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El muro de los caprichos de Trump

En su mensaje a la nación transmitido en cadena nacional el pasado martes, el presidente de los Estados Unidos de América del Norte, Donald Trump, recurrió a un discurso lleno de frases estructuradas para tocar las fibras más sensibles de los estadounidenses y su sentido patriótico, para intentar obtener las simpatías y el apoyo popular a fin de respaldar su exigencia a la Cámara de Representantes que asciende a 5 mil 700 millones de dólares para la construcción del prometido muro fronterizo con México.

Alegando “una crisis humanitaria y de seguridad”. Una crisis “del corazón y del alma”. Y amagando con  declarar una «emergencia nacional» para construir el muro, se presentó ante los televidentes para buscar justificar la solicitud de recursos que le han negado para la edificación del muro fronterizo que fue su principal propuesta de campaña en el tema migratorio.

En una colaboración para El País, Pablo Guimón, nos recordó este miércoles cómo por allá en 2014, en una reunión con sus asesores, surgió la propuesta de construir un muro; parte de la anécdota que me permito reproducir a continuación porque no tiene desperdicio:

“El muro de Trump pasará a la historia como un prodigio del marketing político, y un paradigma de los peligros que entraña llevarlo hasta sus últimas consecuencias. La idea se fraguó en la excéntrica corte de asesores del magnate inmobiliario, cuando este empezaba su carrera presidencial allá por 2014. La indisciplina del candidato, incapaz de ceñirse a un guion, llevó a sus consejeros a buscar un eslogan para asegurarse de que hablara de inmigración, un asunto que habían identificado como el caballo ganador que le llevaría a la Casa Blanca.

Así  lo recordaba Sam Nunberg, uno de los asesores del candidato, en The New York Times. “¿Cómo podemos conseguir que siga hablando de inmigración?”, asegura que le preguntó a Roger Stone, otro asesor. “Vamos a hacer que hable de que va a construir un muro”, decidieron.

La idea funcionó. Encajaba a la perfección con la personalidad del candidato, partidario de los mensajes sencillos, y apelaba al constructor que lleva dentro. ”Creo que escucha el bip, bip, bip de un camión hormigonera dando marcha atrás, el producto siendo vertido y el muro creciendo, y no puede resistirlo. Lo ama”, defendía en el mismo diario Michael D’Antonio, periodista y biógrafo de Trump.

El candidato hizo suyo el eslogan, y este se convirtió en el cable que lo conectó con sus votantes. En auditorios de todo el país, Trump era recibido al grito de “¡Construye el muro!”. «Si la cosa se pone un poco aburrida, si la gente empieza como a pensar en irse, sencillamente le digo al público: ‘¡Vamos a construir el muro!’, y se vuelven locos», llegó a reconocer el todavía candidato en un encuentro con el consejo editorial de The New York Times en 2016.

El problema es que Trump ganó las elecciones y sus acólitos no se quitaron las camisetas del muro. El presidente, que no ha logrado ampliar su espectro de votantes en estos dos años, necesita mantener en guardia a sus bases. Y nada las moviliza más que el muro”, explicó el columnista en parte de su texto.

El pasado miércoles, el presidente Trump, insistió en el tema y  advirtió que tiene derecho a declarar una emergencia nacional para construir el muro en la frontera con México, si no se logra un acuerdo con el Congreso respecto a los fondos para el proyecto. Dijo también que podría tomar una postura distinta si los republicanos y los demócratas no pueden trabajar juntos para resolver el tema de los fondos.

Al hablar con medios de comunicación precisó no haber declarado una emergencia nacional en su discurso del martes por la noche porque piensa que todavía es posible llegar a un acuerdo en el Congreso. “Creo que podemos alcanzar un acuerdo, y si no lo logramos, podría tomar ese camino. Tengo el derecho de declarar una emergencia nacional si quiero», amagó el mandatario.
En campaña, el presidente de los Estados Unidos de América del Norte había prometido, y aún después, que la construcción del muro sería costeada por México, incluso ha asegurado que nuestro país ya está pagando por él gracias al nuevo acuerdo comercial firmado entre estos dos países y Canadá, el Tratado entre México- Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el pequeño detalle es que el acuerdo no ha sido aprobado por el Congreso de su país y no está vigente, además de que el mecanismo para esta financiación no ha sido detallado y hasta ahora solo existe en su imaginación.

Opinión.salcosga@hotmail.com
@salvadorcosio1

• Paralelo Veinte

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