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Dengue, ese minúsculo asesino

En los últimos años, el dengue se ha convertido en una de las principales preocupaciones de salud pública en América Latina. Esta enfermedad viral, transmitida por el mosquito Aedes aegypti, ha afectado a millones de personas en toda la región, causando desde síntomas leves hasta complicaciones graves que pueden resultar fatales. El incremento en la incidencia de casos ha puesto en alerta a gobiernos y organizaciones de salud, quienes se esfuerzan por contener su propagación.

El dengue es causado por cuatro serotipos diferentes del virus: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. Aunque una persona puede infectarse con un serotipo y quedar inmune a él, aún puede contraer los otros tres. Este fenómeno es lo que complica la lucha contra la enfermedad, ya que una infección subsecuente por un serotipo diferente puede ser más severa que la primera, debido a un fenómeno conocido como potenciación dependiente de anticuerpos.

Los síntomas del dengue incluyen fiebre alta, dolor de cabeza severo, dolor detrás de los ojos, dolor en las articulaciones y músculos, y erupción cutánea. En su forma más leve, conocida como dengue clásico, la enfermedad es autolimitada y los pacientes suelen recuperarse en una o dos semanas. Sin embargo, existe una forma más grave de la enfermedad: el dengue hemorrágico o dengue grave, que puede causar sangrado, daño en los vasos sanguíneos y una disminución peligrosa en los niveles de plaquetas, lo que lleva a un estado de shock y, en algunos casos, la muerte.

El dengue no es una enfermedad nueva en América Latina, pero en las últimas décadas ha habido un notable aumento en su incidencia. Factores como el cambio climático, la urbanización descontrolada y la falta de infraestructura adecuada han creado condiciones ideales para la proliferación del mosquito Aedes aegypti. Este mosquito, además de transmitir el dengue, es responsable de la propagación de otras enfermedades como el zika y el chikungunya, lo que agrava aún más la situación.

Las estadísticas sobre el dengue en América Latina son alarmantes. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), solo en 2023, se reportaron más de 3 millones de casos en la región, con Brasil, Colombia y México entre los países más afectados. En México, el dengue ha mostrado un comportamiento cíclico, con picos epidémicos cada cierto número de años. En 2023, el país registró más de 80,000 casos confirmados, con una mayor incidencia en los estados del sureste como Veracruz, Oaxaca, y Chiapas. A pesar de los esfuerzos de control, la enfermedad continúa siendo una amenaza constante para la salud pública.

El manejo del dengue presenta desafíos significativos. No existe un tratamiento antiviral específico para la enfermedad, por lo que el manejo se centra en aliviar los síntomas y prevenir complicaciones. En casos de dengue grave, la hospitalización y el cuidado intensivo pueden ser necesarios. La prevención es, por tanto, la estrategia más efectiva para combatir la enfermedad. Esto incluye campañas de eliminación de criaderos de mosquitos, educación sobre el uso de repelentes y medidas de protección personal, y en algunos casos, la fumigación de áreas urbanas.

En los últimos años, ha habido avances en la investigación de vacunas contra el dengue. Una de las más conocidas es la vacuna Dengvaxia, aprobada en varios países de América Latina. Sin embargo, su uso es limitado debido a preocupaciones sobre su seguridad en personas que no han sido previamente infectadas por el virus del dengue. La investigación continúa, y se espera que en el futuro cercano se desarrollen vacunas más efectivas y seguras.

La situación en América Latina, y en particular en México, resalta la necesidad de un enfoque integral para combatir el dengue. Esto implica no solo intervenciones a corto plazo, como la fumigación, sino también medidas a largo plazo, como la mejora de la infraestructura sanitaria, la educación comunitaria y la cooperación internacional en la investigación y el control de vectores. La lucha contra el dengue requiere un esfuerzo conjunto de gobiernos, organizaciones de salud y la población en general.

A medida que el dengue continúa propagándose por América Latina, es crucial que se redoblen los esfuerzos para controlar esta enfermedad. La prevención sigue siendo la mejor estrategia, y para ello es fundamental que la población esté informada y tome medidas para reducir la exposición al mosquito transmisor. Solo con un enfoque coordinado y sostenido se podrá reducir el impacto de esta enfermedad en la región.

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