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Caricatos e impostores

Me cuentan que desde que se supo que Augusto Valencia ocuparía la dirección del Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG), algunos colaboradores de Enrique Alfaro le advirtieron a éste sobre el riesgo que ello representaba, pues la inestabilidad emocional, incompetencia directiva y el voraz apetito económico del ex diputado, en algún momento podrían hacer quedar mal la imagen de un gobierno que quiere trascender por la vía de la austeridad, la congruencia y los buenos resultados.

Pues bien, esas voces, en muy poco tiempo, demostraron tener la razón. Por eso la noticia de que su primera gran acción fue solicitar un aumento de más del 70 por ciento en su sueldo bruto mensual respecto de su antecesor, al frente de un organismo que en el otro sexenio logró muchos premios pero que no representó ningún beneficio para Jalisco, no tiene por qué sorprender a nadie. Basta con echar un breve vistazo a la historia del mentado sujeto.

Recordemos que Valencia López, recién estrenada la anterior legislatura, se hizo de un préstamo por 216 mil pesos de manera ventajosa, pues logró un acuerdo –a todas luces irregular- para pagarlo a 12 meses sin intereses.

Y peor aún, si revisamos con puntualidad su “productividad”, nos daremos cuenta que fue uno de los diputados que más le costó al erario público durante el último año de la pasada legislatura; él y su equipo nos costaron más de 18 millones de pesos en el 2018; es decir, 3 millones de pesos más que el presupuesto total que al año se destinaba al Cesjal, organismo ciudadano al que atacó de modo feroz con el uso de datos falsos. Por cierto, no está de más comentar que cuando fue convocado por los consejeros del ahora extinto Consejo Económico y Social del Estado para que demostrara sus dichos, siempre confirmó su asistencia pero jamás acudió.

Hoy que es funcionario de un ente público autónomo que exige una conducta intachable y el ejercicio de una alta dirección técnica, Augusto Valencia y la junta de gobierno del IIEG tendrán que responder algunas preguntas:

¿Por qué gana más que el presidente de México y el gobernador de Jalisco? ¿Cuál es la justificación para que su salario represente el 7 por ciento de los 30.6 millones de pesos que ejercerá el Instituto en el 2019? ¿Cuándo presentará el programa de trabajo del IIEG para este año? ¿De qué manera justifica el cobro de más de 21 mil pesos mensuales, que según el portal de transparencia de la U de G, hace de manera puntual como profesor e investigador titular A?

En teoría, este irracional exceso, recule o no, ya le cobró facturas. Por un lado, ya le será muy difícil contar con el respaldo de reportero(a)s que le ayuden a promover su acostumbrada práctica de golpear a quien no habita en su realidad paralela; pero quizás lo más grave, es que el daño a la imagen del precitado organismo se ha consumado. ¿De qué forma podrá Alfaro Ramírez darle legitimidad al IIEG si quien está al frente del mismo carece de un mínimo de autoridad moral, incluso ante a sus compañeros de partido en el congreso del estado y el poder ejecutivo?

Es en esa tesitura que habrá que agregar algo más. En la vida pública de Jalisco hay otros personajes como Valencia López, que al hacer uso de la estridencia y las filtraciones calumniosas, pretenden distraernos con el propósito de esconder su propia descomposición ética. De ahí que –supongo- sería muy conveniente que al interior de los medios de comunicación deliberemos, con toda seriedad y responsabilidad, sobre la pertinencia de prestar cámaras, micrófonos y oídos, a quienes lo único que ansían es resolver sus complejas condiciones psicológicas.

En la medida en que los mercachifles de la política local entiendan que no encontrarán eco en el verdadero y profesional quehacer periodístico, es que nos libraremos de esos caricatos e impostores.

• Óscar Ábrego

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Empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.

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