Hace seis años, desde la clandestinidad, Rafael Caro Quintero, dijo en una entrevista a Anabel Hernández y la revista Proceso que ya no era narcotraficante y que solamente quería vivir en paz.
Pero en los expedientes de Estados Unidos siempre lo mantuvieron como un capo activo y lo ubicaban en Sinaloa, en Ciudad de México, en Guerrero y, especialmente, en Caborca, Sonora.
De hecho, esta ciudad cercana al desierto de Altar, fue uno de los primeros sitios donde comenzó su confesada actividad de trasiego de droga en los setentas y hoy es escenario de una fuerte disputa por el Cártel de Sinaloa, a través de “Los Chapitos”, los hijos del Chapo Guzmán, contra sobrinos de Caro Quintero, según revelan fichas del Departamento del Tesoro.
Incluso para los norteamericanos, el viejo y desaparecido Cártel de Sonora, dio paso al Cártel de Caborca, lo que ha propiciado que medios que se dedican a escribir historias del crimen organizado, rápidamente bautizaran a Caro Quintero como el “Narco de narcos”.
Un documento de 17 cuartillas del Tribunal del Distrito Este de Nueva York (en poder de este columnista), enumera los cargos del gran jurado en contra del sinaloense detenido en Choix, Sinaloa el 15 de julio pasado.
Desde enero de 1980 hasta junio de 2018, Rafael Caro Quintero, a quien le atribuyen 13 apodos como Don Rafa, El Canoso, R1, El Hombre, entre otros, es acusado de la fabricación e importación de narcóticos como heroína, metanfetaminas y marihuana de México hacia Estados Unidos.
También asegura que es responsable del tráfico de numerosas toneladas de cocaína desde Sudamérica a través de Centroamérica y México hacia la Unión Americana, lo que le habría generado decenas de millones de dólares en ganancias.
En la acusación, lo ubica además como el líder de una organización que ha cometido numerosos actos violentos incluidos asaltos, actos de tortura y asesinatos.
Posteriormente la que llama “empresa criminal” de Caro Quintero, habría cometido numerosas introducciones de droga al vecino país por lo que establece una a una las leyes infringidas y solicita su captura para que sea sometido a proceso por estos delitos.
En otro documento del Departamento del Tesoro, se hace un señalamiento pormenorizado de la supuesta red de Caro en Sinaloa, así como en ciudades de Estados Unidos y hasta de su ex esposa, hijos y la actual pareja, señalados por lavado de dinero.
Sin embargo, el gobierno norteamericano borró de la lista negra y desbloqueó cuentas de las empresas de los hijos y la esposa de Caro Quintero desde 2021. En México incluso numerosas propiedades aseguradas les fueron reintegradas.
Ahora que el veterano personaje fue detenido y comienza una defensa de amparos para evitar la extradición a Estados Unidos donde también pretenden juzgarlo por la muerte del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena, recordé la entrevista que le hice a fines de los ochenta a su hermano, Miguel Ángel Caro Quintero.
En Caborca ocurrió un ataque a un rancho y a un taller. Emplearon helicópteros artillados y hubo varios muertos.
Estaba en Hermosillo y mi medio me pidió trasladarme a Caborca para cubrir esa nota. Con la intrepidez de la juventud, busqué al dueño de los sitios atacados, que resultó ser nada menos que Miguel Ángel.
Me recibió en su hotel. Me dijo que aquello fue una masacre, que era un agricultor y que los muertos eran unos jóvenes trabajadores que nada malo hacían…
Tiempo después me enteré que fue acusado de narcotráfico por un gran jurado en Denver en 1990. Fue detenido en 2001y extraditado en 2009 a Estados Unidos donde se declaró culpable y purgó una sentencia abreviada de 17 años en la prisión de ADX Florence, en Colorado, donde ahora está el Chapo Guzmán.
En 2019 junto con un grupo de 50 migrantes deportados por Tijuana, regresó a México, libre de todos los cargos. Hoy tiene 59 años.