La guerra en Gaza, que cumplió un año en octubre de 2024, ha sido uno de los conflictos más devastadores en la región, con más de 41,000 palestinos fallecidos, entre ellos mujeres y niños. El conflicto estalló como una nueva fase de hostilidades entre Israel y Hamas, agravada por tensiones históricas y políticas.
A lo largo de este año, los bombardeos israelíes han destruido barrios enteros en Gaza, dejando miles de viviendas, escuelas y hospitales en ruinas. La población civil ha sido la más afectada, con familias enteras pereciendo bajo los escombros de los ataques aéreos.
Israel ha defendido sus acciones argumentando que los ataques están dirigidos contra militantes de Hamas, quienes utilizan infraestructura civil para ocultarse. Sin embargo, organizaciones internacionales de derechos humanos han señalado que muchos de los ataques han sido indiscriminados, afectando principalmente a civiles.
Los ataques a áreas densamente pobladas, como los mercados y zonas residenciales, han provocado fuertes críticas y acusaciones de crímenes de guerra. Además, las investigaciones apuntan a que muchos de estos ataques no respetan el principio de proporcionalidad, un pilar del derecho internacional humanitario.
El bloqueo total impuesto sobre Gaza por parte de Israel ha intensificado la crisis humanitaria. Actualmente, más de un millón de personas se encuentran desplazadas, viviendo en condiciones precarias sin acceso a servicios básicos como agua potable, alimentos y atención médica.
Naciones Unidas y otras organizaciones humanitarias han denunciado que esta situación equivale a una forma de castigo colectivo, lo cual está prohibido por el derecho internacional. A pesar de los llamados internacionales para poner fin al conflicto, la violencia persiste, y el panorama de la región sigue siendo incierto.