En el fideicomiso “irrevocable” F/380 que firma el Instituto de Pensiones del Estado con Rasa Land a través de empresas subsidiarias, figuran las mil 268 hectáreas que el corporativo cede como principal aportación a la sociedad y por la cual obtiene el 51.5 por ciento del proyecto de Chalacatepec, “El Nuevo Cancún”.
Sólo que las superficies en cuestión, son producto de una intrincada madeja de simulación, operaciones dudosas y maniobras ilegales, que colocan al mega desarrollo turístico en un auténtico limbo.
La historia se remonta al origen de las tierras que son parte del ejido José María Morelos, en el municipio de Tomatlán, cuando por medio de una resolución presidencial de fecha 12 de abril de 1960 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 23 de mayo de 1960, se les dota de 12 mil 400 hectáreas.
Situación similar vive el ejido Campo Acosta que fue dotado de siete mil hectáreas por resolución presidencial del seis de diciembre de 1960 y de dos mil 463 hectáreas más por una ampliación de 1974.
Ambas resoluciones provenían de las tierras afectadas a la ex hacienda de la Nancy propiedad del general Roberto Fierro Villalobos.
Un grupo de particulares, interponen el amparo 2130/65 contra las resoluciones presidenciales y consiguen mediante toca de revisión 2466/66 el 23 de julio de 1971, el amparo y protección para dejar fuera 3 mil 357 hectáreas de un predio al que llaman Param y Chola porque supuestamente era una propiedad distinta a la citada ex hacienda.
Los ejidatarios se ampararon a su vez y obtuvieron la toca de revisión 862/65 para que se respetara la dotación original de las 12 mil 400 hectáreas.
En estas condiciones, la Secretaría de la Reforma Agraria tiene que intervenir al haber dos sentencias contradictorias y para cumplir con los particulares y respetar a la vez al ejido, compra una superficie de 600 hectáreas para devolverlas al núcleo ejidal, circunstancia que no fue aceptada por los ejidatarios porque siempre consideraron el predio Param y Chola “sembrado” en la superficie que ya poseían legalmente desde 1960.
Es en esta marabunta de enredos cuando aparece Rasa Land a través de Ricardo Santa Cruz Mahoney y comienza a “adquirir” predios a supuestos particulares que tenían tierras en el ficticio predio de Param y Chola.
Un plano de la antigua hacienda de La Nancy (cuya copia posee este columnista) que abarcaba unas 50 mil hectáreas, muestra que los terrenos que ocupaba dicha propiedad lindaban con el Océano Pacífico, albergaban las lagunas de Chalacatepec y Paramán y Chola y en ninguna circunstancia sería posible que dentro de una propiedad privada, existiera otra extensa propiedad particular como el predio “Param y Chola”.
No sólo eso, enterados de los graves conflictos en la zona, la Secretaría de la Reforma Agraria a través de su Consejo Agrario Técnico, realizó un trabajo de deslinde entre 1982 y 1984 con el fin de dar cumplimiento al largo proceso legal de la sentencia 2466/66 ordenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
De acuerdo con el oficio 3826 (cuya copia también obra en poder de quien esto escribe), concluye que existe dentro de la superficie en disputa un marisma que se denomina “Paramán y Chola”, pero no así una finca particular que se identifique como “Param y Chola”.
Segundo, que según las coordenadas de las escrituras ante el registro Público de la Propiedad de Puerto Vallarta a nombre de la señora Dolores Gutiérrez de Castañeda (supuesta dueño original de la finca particular), el predio amparado por la Justicia de la Unión, encuentra su ubicación dentro de los linderos que conformaban la ex hacienda La Nancy desde el año de 1919 y que una parte del mismo también abarcaría la resolución presidencial del ejido Campo Acosta, lo que acredita la sobre posición de una propiedad sobre otra…
Las compras realizadas por Rasa Land reportadas por cierto al Fideicomiso con Pensiones del Estado en 13 dólares cuando se pagaron en realidad en 15, 25 y 30 pesos metro cuadrado, están viciadas de origen porque la superficie siempre fue ejidal y la ley agraria contempla venta de parcelas pero solo entre miembros del ejido.
Son estas tierras “consolidadas” como presume el corporativo en su página de internet, las que han sido aportadas por Rasa Land en esta nueva etapa donde se pretende traer progreso y desarrollo en la Costalegre.
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