La sacrificada ciudad de León con la modificación del proyecto de la presa El Zapotillo, nunca consideró un plan B para resolver su problema de abasto de agua potable para la ciudad.
Desde que en 1995 el gobierno federal decretara reservadas las aguas del Río Verde para dotar de agua a esta ciudad, existieron ya al menos dos intentos para traer las aguas de la cuenca vecina.
El primero en 2003 con la presa de San Nicolás en Jalostotitlán donde pretendía llevar 3.8 metros cúbicos mediante un acueducto de 100 kilómetros y ahora con El Zapotillo, donde el presidente López Obrador decidió cancelar el trasvase a la ciudad de León para evitar inundar tres poblados de los Altos de Jalisco.
De acuerdo con datos del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de esa ciudad, el 95 por ciento del abasto de agua lo realiza a partir de pozos lo que ha ocasionado el abatimiento de los mantos freáticos.
En teoría, León pretendía recibir 3.8 metros cúbicos de agua por segundo de la presa El Zapotillo para dejar descansar las aguas subterráneas y permitir que se recuperen los acuíferos.
Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que los mantos freáticos no se podrían reponer ya que el organismo operador del agua apenas extrae el 15 por ciento del volumen que se aprovecha del acuífero y el restante 85 por ciento corresponde a la explotación agrícola.
Según el Plan Estatal Hidráulico de Guanajuato, que hace una radiografía de los volúmenes de agua de los que dispone el estado, hay acciones para un adecuado aprovechamiento como la tecnificación de los sistemas de riego, conversión de cultivos, aumentar la eficiencia del sector público-urbano y ajustes en la dotación de agua potable, lo que representaría tener que invertir más de 8 mil millones de pesos.
La sobre explotación del acuífero del Valle de León, ha derivado en que los pozos tengan que perforarse hasta a 100 metros y el abatimiento es de un metro cada año. El acuífero tiene una recarga por las lluvias de 264.3 millones de metros cúbicos anuales, pero se extraen 312.5 millones, 80 de los cuales son para el abasto de León y el resto para la industria y la agricultura.
Sin El Zapotillo, la ciudad tendrá que apostarle al re uso de agua, más eficiencia en la distribución e impulsar la cultura del ahorro del vital líquido.
No obstante, expertos advierten que la solución de agua para León no está en otra cuenca sino en las presas del estado, modernizar sus sistemas de riego (se pierde hasta el 60 por ciento del agua) y sobre todo aprovechar la Sierra de Lobos, una extraordinaria reserva hoy declarada zona protegida y que el Instituto Municipal de Planeación ya investigó como posible alternativa de abasto.
Por lo pronto, la reciente amenaza del gobernador Diego Sinhue Rodríguez, de impedir que corra el agua del río Lerma hacia Chapala, hizo recordar la guerra que se vivió hace dos décadas cuando productores de Guanajuato cerraron compuertas de presas para evitar que llegara el agua al lago.
Fueron semanas de tensión que concluyeron con la intervención del gobierno federal, pero el episodio quedó marcado por el folclórico diputado local del PRD, José Luis Nieto Montoya, que le envió el siguiente mensaje a los jaliscienses: “que recuerden que las gallinas de arriba, zurran a las de abajo”.