¡Fuera máscaras!
Enrique Alfaro es el líder y será, en consecuencia, el director de la orquesta naranja en Jalisco.
Que nadie se espante. En el implacable e impredecible mundo de la política, no hay sorpresas, sólo sorprendidos.
En este espacio he insistido en que nadie puede regatearle al gobernador haber construido –prácticamente de la nada- una expresión con bases sólidas y poderosos cimientos.
Ni siquiera sus críticos más ácidos tienen argumentos para demeritar un logro que se ha sostenido contra viento y marea.
Si bien su peculiar estilo de conducirse ha menguado el buen ánimo del electorado en favor del movimiento naranja, lo cierto es que el emecé se mantiene como la fuerza partidista mejor articulada de la entidad.
El PRI, Acción Nacional y los demás, continúan en un rango mínimo de aceptación de frente al votante. Lo más probable es que así seguirán, administrando penosas derrotas, a menos que impulsen perfiles sociales.
Al margen de lo anterior, vale la pena detenernos un momento para revisar el juego de las fotos que se dio la semana que recién terminó y cuyo protagonista fue Alfaro Ramírez.
Primero, la imagen en compañía del alcalde tapatío Pablo Lemus, el senador Clemente Castañeda y el secretario del Sistema de Asistencia Social.
Luego, con Salvador Zamora, presidente de Tlajomulco.
Después, con la senadora Verónica Delgadillo.
El mensaje es claro: como aún no hay reglas para la definición del abanderado o la candidata, quien marca los tiempos, controla los movimientos y escoge a los probables, es Enrique Alfaro.
Junio es el mes clave.
Justo después de las elecciones de Coahuila y el Estado de México, el mandatario tendrá que tomar una de las decisiones más complejas de su trayectoria: quién lo sucederá en el cargo; es decir, a quién le cederá el poder.
Al respecto, a diferencia de lo que aseguran muchos opinantes profesionales, soy de los que se resiste a suponer que Alfaro buscará ostentar el dominio del gobierno estatal a través de un títere o una marioneta.
Creo que a lo más que llegará es a intentar mantener la cohesión del grupo hegemónico con el propósito de evitar fugas, peleas y rompimientos.
No veo al gobernador con rasgos de ingenuidad. Si alguien es consciente de que el poder público es una ilusión efímera, es él.
Por ello será determinante si elige quedarse hasta el final de su gestión o si se va a apoyar a Marcelo Ebrard, claro, en caso de que éste acepte la invitación de Dante Delgado, quien este sábado -de visita en la cuna del alfarismo- adelantó que la candidatura será resultado del consenso.
Pues sí, pero seamos realistas, en ese consenso la voz y el voto de Enrique definirán la decisión.
En la entrega anterior, afirmé que en realidad hay tres finalistas: Lemus, Castañeda y Zamora… Lo reitero.
A Alberto Esquer lo miro coordinando la campaña de Clemente o Salvador.
A menos de que la autoridad electoral obligue a la postulación de una mujer para la gubernatura, entonces la legisladora Verónica Delgadillo García podría obtener la designación.
El proceso que se avecina no será un paseo en calandria. Encuestas recientes demuestran que la marca Morena crece en el Estado.
Es verdad, Enrique Alfaro es el gran elector al interior de su partido, y esa es una enorme responsabilidad.
@DeFrentealPoder