BEIJING (Xinhua) — Margaret Mwanza, de 11 años de edad, está muy contenta estos días, porque ya puede volver a ir al colegio, no solo a aprender, sino a comer una comida caliente, probablemente la única del día.
«Para los pobres, la falta de acceso a la educación no es la única consecuencia preocupante de la pandemia de COVID-19. El cierre de las escuelas significó que los niños perdieran beneficios nutricionales», dijo la zambiana Judith Mwanza, madre de Margaret.
Margaret es solo uno de los muchos niños en todo el mundo que están pasando por más dificultades y sufrimiento en medio de la pandemia; además de los muchos infectados o incluso muertos por el virus, la COVID-19 también está sumiendo a más niños en la pobreza y dejándolos con una educación deficiente, lo que se suma a otras crisis que ya existían antes de la pandemia.
Con la conmemoración del Día Mundial del Niño, es ampliamente reconocido que la comunidad internacional debe unirse de inmediato para salvar a los niños de diversas crisis y construir un futuro mejor para cada niño.
VÍCTIMAS DE LA PANDEMIA
«Esta es una crisis universal y, para algunos niños, el impacto durará toda la vida», dijo el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en un informe de octubre.
Este impacto es, en primer lugar, evidente en el número de niños infectados con el virus mortal. Por ejemplo, después de la reapertura de las escuelas, varios países africanos han sido testigos de un aumento de las infecciones entre los estudiantes.
La situación no es mucho mejor en países desarrollados, como Estados Unidos. Según un informe publicado el lunes por la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) y la Asociación de Hospitales de Niños, casi 1,04 millones de niños estadounidenses se han infectado con la enfermedad hasta el 12 de noviembre, lo que representa el 11,5 por ciento de los casos en todo el país.
Durante la última semana, se han reportado casi 112.000 casos de niños, el aumento semanal más alto desde que comenzara la pandemia, según el informe.
«Como pediatra que ha practicado la medicina durante más de tres décadas, encuentro este número asombroso y trágico», dijo la presidenta de la AAP, Sally Goza, en un comunicado.
Aparte de los peligros provocados por la pandemia, la vida de los niños también está cambiando profundamente en otros aspectos.
Alrededor de 150 millones de niños más viven en pobreza multidimensional debido a la pandemia, dijo UNICEF en su informe de octubre, agregando que el porcentaje de niños que carecen de acceso a la educación o a servicios sanitarios aumentará del 47 por ciento al 56 por ciento en la era pospandémica.
Según un informe de mayo de la organización benéfica global Save the Children, casi uno de cada cuatro niños que viven en confinamiento por la COVID-19, con restricciones sociales y cierres de las escuelas está lidiando con sentimientos de ansiedad, y muchos corren el riesgo de sufrir angustia psicológica duradera.
El impacto físico y mental puede ser más dañino para los niños de los barrios más pobres. Según un nuevo informe de UNICEF, publicado en noviembre, la COVID-19 está suspendiendo la educación de más de 137 millones de niños, el 97 por ciento de los estudiantes, en América Latina y el Caribe. Un estudio del Banco Mundial publicado hace meses advirtió que en medio de la pandemia, los niños iraquíes menores de 18 años enfrentarán un aumento de la pobreza del 15,8 por ciento.
La Brookings Institution informó recientemente que, si bien el 90 por ciento de los niños de los países desarrollados se han adaptado a las plataformas de aprendizaje remoto, menos del 25 por ciento de los africanos tienen acceso a este método de enseñanza.
Rogers Kasirye, director ejecutivo de la organización no gubernamental Uganda Youth Development Link, dijo que de unos 1.500 niños apoyados por la organización, el 60 por ciento informó que se han enfrentado a la explotación sexual durante el confinamiento nacional para poder comer.
«Recibimos llamadas de socorro de algunos de nuestros jóvenes a los que servimos a diario en nuestros centros de acogida, diciendo que la vida se había vuelto insoportable. Había mucha hambre y se infligió algo de violencia a los niños», dijo Kasirye.
CRISIS CRÓNICAS
Lamentablemente, la pandemia de COVID-19 no es el único problema que amenaza el bienestar de los niños. De hecho, como señaló el informe de octubre de UNICEF, alrededor del 45 por ciento de los niños en todo el mundo se vieron gravemente privados de al menos una de sus necesidades críticas, desde educación, atención médica, vivienda, nutrición, saneamiento hasta acceso al agua, incluso antes de que la pandemia azotara al mundo.
«Casi 14 millones de niños no recibieron ninguna vacuna en 2019. Además, casi 6 millones de niños recibieron algunas, pero no todas las necesarias para una protección completa contra muchas enfermedades potencialmente mortales», reseñó el informe.
Un análisis conjunto de UNICEF, Clinton Health Access Initiative, Save the Children y Murdoch Children’s Research Institute, publicado el 12 de noviembre, sugirió que la neumonía grave deja cada año en 124 países de ingresos bajos y medios unos 4,2 millones de niños menores de cinco años con niveles de oxígeno críticamente bajos.
