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Se confirmó mi hipótesis: Carlos Lomelí será el interlocutor entre la federación y el gobierno que encabezará Enrique Alfaro.
Una vez designado coordinador del gobierno federal en el estado de Jalisco por Andrés Manuel, el doctor tendrá, en muchos sentidos, la sartén por el mango.
Y es que la llamada cuarta transformación del país que impulsa López Obrador tendrá que verse reflejada también en las entidades y de ello no escapa la nuestra. Así las cosas, la estrategia del próximo mandatario nacional tiene una lógica evidente: hay que garantizar que los programas sociales y económicos se alineen a la política de cambio mediante la creación de una poderosa figura institucional.
La desaparición de las delegaciones y subsecretarías es una muy buena señal. Y aunque se corre el riesgo de experimentar una fase inicial de parálisis administrativa, bien vale la pena sacudir desde la raíz el modelo orgánico con el que se operó desde hace bastante tiempo; y más aún, se vuelve imperativo auditar –como es el caso de Jalisco- el uso y destino de los dineros que se “aplicaron” y “administraron” en diversas dependencias y que ahora no se encuentran por ningún lado.
Hay que señalarlo con toda claridad, si hubo fuga de recursos y se arraigó la práctica del “moche”, fue justo en el seno de estas estructuras.
Pero más allá de la estrategia de AMLO para blindar su visión de gobierno, entonces también resulta pertinente reflexionar lo concerniente a nuestro Estado. Como es sabido, el eje de la campaña de Enrique Alfaro fue la refundación de Jalisco. De acuerdo a lo planteado por el siguiente titular del poder ejecutivo, esta propuesta incluye un esquema jurídico y político que lleve a nuevos y mejores niveles de seguridad pública y social, así como de crecimiento y desarrollo económico.
Sin embargo, las malas noticias comienzan a florecer. Por un lado, ya referí en colaboraciones anteriores que Andrés Manuel no quiere tratar con el alcalde con licencia de Guadalajara, no sólo porque se siente profundamente agraviado por él, sino porque –según información que nos ha sido confiada a algunos líderes de opinión nacionales y locales- sí existe una investigación federal y del gobierno estadounidense en su contra. Es decir, López Obrador prefiere la cautela y optó por la precaución.
De igual modo, la configuración estatal de la próxima legislatura no le facilitará arrancar del mejor modo su pretendida refundación pues no contará con la mayoría; pero por si algo faltara, la cámara federal de diputados se pintó de Morena, por lo que el financiamiento para concretar sus estrategias pasará –sin duda alguna- por aduanas político-partidistas muy rigurosas y por ende complicadas.
Así que no nos resulte extraño atestiguar en los próximos meses que la disputa por el poder público en México escale a un rango nunca antes visto. Por lo pronto, lo que podemos suponer es que si Enrique Alfaro Ramírez pensaba que la refundación de Jalisco tendría sólo su sello personal, Andrés Manuel López Obrador se encargó de decirle que no será así y que si habrá refundación será al estilo Morena y el responsable para que eso ocurra se llama Carlos Lomelí Bolaños.
