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«Aquí lo que entró, salió… «

Fiel a la consigna de escribir lo que me dé «mi chingada gana» y, para darle un poco de diversión a quienes me dispensen su atención como lectores, va otra anécdota producto de mis correrías reporteriles iniciadas desde un ya lejano–muuuy lejano– 1985.

Gobernaba Sonora, el médico Samuel Ocaña García y, en un pueblo cercano a la capital llamado La Colorada, lo hacía un folklórico e inolvidable Mario Moreno , de cuyo tiempo traigo a colación algunas pinceladas geniales en su quehacer como alcalde.

Se acercaba la fecha del «grito» y, también el enorme sufrimiento para los adoradores de Baco, por la famosa y cruel «Ley seca», que impedía la venta y consumo del etanol en cualquiera de sus múltiples presentaciones; por supuesto nuestro personaje en mención era uno de sus mejores exponentes.

Como se estilaba, el gobernador en turno enviaba a cada municipio un representante para atestiguar dicha ceremonia en honor a «los héroes que no dieron patria» –mmjm– y tal responsabilidad recayó en Marco Antonio Gándara, entonces director del trabajo; quien arribó a dicho pueblo trajeado y resplandeciendo de limpio como rezan los comerciales cerca de las ocho de la noche.

La narración es de él: «…cuando llegué, todo el pueblo andaba ahogado –borracho pues– hasta los perros (sic) y, yo haciendo el ridículo con mi traje…».

Pasó que Mario Moreno ante la angustia de la insoportable espera del término de la «ley seca»,  dio el «grito» a las ¡ocho de la mañana! y, tras los clásico gritos de loas a los héroes, pasó a rendir el informe de su «administración».

Cuando llegó el turno sobre el uso y destino de los dineros manejados en su mandato lo resumió todo en una frase envidiable para cualquier economista: «en cuanto al dinero, aquí lo que entró salió y ¡vámonos a la barbacoa!».

Pues vámonos dijo el pueblo y, a darle gusto a la mexicana alegría.

«¡Es que no robé…»!  

Bueno, ¿fue todo? preguntarán.

Claro que no, ya entrado en esto de la política, nuestro personaje buscó otra vez ser alcalde de dicho pueblo –entonces tendría 500 habitantes– y para eso se entrevistó con Samuel Ocaña para pedirle «otra oportunidad» pues las masas estaban encaprichadas con él y, ya sabemos que cuando esto ocurre nada las detiene: el gobernador que también se las gastaba de ingenioso le dijo: «pero Mario, si ya fuiste –alcalde–ya fuiste…».

La respuesta sigue causando risas entre los sabedores de este encuentro: «si, ya fui, pero ¡no robé…!».

Por cierto Samuel Ocaña García asume por segunda ocasión la presidencia municipal de su pueblo natal, Arivechi, envuelto en el silencio de su humildad.

• Paralelo Veinte

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