Además, otro análisis realizado por UNICEF y el Banco Mundial en octubre señaló que uno de cada seis niños, o 356 millones en todo el mundo, vivía en la pobreza extrema antes de la pandemia.
Según la ONU, la larga guerra en Yemen ha dejado a dos millones de niños menores de cinco años desnutridos y ha obligado a dos millones a dejar la escuela, dejando a muchos sin poder regresar a sus escuelas durante más de cinco años y, a otros que tienen la suerte de volver, a tener que estudiar en tiendas de campaña, chozas con techo de paja o incluso bajo los árboles.
Estos niños también enfrentaron una escasez de maestros, equipo educativo y otra infraestructura necesaria, complementó la organización.
«Tenemos el problema de que el analfabetismo se está extendiendo debido a la interrupción de la educación durante los años de la guerra… ahora hay niños de 10 años o más que no saben leer», explicó a Xinhua Abdullah Mutanbek, director de una escuela en el norte de Yemen
Los niños también sufren de acoso y comportamientos aún más violentos. Alrededor de una quinta parte de los niños de 10 a 15 años en Inglaterra y Gales, lo que equivale a 764.000 menores de edad, ha experimentado al menos un tipo de comportamientos de acoso en línea en el año que finalizó en marzo de 2020, según una encuesta de la Oficina Británica de Estadísticas Nacionales, divulgada el lunes.
El número de acosadores al interior de las escuelas primarias, intermedias y secundarias de Japón, así como en las escuelas de apoyo especial, alcanzó un récord de 610.000 en 2019, según una encuesta publicada recientemente por el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología del país.
UN LLAMADO A LA SOLIDARIDAD
«El 20 de noviembre, los niños volverán a imaginar un mundo mejor. ¿Qué harás para ayudar?», preguntó UNICEF en su sitio web.
De hecho, a medida que 2020 suscita más preocupaciones sobre las condiciones actuales de la infancia, se ha acordado ampliamente que el mundo debería unirse y hacer más para proteger a los niños.
Muchos países, organizaciones y empresas ya se han comprometido y tomado medidas. Como país preponderante y responsable, China ha donado suministros médicos para atender la COVID-19 a mujeres y niños en 53 países africanos a través de la Organización de Primeras Damas Africanas para el Desarrollo.
China también ha enviado médicos a los países menos desarrollados del mundo para curar a los niños que desarrollan síntomas graves de la COVID-19 mientras padecen malformación congénita y desnutrición, y ha ofrecido ayuda financiera y su experiencia a los esfuerzos de reducción de la pobreza de otros países.
En la Declaración de Moscú de la 12ª Cumbre de los BRICS publicada el martes, las cinco principales economías emergentes (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) expresaron su preocupación por el creciente desafío de proteger a los niños de la explotación sexual en línea y otros contenidos dañinos para su salud y desarrollo.
Añadieron que esperan fortalecer la cooperación para impulsar iniciativas destinadas a garantizar la seguridad de los niños en Internet.
En abril, UNICEF y Microsoft anunciaron la expansión del Pasaporte para el Aprendizaje, una plataforma de enseñanza global para ayudar a los niños y jóvenes a continuar sus estudios en casa. Kosovo, Timor Oriental y Ucrania fueron los primeros en implementar su plan de estudios en línea a través de la iniciativa.
Un mes después, UNICEF anunció otro acuerdo de asociación con el operador móvil Airtel África para ayudar a proporcionar acceso al aprendizaje en línea a aproximadamente 133 millones de niños en edad escolar en 13 países de África subsahariana, que se ven afectados por el cierre de escuelas durante la pandemia.
Para conmemorar el Día Mundial del Niño de este año, los monumentos y edificios emblemáticos de la India se iluminarán en azul en solidaridad con los derechos del niño y contra el impacto de la COVID-19 en la vida de los infantes.
Y se puede hacer mucho más. Según UNICEF, los gobiernos de todo el mundo deben adoptar un plan de seis puntos para garantizar que todos los niños aprendan, tengan igual acceso a los servicios de salud y nutrición, en particular a las vacunas, así como al agua potable, el saneamiento y la higiene, y eliminen el abuso, la violencia basada en el género y la pobreza y recibir apoyo en medio de conflictos, desastres y desplazamientos.
«Hacer frente a la pandemia mundial de COVID-19 es fundamental. Sin embargo, otras enfermedades mortales también amenazan la vida de millones de niños en algunas de las zonas más pobres del mundo. Es por eso que hoy pedimos urgentemente una acción mundial de los líderes de los países, los donantes y socios», exhortó en un comunicado la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.
(Los reporteros de Xinhua Zhao Yupeng y Lillian Banda en Lusaka, Zhang Gaiping en Kampala, Wang Jiangang en Nueva York, Deng Xianlai en Washington, Wang Shang, Mohammed Mohammed y Rahman Al-Ansi en Saná, Larry Neild y Zhang Dailei en Londres, Ye Shan y Jiang Qiaomei en Tokio, y Hu Xiaoming en Nueva Delhi también contribuyeron a esta historia)