el estado pionero en implementar las tácticas de búsqueda y persecución de migrantes en el desierto de Sonora, al que llama el laboratorio de la Border Patrol.

Los peligros de estas regiones son aprovechados por los agentes fronterizos casi como un arma para lastimar, detener y aprehender a los migrantes que buscan un camino hacia alguna ciudad al norte de la frontera.

El desconocimiento del terreno, el cansancio y las duras condiciones del entorno juegan contra los migrantes.

Altar, Sonora, es un paso histórico de la migración irregular

Eddie Canales, director del Centro de derechos humanos del sur de Texas, atestigua la misma realidad en la región en la que él trabaja: “Ya hay menos migración, menos detenidos, pero las muertes siguen. Están aumentando las muertes y bajando las entradas”.

Después de cruzar la frontera, atravesar estos parajes desolados es el reto. Para lograrlo, los traficantes de personas juntan a grupos de aproximadamente 10 personas. Y un día, antes de que rompa el amanecer o durante la madrugada, los suben a una camioneta, emprenden camino por la carretera y en un punto desolado del camino los dejan, los avientan a los matorrales, cuenta Canales.

“Les dicen métanse pa’llá. Y corran pa’llá con el coyote; y así le hacen. Sea rancho, sea monte y la gente comienza a correr y corren con el coyote, pero algunos no aguantan el paso y se quedan atrás”.

Para no permitir que estos grupos se adentren más en Estados Unidos, la patrulla fronteriza desarrolló el método “Chase and scatter”, literalmente cazar y dispersar. Después de que los agentes alertan a un grupo de estos, los persiguen para interceptarlos y detenerlos.

Sin embargo, de acuerdo con el informe del mismo nombre de la organización No Más Muertes, esta táctica hace que la gente se pierda en terreno inhóspito.

El documento detalla cómo, para lograrlo, se usan helicópteros, cámaras en globos aerostáticos, cámaras de calor, cuatrimotos y otros vehículos así como perros e incluso caballos.

La familiaridad con el terreno y sus peligros son aprovechados por los agentes fronterizos en un siniestro juego del gato y el ratón, en el que el cansancio y las duras condiciones del entorno juegan contra los migrantes.

Tal vez esta es la razón por la que los republicanos partidarios de Trump hayan propuesto un paquete presupuestario en el senado que contempla mil 600 millones de dólares para construir el muro. Pero como se explica en una nota del sitio especializado The Hill, se usaría sólo para fortalecer el muro en el área del Río Grande de Texas y en San Diego, California; así como para destinar más fondos a la patrulla fronteriza.

Una historia conocida: construir unos kilómetros de barda y toda clase de artilugios tecnológicos, en un terreno donde los periodistas, políticos y electores puedan verlo con facilidad.

Y ya. Del resto del trabajo, de cumplir la sentencia de muerte para frenar a los migrantes se encarga la naturaleza.

“Este trabajo forma parte del proyecto En el Camino, realizado por la Red de Periodistas de a Pie con el apoyo de Open Society Foundations”.

 

• Paralelo Veinte

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