Sólo en mayo de 2015 cuando fue inaugurado el sistema Mi Bici Pública en Zapopan, se pudo ver tantas bicicletas en la “rodada” que encabezó el gobernador Aristóteles Sandoval en compañía del alcalde Héctor Robles Peiro.
Después del acto inaugural, la mayoría de las bicis permanecen empolvadas en las 30 estaciones instaladas en el municipio zapopano que fueron parte de la segunda fase del programa estrella de la administración estatal.
La inversión, de más de 50 millones de pesos, proporcionaría una capacidad de 4 mil 500 viajes diarios en la cabecera municipal, colonia Tepeyac y San Isidro Ejidal. Sin embargo, ni siquiera los domingos cuando se realiza la “Vía Recreactiva” en Zapopan, se utilizan la totalidad de las unidades.
Calles estrechas con suelos adoquinados defectuosos, vías estranguladas por vehículos estacionados, balizamientos sin sentido, falta de señales de alto y una insuficiente campaña de difusión del programa, hacen que la experiencia zapopana sea otro fracaso como el vivido en Guadalajara.
A todo esto se agregan las obras de construcción de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano que mantienen intransitables avenidas y calles en el primer cuadro del municipio maicero.
Nadie pone en duda las bondades del empleo de la bicicleta como opción de traslado en la ciudad, el problema es la forma como fue articulado y lanzado literalmente a la calle el mencionado sistema.
La improvisación y desconocimiento en la implementación de este tipo de ciclovías en la zona metropolitana de Guadalajara, se ha convertido en toda una tradición. Sucedió con la famosa ruta creada en el gobierno del alcalde panista tapatío Alfonso Petersen Farah, sobre la avenida Federalismo, que es una simple huella que se extiende serpenteando peligrosamente por las banquetas.
O la primera “ciclovía” instalada en La Paz cuyos bordos tuvieron que ser demolidos porque no llevaban a ninguna parte. En el actual programa de Mi Bici, también fue colocada una ruta en dicha avenida pero prácticamente a mitad del arroyo vehicular lo que fue de alto riesgo.
En esa vía ocurrieron varios accidentes lo que motivó que realizaran algunas modificaciones.
Otros intentos frustrados son las instaladas en Washington, la de periférico Norte, la de la avenida Laureles en Zapopan (sepultada también por las obras de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano), la del camino viejo a Tesistán y la madre de todas las pifias de ciclovías, la de Santa Margarita.
Con una inversión de 40 millones de pesos, el alcalde Héctor Robles se empeñó en realizar la citada ruta pese a la oposición de vecinos y comerciantes que miraban como estarían estrangulando la vialidad en la avenida y también sus negocios.
Hoy esta pista está destrozada, los bolardos y los suelos dañados, pocos la respetan y el tramo de más de 5 kilómetros es muy peligroso ya que cruza el periférico poniente y otra avenida de mucho tráfico.
Sin embargo, el director de Proyectos Estratégicos de Zapopan, se mostraba satisfecho ya que argumentaba que la ciclovía de Santa Margarita antes registraba en promedio 70 ciclistas por día y para el 2015 hubo días que sumó 200 diarios; es decir, un promedio de diez por hora.
Tan solo en estos dos proyectos, Mi Bici Pública y la obra de Santa Margarita, se invirtieron más de 90 millones de pesos sin justificarse los beneficios.
Durante una de las ceremonias de entrega de apoyos para jóvenes emprendedores, al presidente municipal de Zapopan, Héctor Robles, le ganó la emoción y las lágrimas lo alcanzaron.
A unas cuantas semanas de terminar su gobierno, a juzgar por los resultados, son los zapopanos quienes podrían estar a punto de soltar el llanto.