El caso de cuatro jóvenes que fueron desaparecidos y asesinados en la zona limítrofe de Zacatecas con Jalisco, desató una ola de tristeza e indignación en Colotlán -–de donde tres eran originarias—, al tiempo que desnudó una terrible realidad: aquí no se puede viajar de noche.
Históricamente y debido a la lejanía –física y políticamente—con Guadalajara, los habitantes de los diez municipios de la zona norte del estado han mantenido una gran interrelación con la vecina entidad de Zacatecas.
Trámites del ISSSTE, IMSS, el SAT, Comisión Federal de Electricidad, entre otros, hay que realizarlos en la capital zacatecana, además de acudir a poblaciones como Jerez, Florencia y Tlaltenango, para surtir comercios o comprar distintos artículos.
Pero a raíz de la lucha que libran dos organizaciones criminales que se disputan el control de la región, hay carreteras donde prácticamente es imposible transitarlas en cuanto caen las sombras de la noche.
De Colotlán a la capital de Zacatecas hay 130 kilómetros y para llegar a este destino debe seguirse la ruta de Huejúcar, Tepetongo, Jerez y Malpaso, en un tramo de una hora y 50 minutos.
Específicamente en el trayecto de Huejúcar a Jerez, de unos 43 kilómetros, hay un trecho de trece kilómetros hasta Tepetongo que ya es conocido como la “carretera de la muerte”, ya que es en esta zona donde han desaparecido varias personas y fue también donde se perdió la pista de los cuatro jóvenes que viajaban de regreso a Colotlán, el 25 de diciembre pasado.
Daniela Márquez Pichardo, de 31 años; Viviana, su hermana de 26 y la prima Paola Vargas Montoya, de 27 años, salieron junto con José Melesio Gutiérrez Farías, de 36 años y quien era el prometido de Daniela, en plena navidad rumbo a Jerez para convivir en un bar.
Era una fecha inusual para realizar este viaje, pero aprovechaban que José había llegado apenas dos días antes de Estados Unidos para formalizar el compromiso con Daniela, por lo que había otros motivos para festejar.
Lo que comentan en Colotlán, es que Paola no quería acompañar a sus primas a Jerez, pero finalmente la convencieron. Viajaron en una camioneta nueva MG color gris con plata, en un trayecto de una hora hacia esta ciudad.
Hasta donde se sabe, estuvieron en un bar, donde aparentemente hubo un altercado con personas ahí presentes. Incluso Paola envió un mensaje a su novio, que estaba en Aguascalientes, comentándole que tenía miedo.
Ya entrada la noche, cuando decidieron marcharse, al parecer a la salida de Jerez habrían intentado interceptarlos, pero los jóvenes no detuvieron el vehículo. Otra situación similar ocurrió en Tepetongo, ya rumbo a Huejúcar, Jalisco, pero tampoco pararon. Después nada se supo.
El lugar donde desaparecieron se llama Víboras, es un poblado perteneciente al municipio de Tepetongo, donde irónicamente tiene su domicilio el alcalde.
Los cuerpos de los cuatro jóvenes fueron encontrados en una fosa clandestina y pasaron varios días antes de que se cumplieran los protocolos de ley para su identificación y posterior entrega a sus familiares.
Las hermanas Márquez, eran hijas de comerciantes que poseen una abarrotera de importantes dimensiones en Colotlán. Paola era sobrina de Mario Montoya, un destacado artesano que llevó la técnica del piteado más allá de las fronteras de México. Pasó de los fajos a realizar cuadros y murales de más de tres metros.
Los funerales de las tres mujeres, fueron motivo de cobertura internacional, ya que medios extranjeros difundieron las imágenes de dolor e indignación en Colotlán, donde tienen que llorar también a otros desaparecidos.
En medio del terrible trance y muy a pesar del luto, lo sucedido fue una sacudida para los habitantes de la zona norte, quienes saben que rumbo a Tepetongo y Jerez, Zacatecas, no se puede viajar de noche porque hay fantasmas fuertemente armados.