Por Lucy Pérez Camarena
En un país en el que día a día las mujeres hemos ganado espacio en la cultura, la ciencia, el arte, los deportes, la comunicación, en el ámbito social, empresarial, político y económico, resulta paradójica la exigencia que se tiene para quienes encabezan altos cargos de responsabilidad.
Y esto ocurre para Presidentas Municipales, Legisladoras, Senadoras, Gobernadoras, como para quienes encabezan un espacio de toma de decisiones como lo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues como lo refirió la Ministra Norma Lucía Piña Hernández en su discurso tras rendir protesta como Presidenta de la SCJN “no solo está presente la exigencia por representar a las Ministras y Ministros”; “Sino por ser la Primer Mujer que Preside al Máximo Tribunal y con ello representar a las mujeres” rompiendo así lo que parecía un “inaccesible techo de cristal”.
Un hecho histórico en nuestro país tan relevante como el tener a la Primer Mujer en ocupar un espacio que representa un contrapeso importante en la división de poderes, se ha visto manchado por lo que ha sido un acto deleznable como lo fue la quema de una figura que representaba a la Ministra Piña después de un acto encabezado por quien habita en palacio nacional y que llevaron a cabo un grupo de sus simpatizantesen pleno zócalo capitalino.
Este hecho no puede pasar desapercibido y no podemos dejar de manifestar nuestra indignación pues lo que ha ocurrido es el reflejo de la violencia que en todas las formas se continua reproduciendo contra las mujeres. Debería ser escandaloso el hecho de que mueran en promedio 10 mujeres al día por feminicidio, que existan madres de familia que se sienten amenazadas en su propia casa y que esa reproducción de la violencia que sufren las mujeres se haya visto reflejada en el odio y rabia como lo fueron los agravios a la figura de la Ministra quemada y violentada por una turba de personas con una irá irracional.
Lo que está ocurriendo en nuestro país es una verdadera tragedia, el discurso de odio y la división,esta permeando en la sociedad de manera preocupante, resulta inconcebible que quien debería de ser el primero en promover la unidad nacional esté incitando no solo a que “sus seguidores” repliquen sus mensajes, sino que las acciones que están tomando puedan llegar a consecuencias lamentables.
El mensaje que con la quema de la figura de la Ministra se manda a las mexicanas y mexicanos; es muy preocupante y pone de manifiesto que si una persona piensa de manera distinta al régimen, entonces se convierte en enemigo, nada más absurdo, pues quienes expresen cualquier opinión que sea diferente se enfrentarán a descalificaciones, vituperios, agravios e incluso amenazas que pongan en riesgo su integridad solo por expresar sus opiniones en un México en el que se supone existe libertad de expresión.
Este hecho ha sido condenado por todo tipo de liderazgos en nuestro país, pero… ¿Nos vamos a quedar solo en la anécdota? ¿En la queja? O simplemente ¿Pensamos que por no ser una situación cercana a nosotra/os no nos incumbe?
Muy por el contrario, hechos como este nos alertan de que si continuamos con un gobierno federal como el que ahora tenemos; cosas peores nos esperan. Nuestras hijas e hijos no merecen un futuro incierto, con miedo o donde reine la violencia, tú y yo, los dirigentes de los partidos, los líderes sociales, empresariales, barriales, todas y todos los ciudadanos podemos cambiar el rumbo del país que hoy parece estar en caída libre.
Es imperante unificar los diversos movimientos y expresiones ciudadanas que buscan una alternativa diferente al gobierno en turno; los partidos deben abrir la elección de candidata/os con procesos claros y confiables en los que incluyan ciudadana/os. Es momento de conformar un frente común y llegar a un acuerdo nacional para cambiar el rumbo. El avance que nos ha llevado a las mujeres a estar en posiciones como la que hoy ocupa la Ministra Piña Hernández debe continuar y las mujeres debemos de seguir impulsando nuestra presencia en todos los espacios de toma de decisiones para contribuir a la construcción de un mejor país. Desde aquí la solidaridad con la Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Norma Lucía Piña Hernández y el deseo de que todas las fuerzas políticas, pero preponderantemente con la ciudadanía se puedan generar las condiciones necesarias para lograr cambiar de rumbo de México.