El nivel de horror por el secuestro, asesinato y posterior desaparición de tres estudiantes de cine disueltos en ácido, me llevó a afirmar en este espacio que Jalisco había tocado fondo; pero tras conocer que integrantes del crimen organizado tomaron un camión para incendiarlo con pasajeros a bordo con el saldo de la muerte por quemaduras de Tadeo, un bebé de ocho meses, me hizo considerar que el estado tiene doble fondo.
La virulenta acción del cártel innombrable ya para las autoridades estatales, de atentar contra el ex fiscal general del estado (circunstancialmente secretario del trabajo), Luis Carlos Nájera, en un restaurante lleno de comensales y a plena luz del día, describe el nivel de odio que hay por parte de la delincuencia contra el personaje.
Meses antes de dejar el cargo, amigos de su familia me confiaron que estaba buscando colegio para sus hijos en Estados Unidos donde ya tenía casa a donde marcharse. Nájera abandonaría el puesto de fiscal en julio de 2015 y permanecería hasta principios de este 2018 cuando regresó sorpresivamente a hacerse cargo de la cartera de Secretario del Trabajo.
Tras el ataque sufrido este lunes, el propio gobernador del estado reconoció que una de las explicaciones de los hechos tendría que ver con su actuación como fiscal general donde asestó fuertes golpes al más poderoso cártel del país.
La exposición del mandatario desata entonces muchas dudas:
¿Por qué regresar al estado a su fiscal estrella en medio de las severas amenazas que había hacia su persona? ¿Qué habilidades desconocidas tiene en el ámbito laboral para colocarlo en el despacho del Trabajo en Jalisco? ¿Qué motiva a Luis Carlos Nájera a regresar en momentos en que se ha desatado la violencia en la entidad a niveles alarmantes? ¿Fue traído en realidad a la cartera que ostenta o es una especie de asesor a distancia de la Fiscalía General?
En promedio, en Jalisco tienen lugar cada día ocho homicidios, aunque hay fines de semana donde se han dado tan solo en la zona metropolitana de Guadalajara hasta doce asesinatos.
El apoderarse de unidades del transporte público para después incendiarlas en diferentes avenidas, tiene como mensaje último sembrar el terror en la ciudad.
No es la primera ocasión que el crimen organizado utiliza a simples ciudadanos para causar alarma. En noviembre de 2011, 26 cuerpos aparecieron en camionetas en Los Arcos del Milenio en lo que se consideró un mensaje enviado por el Cártel del Milenio hacia sus rivales en la lucha por la plaza.
Aunque varios de los asesinados tenían antecedentes penales, destacó el caso de otras personas que fueron levantadas al azar o simplemente por encontrarse cerca del sitio donde fueron capturados los rivales.
La masacre con armas de grueso calibre de 15 elementos de la policía estatal en la costa, el intento de asesinato del comisionado de seguridad Alejandro Solorio, etc, forman parte de esta historia de ataques criminales…
El malestar generalizado en la población está sustentado: hay temor porque las estrategias de combate a la delincuencia han fallado.
Sin embargo, el gobernador está en lo correcto al llamar a la población a denunciar y a colaborar con la autoridad. Aunque las instituciones hayan fallado, los ciudadanos sólo tenemos a éstas como el único escudo para hacer frente al crimen organizado.
Sumarse al coro contra la ineficiencia, sólo es socavar en forma involuntaria, la fuerza del estado para combatir la inseguridad.
Y si no hay razones para mantener este apoyo, nos queda el coraje. El repudio de recordar como un grupo criminal incendia un camión con pasajeros y causa la muerte de Tadeo, un bebé de apenas ocho meses de vida.