Forjado a las sombras del poder en la escuela nada menos que de Fernando Gutiérrez Barrios, el poderoso subsecretario, gobernador y después secretario de Gobernación con Carlos Salinas de Gortari, Dante Delgado Rannauro, ha descendido al averno como en La Divina Comedia de su tocayo.
Fue a la cárcel acusado de peculado y enriquecimiento ilícito, cargos por los que estuvo 15 meses en el penal de Pacho Viejo hasta que fue liberado por amparos en los expedientes 920/97, 921/97, 959/97, 943/97 y 954/97.
Había sido procesado por supuestas ventas de predios estatales en precios de risa, aportaciones a agrupaciones vinculadas a él mismo, entre otras irregularidades que sumaban 450 millones de pesos.
Pero los expedientes ni siquiera se resolvieron de fondo, ya que la justicia federal lo amparó por “prescripción” de las acusaciones porque las leyes veracruzanas impedían procesar a ex funcionarios públicos después de pasados tres años de su encargo.
El tres de abril de 1998 salió libre y promovió un recurso para anular la inhabilitación para desempeñar cargos públicos durante diez años que le había impuesto la Contraloría estatal, además de conseguir una indemnización de un millón 96 mil 600 pesos por parte de la Secretaría de la Función Pública por haber inscrito en el Registro Electrónico de Funcionarios Públicos Sancionados, el nombre de Dante Delgado cuando éste había sido exonerado.
En la historia de este singular personaje que fue secretario de gobierno con Gutiérrez Barrios en Veracruz y luego gobernador interino por cuatro años, destaca un episodio que lo pinta de cuerpo entero.
Su detención el 17 de diciembre de 1996 habría sido orquestada por el secretario de gobierno veracruzano, Miguel Ángel Yunes Linares, con quien tenía profundas diferencias.
Ocurrió cuando Dante visitaba a su padre agonizante en un hospital de la Ciudad de México. Ya en prisión, obtuvo permiso para visitar a su progenitor pero le condicionaron que tenía que acudir esposado.
Éste se negó a realizar la visita “como un criminal”. Dos días después el señor Pedro Delgado fallecería y Dante alimentó un odio infernal contra Yunes Linares.
Sin embargo, hombre pragmático, aquel episodio fue pronto olvidado por los dividendos políticos. En 2016, Delgado Rannauro se sumó al PAN y al PRD para impulsar la candidatura a gobernador de Miguel Ángel Yunes Linares, en un Frente Ciudadano por México.
Hizo lo mismo en 2018 cuando se especulaba que MC iría en alianza con Morena y terminó de nuevo con el PAN y el PRD e impulsó a Ricardo Anaya a la presidencia y a Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del ex gobernador, en la elección de Veracruz.
Cuando le preguntaron cómo era posible que limara asperezas tan profundas con Yunes, Delgado respondió a su estilo que “el proyecto de transformación del país es superior a cualquier diferencia personal”.
Ahora, de nuevo como senador y al frente –-de manera formal—de un partido que siempre ha controlado, Dante Delgado Rannauro demuestra una vez más sus habilidades de prestidigitador.
Asegura que no irá en la alianza Va por México con el PRI, PAN y PRD en las elecciones de 2024, recalca que Movimiento Ciudadano irá solo a la contienda y arremete contra el gobierno de López Obrador.
No obstante, hay otra lectura para este jarocho de 71 años que tiene como espinita clavada regresar a gobernar Veracruz. Podría intentar ser candidato por tercera ocasión en su tierra y como moneda de cambio ofrecer al proyecto de López Obrador no sumarse a la alianza opositora.
Para un político pragmático que perdonó la afrenta de que le impidieran despedir a su padre en agonía, el futuro de Movimiento Ciudadano en 2024, está íntimamente ligado a su persona.
No es Samuel García de Nuevo León; Luis Donaldo Colosio, de Monterrey, ni siquiera Enrique Alfaro o “algo nuevo”, como sostiene el gobernador de Jalisco. Siempre ha sido Dante.