Sólo hay algo más vergonzoso que el episodio diario de “La Mañanera” que ayer llegó a su fin, la abyección de la mayoría de los comunicadores afines a la 4T que en cada jornada fabricaron un cerco de protección y apapacho al presidente López Obrador.
La reunión que recientemente tuvieron con el primer mandatario, donde lo recibieron con coros de “es un honor estar con Obrador”, cerró con broche de oro este lunes, cuando AMLO rifó su reloj entre los “periodistas” presentes.
Julio Gómez, de sinpuntosnicomas.tv, un medio que se transmite únicamente por YouTube fue el ganador del reloj y visiblemente emocionado, besó el reloj, abrazó al presidente y le dio un beso en la mejilla.
Después vinieron los tamales de despedida para los que cubrieron durante seis años las conferencias de prensa del presidente.
En el “medio de comunicación” de sinpuntosnicomas.tv, sus integrantes festejaron la fortuna que tuvieron de haber ganado el reloj del presidente y lamentaron que terminara su gestión.
Durante este tiempo mañanero, “épicos” fueron los momentos donde un personaje bautizado como “Lord Molécula”, cuyo nombre es Carlos Pozos Soto, ensalzó al presidente llenándolo de elogios, a la menor provocación.
Por cierto, su página de internet recibió durante el sexenio numerosos pagos por publicidad oficial.
La conferencia matutina, mejor conocida como “La Mañanera” del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, es cierto que fue un espacio que ha marcado un antes y un después en la relación entre el poder ejecutivo y los medios de comunicación en México, aunque no necesariamente para bien.
Desde su inicio en diciembre de 2018, las conferencias se convirtieron en un ejercicio lapidario de López Obrador hacia sus adversarios, entre los que incluyó a periodistas y a medios de comunicación críticos de su proyecto político.
La conferencia de prensa misma no era tal. En muy contadas ocasiones el presidente respondió puntualmente alguna pregunta incómoda, cuando periodistas independientes al séquito que seguía a López Obrador, pudieron intervenir en esos encuentros.
Un episodio extremo sucedió cuando la periodista Reyna Ramírez, le reclamó al presidente que haya pedido aplausos para Sheinbaum a los reporteros que acudieron al singular Encuentro Continental de Comunicadores Independientes (donde lo recibieron con porras y el “te queremos presidente, te queremos”), a lo que López Obrador respondió pidiendo más aplausos en esa mañanera para la presidente electa y de paso también para la reportera y cerró con “que viva el amor”.
El encono del entonces presidente hacia periodistas como Carlos Loret de Mola, lo llevó a exhibir información personal del comunicador sobre sus ingresos profesionales y hasta publicar datos personales de una periodista extranjera que publicó un artículo que incomodó al primer mandatario.
“La Mañanera” se convirtió en un vehículo de evangelización política, una arena política para la campaña de su partido, un espacio para golpear a los rivales y siempre utilizando a todos los medios de comunicación para difundir sus fines, ya sea los incondicionales o hasta los críticos.
En este espacio, López Obrador llevó el peso de su proyecto político, enfrentó a organismos como el INE, el INAI, partidos, personajes y hasta los dardos que lanzó a otros gobiernos del mundo.
Con una habilidad que nadie le discute, AMLO llevó la agenda pública en este espacio que difícilmente podrá repetirse. Claudia Sheinbaum no tiene la personalidad del tabasqueño, ni tampoco pretende mantener el mismo formato.
Pero más allá de la figura de “La Mañanera”, lo que tardará un tiempo para borrarse, es la imagen denigrante de “comunicadores” que acompañaron a López Obrador, que hicieron recordar la más recalcitrante época del PRI, cuando los periodistas de entonces se ganaron a pulso el apodo de “prensa vendida”.