Después del berrinche, del teatro que protagonizó, y de haber sido ridiculizado por sus compañeros y “amigos” al interior de Morena, es factible advertir el ocaso de la carrera política de Marcelo Ebrard Casaubón; el hasta hace poco flamante Canciller del Gobierno de México, hoy transformado en un pelele más en la larga lista de marionetas que el presidente Andrés Manuel López Obrador maneja a su antojo.
El también ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal ha sido víctima de sí mismo; de sus decisiones, de sus indecisiones, de su falta de arrojo, pero principalmente de sus errores y sus pecados, (y al parecer, son estos últimos los que se encuentran enlistados a todo detalle en una carpeta sobre un escritorio en la oficina de la presidencia en Palacio Nacional) los que lo mantienen atado a una pata de la silla del presidente sin más qué hacer que agachar la cabeza y seguir órdenes.
“Marcelo está condicionado o amenazado”, son algunas de las conjeturas que se han sacado tras su rendición ante el Ejecutivo; una de ellas emitida por el presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Marko Cortés, quien afirmó que si Marcelo Ebrard decidió permanecer en Morena fue porque el gobierno le tiene un expediente por su responsabilidad en la tragedia de la Línea 12 del metro.
“Claramente Marcelo es responsable y por lo tanto el gobierno, a su estilo, los aprieta, los amenaza y no es que esté convencido, es que está sometido”, afirmó en entrevista en el Senado de la República.
“Yo creo que a Marcelo Ebrard el presidente lo trae muy agarrado de la Línea 12”, insistió.
Ya en algunas ocasiones he publicado colaboraciones acotando la serie de traiciones y complicidades entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón a lo largo de su historia juntos.
No hace mucho, rememoré cómo con el transcurso de los años la historia de estos dos personajes se ha caracterizado por las traiciones de AMLO y la docilidad de quien fuera canciller de México hasta hace poco, y quien casi siempre queda como bobo, como iluso y ridiculizado a los ojos de todos.
Escribí:
“Andrés y Ebrard tienen larga historia de complicidades y traiciones; así como se han cuidado las espaldas también se las han acuchillado, aunque vale precisar que, en la mayoría de las ocasiones quien más ha resistido ha sido Ebrard y el que más veces ha empuñado el arma es el ex líder perredista y fundador del partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)”.
“Ya como presidente de la República, Andrés Manuel entregó a Marcelo la Secretaría de Relaciones Exteriores, a la cual Ebrard renunció para convertirse en una Corcholata y pelear la candidatura de Morena con miras a las elecciones presidenciales de 2024.
La historia ya la sabemos; AMLO volvió a engañar o a utilizar -según se quiera ver- a Marcelo. Su favorita siempre fue Claudia Sheinbaum y el pasado miércoles se consolidó la unción de la corcholata favorita.
Si Marcelo en algún momento confió o se ilusionó con que AMLO le devolvería el favor que le hizo en 2011, cuando dio un paso al costado para permitirle quedarse con la candidatura a fin que contendiera por la presidencia de la República en 2012, entonces quiere decir que no aprendió nada; que no ha terminado de conocer a Andrés Manuel Lopez Obrador y que todo lo que le pasa lo tiene bien merecido por tonto, iluso o por pusilánime”.
El berrinche de Ebrard también es de todos conocido; se quejó del proceso de elección, interpuso denuncias, amagó con irse de Morena, con crear su propio partido y todo lo que le consintieron hasta que le aplicaron el “estate quieto” y el pasado 13 de noviembre, durante una conferencia de prensa dio a conocer que permanecería en Morena, detallando que él y sus simpatizantes formaban la segunda fuerza del partido y tenían que ser tratados como tales. Nada más alejado de la realidad.
Y si ya le habían ordenado “meterse en cintura” -como se dice popularmente-, y que le bajara a su teatro, el hecho de que se catapultara como la segunda fuerza del Movimiento de Regeneración Nacional, provocó la furia de más de uno y vinieron otra vez los manotazos para Marcelo.
El cineasta, Epigmenio Ibarra, más conocido por su devoción lopezobradorista, opinó que el regreso de Ebrard a Morena no fue el más apropiado e incluso lo tildó de soberbio. Dijo que su conducta fue altanera porque se proclamó como la segunda fuerza al interior de Morena y no mostró un acto de humildad.
“Yo saludé ese regreso y me asombra la conducta, me asombra la altanería para hablar claro (…) ¡Qué necesidad! A todos los demás los excluyes, a los que se quedaron, a los que no discutieron, a los que asumieron el triunfo. Si él dice en las encuestas yo quedé en segundo lugar, qué es lo que quiso decir en el fondo que es la segunda fuerza porque quedó en segundo lugar, pero decir que eso que sería un acto de humildad, decir eso sería decir, ganó Claudia”.
Claudia Sheinbaum también le puso el respectivo ‘estate quieto’, expresó su satisfacción porque Marcelo Ebrard permanezca en Morena, aunque afirmó que en el partido no hay segundas fuerzas, pues son un sólo movimiento.
“(Marcelo Ebrard) no puede ser la segunda fuerza ni la tercera ni la cuarta fuerza porque Morena es una sola fuerza. Entonces, qué bueno que él decidió quedarse en Morena, pero cuando se creó Morena (…) hay unos estatutos que dicen que la filiación es individual y directamente dice que no puede haber corrientes”, detalló la coordinadora nacional de la Defensa de la Cuarta Transformación.
Y otro golpe en la cabeza se lo propinó el dirigente Mario Delgado, quien fuese su amigo y cómplice durante el tiempo que Ebrard estuvo al frente de la administración del Gobierno del Distrito Federal.
Delgado rechazó también que sea la segunda fuerza, y que exista una negociación por posiciones; comentó que en dicho organismo político no existen ni corrientes ni privilegios para nadie. Apuntó que todos tiene la garantía que pueden seguir participando. “Hay que recordar lo que decía nuestro presidente: que Morena no le pertenece a nadie, Morena no tiene dueño, Morena le pertenece al pueblo de México (…) En Morena están prohibidas las corrientes y las cuotas. Si entramos en un esquema de cuotas y cuates, sería la destrucción de nuestro movimiento”, dijo el dirigente al ser cuestionado sobre las declaraciones del excanciller.
Perdido en la más profunda ignominia, Marcelo no ha vuelto a levantar la cabeza, en algún momento amagó con crear su propio partido, pero quizá todavía esté buscando cómo salir sin rubor del deshonor.
Opinionsalcosga23@gmail.com
@salvadorcosio1