Un tanto cuanto desapercibida por la opinión pública pasó el viernes 19 de febrero, la publicación en el Diario Oficial de la Federación (DOF), mediante la cual se oficializaba el Decreto propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador, a través del cual se crea la figura de Gobernador de Palacio Nacional, un cargo que hay qué decirlo, se antoja innecesario y pretencioso en el marco de un momento como el que vive nuestro país siendo vigorosamente golpeado por una pandemia.
El acuerdo por el que el presidente López Obrador ordena a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) crear el cargo de Gobernador de Palacio Nacional, instruye crear una Unidad Administrativa que le esté adscrita orgánicamente a la Secretaría de Hacienda, la cual estará a cargo de un servidor público a quien se le denominará Gobernador de Palacio Nacional y quien será designado por el Titular del Ejecutivo Federal”, se expresa en el documento.
Tras la entrada en vigor de dicho acuerdo, se reactiva un cargo que fue relevante durante el siglo XIX y que desapareció desde hace más de 100 años.
Según el documento publicado, la persona que sea designada para el puesto, tendrá a su cargo supervisar todo lo que tenga que ver con el recinto histórico, en el cual reside el mandatario.
Una de sus funciones es supervisar las condiciones físicas de las instalaciones en las que reside el titular del Ejecutivo.
También dará seguimiento a la protección, conservación, restauración y/o mantenimiento de Palacio Nacional.
Realizar este tipo de acciones dependerá de la observación que el mismo Gobernador o de las órdenes directas que reciba del presidente López Obrador.
El nuevo titular de este puesto tendrá a su cargo una Unidad Administrativa que lo ayude en sus labores de todo lo concerniente a la también residencia oficial del mandatario.
Además gestionará la obtención de insumos necesarios para el cumplimiento de sus funciones.
Áreas como la Conservaduría de Palacio Nacional, la Coordinación General de Política y Gobierno de la Oficina de la Presidencia de la República, a través de la Dirección General de Ayudantía, y las dependencias instaladas en Palacio Nacional, deberán coordinarse con la unidad administrativa, para que ésta cuente con el apoyo y facilidades para cumplir con su encargo.
El presupuesto para llevar a cabo las labores inherentes a esta unidad se cubrirá con cargo al presupuesto que autorice la Secretaría de Hacienda.
El presidente mexicano ha justificado la creación de esta figura, bajo el argumento de que históricamente siempre ha existido el cargo de Gobernador de Palacio Nacional.
“Se le llamó en un tiempo Gobernador, en otro tiempo se le llamó Intendente, pero siempre, ha habido alguien encargado de cuidar el Palacio, que, pues es un edificio histórico de todos los mexicanos, del pueblo de México”, mencionó el mandatario.
Recordó que, el expresidente Benito Juárez, cuando expulsó a los extranjeros, decide vivir en lo que era la Intendencia del imperio, en donde también murió, o sea, en Palacio Nacional.
También dijo que, durante el mismo sexenio de Juárez, el gobernador del Palacio Nacional fue Manuel González, quien posteriormente fue presidente de México.
“Siendo gobernador, eso es muy interesante, del Palacio Nacional, tenía relación con su compadre, Porfirio Díaz, que estaba de rebelde, y era su informante, de lo que pasaba aquí en Palacio. Desde aquí le dice, que necesitaba saber cuando iba a ser el estampido del rayo, de una de esas revueltas encabezadas por Porfirio (Díaz), antes de llegar a la presidencia. No sé si cuando La Noria o cuando Tuxtepec, pero Manuel González fue gobernador de aquí, compadre de Porfirio”, señaló AMLO.
“Siempre ha existido un gobierno del Palacio, entonces, como no se usaba el Palacio, porque todo se resolvía en los Pinos, ahora necesitamos que se mantenga en buen estado, se cuide, antes dominaba el Palacio el Estado Mayor Presidencial, pero ahora no hay Estado Mayor Presidencial, por eso se creó la figura”, dijo AMLO.
De acuerdo con una publicación de El Universal titulada: “Cargo que AMLO revive tiene tinte imperial”, se menciona:
“Es un cargo que se instituyó en las antípodas del proyecto que el Presidente pretende tener, uno republicano, de austeridad, porque choca un poco con aquellos cargos tan honoríficos y tan fastuosos de Díaz, de Maximiliano o de la Casa Real Española”, considera Alfredo Ávila Rueda, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En 1838, el Proyecto para el Reglamento del Orden Interior del Palacio Nacional incluía a un gobernador como jefe de Palacio Nacional, así como un conserje a cargo del cuidado del recinto y un arquitecto responsable de elaborar planos y dirigir las obras relacionadas con el edificio.
Para Ávila Rueda, revivir el cargo de gobernador de Palacio Nacional podría tratarse más bien de una referencia histórica, dado que el recinto siempre ha debido contar con encargados que cuiden de su mantenimiento, como la Secretaría de Hacienda y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En 1901, el Reglamento para el Servicio Militar en las Residencias Oficiales del Poder Ejecutivo suprimió el cargo de gobernador de Palacio Nacional y lo sustituyó por un jefe militar de las Residencias Presidenciales.
Adolfo Bassó Bertoliati, un marino formado en las escuelas navales de Campeche y Veracruz, fungió en 1913 como Intendente de Palacio Nacional, el cargo equivalente a gobernador de Palacio Nacional, durante la presidencia de Francisco I. Madero.
Era un “hombre de elevada estatura y cierta distinción”, como lo describió Manuel Sterling, embajador de Cuba en México. Bassó fue leal al presidente y su familia. El 18 de febrero, después de 10 días de un alzamiento militar en contra Madero, la suerte de Bassó se unió a la de Gustavo, hermano del presidente.
Ese día Gustavo fue hecho prisionero por el general Victoriano Huerta, responsable de sofocar el golpe militar contra Madero y que terminó uniéndose a los rebeldes. El hermano del presidente fue llevado a Palacio Nacional, donde también estaba preso el presidente Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez.
Huerta decidió que Gustavo y Adolfo Bassó fueran conducidos a La Ciudadela, lugar donde se habían refugiado los alzados durante la Decena Trágica. Gustavo fue brutalmente golpeado y humillado por la turba de soldados ebrios que se encontraban en el lugar. Bassó vio cómo asesinaban al hermano del presidente y con fuerza y dignidad exclamó: “No es el último patriota. Aún quedan muchos valientes a nuestras espaldas que sabrán castigar estas infamias”. Estas palabras sellaron su destino.
Se destaca que fue un patriota que se mantuvo leal hasta el final al más cercano de los hombres del presidente Madero, su hermano Gustavo.
Ya se verá a quién elige Andrés Manuel para tenerlo como uno más de sus más cercanos y leales servidores, y también se verá si en un futuro no muy lejano también se decanta por revivir otros cargos de la época imperial.
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