La realidad es que difícilmente alguien espera una sorpresa en el contenido del segundo Informe Presidencial que rendirá este martes 1 de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Incluso podemos adelantar que ya sabemos de memoria el reporte que entregará. Dirá que “Esta crisis es pasajera, transitoria. Que pronto regresará la normalidad, que la pandemia está domada, que venceremos al coronavirus, que reactivaremos la economía y que México seguirá de pie, mostrando al mundo su gloria y su grandeza”.
Por supuesto, también se puede advertir que tendrán un largo espacio en su discurso los reproches y señalamientos a sus adversarios, a los neoliberales, y esta vez se sumará la pandemia como responsable también de cualquier situación negativa que haya desde su punto de vista que consignar.
Será pues difícil escuchar en el Informe presidencial que “México vivirá la peor crisis desde 1932”, como lo adelantó hace un par de días el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, quien dijo a su vez que “si es pasión que se nos borre”, que no habrá una recuperación expedita de la caída económica, y que “se acabaron los ‘guardaditos’”. Para rematar con el anuncio de un recorte en el Presupuesto de Egresos de la Federación que presentará a más tardar el próximo 8 de septiembre a la Cámara de Diputados.
Muy difícilmente AMLO reconocerá en su informe todo lo expresado por el titular de Hacienda.
Tampoco se espera que repita la frase lapidaria que el 4 de junio soltó el doctor Hugo López Gatell, subsecretario de Salud, quien dijo que un escenario catastrófico para México en el marco de la pandemia por Coronavirus sería llegar a 60 mil muertes, siendo que este domingo se superaron los 64 mil decesos por covid 19.
No dirá que va en incremento el número de homicidios dolosos y que se ha superado el promedio de 100 cada día, aún cuando apenas la semana pasada el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, reconoció incrementos en diversos rubros, tales como homicidios y delincuencia organizada.
De acuerdo a su estadística “en cifras absolutas, a nivel nacional, se registraron de enero a julio de este año 20 mil 494 homicidios, es decir, un incremento de 1.6 por ciento respecto a 2019, aunque de acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública(SESNSP) el reporte es aún más terrible ya que de acuerdo a sus números de enero a julio es de 25 mil 52 homicidios dolosos en todo el territorio nacional, que sumados al año anterior, dan un acumulado de 60 mil 826 en lo que va del sexenio.
También reconoció Durazo incremento en los delitos de delincuencia organizada que aumentaron 59.7 por ciento en 2020 en comparación con 2019.
Y obviamente, López Obrador no admitirá que nada se ha avanzado en la lucha anticorrupción, mucho menos tratándose de una bandera que ha ondeado desde todas sus campañas y sigue siendo su estandarte aún como presidente.
Y es que, habrá que decir que hasta el momento su más importante logro es la detención del ex director de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Emilio Ricardo Lozoya Austin, pese a que esta se consiguió en el extranjero gracias a las autoridades españolas que posteriormente autorizaron su extradición. Luego entonces, el susodicho se acogió al criterio de oportunidad y el presunto logro ha quedado en entredicho, dado que nadie lo ha visto en nuestro país, se le protegió para que no pisara la cárcel simulando una enfermedad que lo mantuvo en un hospital privado, se le escondió de la prensa, se filtró su declaración, se exhibió esta como triunfo toda vez que involucra a altos funcionarios de administraciones pasadas y se hizo circular un video de ex funcionarios panistas contando dinero, pero sin presentar una sola prueba, para colmo, una investigación de “Mexicanos contra la corrupción”, ha revelado hoy que “Las pruebas sobre el financiamiento electoral de Odebrecht en 2012, que Emilio Lozoya entregó para no ser encarcelado, estaban en poder de la PGR, hoy Fiscalía, desde septiembre de 2018, según consta en un expediente que tienen en su poder.
En contraparte, se mantiene a la ex Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles en prisión desde hace ya más de un año, siendo que acudió voluntariamente a declarar -tras ser acusada de permitir el desvío de fondos públicos por unos 255.6 millones de dólares a través de universidades públicas y empresas fantasma-. El juez de control le impuso prisión preventiva por riesgo de fuga al detectar que poseía una licencia de conducir vinculada a un domicilio distinto al declarado.
A la empresa editorial “Nexos”, la Secretaría de la Función Pública (SFP) le impuso una inhabilitación de dos años para recibir publicidad y una multa de casi un millón de pesos, al considerar inaceptable que “se enriquezcan con adjudicaciones directas”, luego de que la publicación proporcionara “información falaz, con total falta de ética y legalidad”.
En cambio, no se ha medido con la misma vara para sancionar a familiares del presidente de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlet, o a los parientes del Director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, quienes han utilizado las posiciones de sus parentela para ganar licitaciones de gobiernos locales y federales incluso aprovechando para vender a sobre precios. Nada tampoco prosiguió a que se ventilara la presunta falsificación del título de John Ackerman, esposo de la Secretaria de la Función Publica (SFP) Irma Eréndira Sandoval, o que una investigación periodística diera a conocer las múltiples propiedades de esta pareja siendo que una de ellas habría sido un regalo del gobierno de la Ciudad de México.
También ha quedado hasta ahora en el aire el asunto del video en que el hermano del presidente recibe bolsas de dinero de un operador político del ex gobernador de Chiapas por el Partido Verde, Manuel Velasco.
De tal suerte que aún cuando los propios integrantes de su gabinete ya han admitido en declaraciones recientes los números negativos en los rubros más importantes, AMLO seguramente repetirá, como lo hace cada mañana que estamos mejor que nunca y que los neoliberales y sus adversarios “cucharean” encuestas para decir que “llega debilitado”, y disminuye su aceptación entre los mexicanos.
Un ejemplo de ello es lo ocurrido la mañana de este lunes, cuando una reportera preguntó su opinión sobre la encuesta del periódico Reforma, en la que se muestra una caída entre la aprobación de la gente y contestó que dicha herramienta de medición había sido “cuchareada”, además de que se dirigían las preguntas a “intelectuales orgánicos”. AMLO aseguró que él tenía su propia encuesta en la que le dan 65 por ciento de aprobación, así como otra en la que 70 por ciento de los encuestados quieren que se quede y 25 por ciento que se vaya, y remató citando una encuesta internacional de jefes de estado en la que, según él, aparece en segundo lugar.
De tal suerte que, aún habiendo bastante qué detallar de cómo se gastaron “los guardaditos” y cómo se han dilapidado miles de millones de pesos en apenas 8 meses de gobierno, incluidos los casi 300 mil millones que dejaron los gobiernos anteriores; aún teniendo mucho que explicar respecto a las malas estrategias para combatir la pandemia y las fallidas maniobras para amainar la inseguridad, o la infructuosa lucha contra la corrupción, seguramente escucharemos una vez más del presidente que “vamos muy bien”, aún cuando pareciere que el país se cae a pedazos.
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