Un hombre con distrofia muscular avanzada que apenas puede mover cabeza y manos desde el martirio de una silla de ruedas a la que está condenado de por vida, libra una férrea lucha por un despojo de sus hermanos y contra el sistema de justicia en Jalisco.
Carlos Servín Martínez, fundador de un emporio fabricado con sulfato de cobre, fue quien decidió promover una denuncia por “fraude específico por simulación” en contra de sus socios y hermanos, Horacio y Gerardo, por haberlo excluido de su propia empresa.
La aventura de los Servín Martínez comenzó cuando Carlos, uno de los 11 hermanos nacidos en el poblado de Betania, municipio de Ayotlán, Jalisco (de los 3 que lamentablemente nacieron con distrofia muscular), decidió abandonar el hogar y probar suerte en el traslado de cosechas en varios estados.
Aunque ya padecía las limitaciones de la enfermedad que le estalló a los 15 años, el ayotlense trabajó en varias entidades de México en el traslado de distintos productos utilizando su camioneta.
Con los ahorros logrados en varios años, amplía el negocio con otras unidades e invita a su hermano mayor, Horacio y al menor, Gerardo, a sumarse a su labor.
Inquieto por naturaleza, Carlos se topó sin querer con el negocio de la chatarra y dejó las camionetas a cargo de sus familiares.
Conforme conocía los alcances del reciclado, crecían sus ingresos y por ello una vez más invitó a Horacio y a Gerardo a sumarse a la industria chatarrera y olvidarse del traslado de cosechas.
Pese a que la distrofia muscular avanzaba y limitaba sus movimientos, no mermaba sus habilidades como empresario y fue así como conoció el potencial del sulfato de cobre.
Fundó en 1997 Sulfatos El Águila y colocó a sus dos hermanos como socios. Al menor para protegerlo incluso le cedió la mayor parte de las acciones.
Sin embargo, debido a que la distrofia avanzada comenzó a mermar aún más su movilidad, sus socios al verlo en estas condiciones decidieron tomar por asalto la compañía y en una asamblea a la que Carlos no fue convocado el 9 de mayo de 2011, decidieron excluirlo con una liquidación de 9 millones de pesos por su parte accionaria.
El golpe fue fulminante para el hombre que no solo había construido un emporio valuado en más de mil 500 millones de pesos, sino que se trataba de un despojo nada menos de sus propios hermanos a los que había incorporado en sus negocios desde la época que sacaba cosechas en los sembradíos del país.
Por un tiempo se sumió en una gran depresión que lo mantuvo alejado de todo. Pero tras tocar fondo, Carlos decidió recuperar lo que era suyo.
Primero regresó a la chatarra y volvió a comenzar de cero con tal éxito que ahora es el presidente de los comerciantes de chatarra en México. Después contrató a abogados para iniciar el proceso legal contra quienes le arrebataron lo que con tanto trabajo construyó.
Sulfatos El Águila es una de las más grandes compañías en el manejo de sulfato de cobre en el mundo. Tiene 250 trabajadores, una cartera de más de 500 clientes en más de 150 países y exporta el 80 por ciento a Estados Unidos y Europa.
Tras varios litigios emprendidos, finalmente es detenido Horacio Servín Martínez. Pero en una extraña maniobra, el ministerio público se desiste de la acción penal por instrucción del fiscal del estado y solicita el sobreseimiento de la causa.
Pero el juez Jaime Gómez se niega a acatar el desistimiento y se excusa de conocer el caso. El expediente es turnado al juzgado 11 y el titular recibe el desistimiento de la acción penal, pero determina que no reúne los requisitos y además niega el sobreseimiento de la causa.
Por esta razón las cuentas bancarias siguen congeladas y el hermano incómodo en prisión desde el 25 de diciembre.
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