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López Obrador, el rey del caos

Hay hombres que sólo quieren ver arder el mundo.

                     Alfred a Bruce Wayne al hablar sobre El Guasón.

(The Batman, El caballero de la noche)

Hay frases escritas con letras doradas que de algún modo describen el legado de personajes nacionales y mundiales en los registros de la historia.

Recordemos algunas:

“Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”.

“Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres”.

Emiliano Zapata

“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

“Los hombres no son nada, los principios lo son todo”.

Benito Juárez

“Sufragio efectivo, no reelección”.

“Son raros los que, con el poder absoluto, conservan la moderación y no dan rienda suelta a sus pasiones”.

Francisco I. Madero

“El propósito de la libertad es crearla para otros”.

“Vivo por un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.

Nelson Mandela

No hay camino para la paz, la paz es el camino”.

“Creer en algo y no vivirlo es deshonesto”.

Mahatma Gandhi

Ahora bien, ¿con qué apotegmas plasmados con fango y sangre- quedará registrado en los anales de nuestra memoria el presidente Andrés Manuel López Obrador?

Aquí la respuesta:

“¡Al diablo con sus instituciones!”.

“Que no me vengan a mí con ese cuento de que la ley es la ley”.  

Aunque fuimos millones los que caímos en el engaño, hoy debemos reconocer que el presidente siempre dio muestra de que lo suyo es la destrucción. Desde la toma de pozos petroleros en Tabasco hasta la invasión al Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, López Obrador dejó claro que es adicto al caos, y que encontró en la política el refugio para cometer todo tipo de delitos y caminar por el sendero de la impunidad.

Nadie en el ámbito de las ciencias sociales ha podido descifrar cómo es que hay gente capaz de seguir y defender las causas de alguien que promueve la devastación. Existen episodios documentados en los que incluso el suicidio colectivo es la culminación de este tipo de fenómenos.

¿De qué forma podemos explicar que aún haya millones de mexicanos que apoyen a un mandatario que promulga el odio y la confrontación entre la sociedad?

Tenemos varias hipótesis para contestar lo anterior; sin embargo, todo apunta a que en las entrañas de un buen porcentaje de la población persiste el rencor hacia los gobiernos de antaño, mismos a los que responsabiliza –seguro que con justificada razón- de su desgracia económica y las pocas oportunidades con las que contó para salir adelante.

Ese sector que recibe las dádivas de los programas asistenciales del obradorato, parece ser lo que todavía sostiene los decadentes niveles de aprobación de Andrés Manuel.

Como lo previeron algunos opinantes profesionales, a menos de dos años de que AMLO desaloje Palacio (si es que lo hace), incrementó su furia.

La Casa Gris de Houston, El Rey del Cash, el hackeo de Guacamaya Leaks y la marcha en defensa del INE, echaron más leña a su lumbre interior.

De ahí que cada mañanera se haya convertido en una proclama incendiaria.

Sobre el particular, no está por demás recordar lo que afirmó el expresidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo: “el presidente reaccionó (ante la manifestación en contra de su reforma electoral) con incoherencias e injurias desorbitadas, reveladoras de perturbaciones psicológicas graves”.

Así pues, tengamos cuidado. Andrés Manuel tiene al ejército y a la delincuencia de su lado. Y su delirio –al igual que la locura del Guasón- está fuera de control.

Lo peor está por venir luego de la marcha del ardor.

@oscarabrego111

@DeFrentealPoder

• Óscar Ábrego

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Empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.

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