Hasta hace unas semanas, los habitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, padecían la zozobra de ver inundados sus pueblos, con las fincas, templos, campos de cultivo y sus muertos. Pero ahora resulta que tienen en sus manos “el destino de cinco millones de jaliscienses”, al decidir sobre el proyecto de la presa El Zapotillo.
Se trata a todas luces de un despropósito suponer que se puede trasladar tamaña responsabilidad a los vecinos de estas comunidades, luego que fueron atropellados sus derechos con la imposición de esta obra y después que gobiernos federales y estatales fallaron en varios proyectos hidráulicos.
Para empezar, habrá que recordar que la “única” fuente de abasto de agua para la zona metropolitana de Guadalajara de la cual se espera recibir 3.5 metros cúbicos por segundo, ni siquiera fue planteada para abastecer a la metrópoli.
Desde 1941 se planeó construir una presa sobre el río Verde para traer agua a la perla tapatía, pero del sistema de embalses sólo se concluyeron El Salto y Elías González Chávez.
A raíz de que el presidente Ernesto Zedillo decidiera reservar la cuenca del río Verde para uso doméstico y público urbano en decreto de 1995, la Comisión Nacional del Agua impulsó proyectos para cumplir con el abasto de los volúmenes asignados a Jalisco y a Guanajuato.
Uno de los primeros y más absurdos fue presentado en 2003, con la presa San Nicolás en Jalostotitlán, con una cortina de 65 metros y un acueducto de 100 kilómetros para llevar agua a la ciudad de León.
Se trataba de un insólito intercambio de trasvases: Jalisco permitiría que las aguas del Verde en los Altos se enviaran al vecino estado y una vez utilizadas y tratadas, las aguas de León regresarían por el río Turbio al Lerma y de ahí al lago de Chapala.
El ocurrente embalse fue cancelado en 2004, pero en ese mismo año fue propuesto El Zapotillo, con una cortina de 80 metros de altura para dotar de 3.8 metros cúbicos a León, Guanajuato y 1.8 metros cúbicos para poblaciones de Los Altos.
Paralelamente, el gobierno federal autorizaba el proyecto de la presa de Arcediano, otro descabellado embalse que se ubicaría en la barranca de Huentitán y que recogería las aguas del río Verde y del Santiago, para bombear el líquido a más de 500 metros de altura a la zona metropolitana.
También Arcediano sería cancelado por inviable en 2007, ante lo cual el gobierno de Jalisco impulsó la modificación de la cortina del Zapotillo a 105 metros para apuntarse con 3 metros cúbicos de agua para Guadalajara.
Construir la presa el Zapotillo condenó inmediatamente a Acasico, Palmarejo y Temacapulín, a desaparecer inundados, sentencia que motivó una apasionante defensa de cientos de sus habitantes en una lucha que rebasa la década.
A lo largo de estos años, fueron emitidas recomendaciones nacionales e internacionales por la violación de sus derechos humanos; fueron otorgadas suspensiones y amparos para los afectados; se acreditaron dispendio de recursos; violaciones a leyes ambientales y procedimientos, además de la poca transparencia en la construcción de la obra.
Por toda esta historia de desatinos en proyectos hidráulicos, no se le puede “trasvasar” ahora a los habitantes de Temaca, la culpa del desabasto de agua para la capital de Jalisco.