En menos de una semana, los tapatíos recibieron una serie de golpes bajos con el incremento impuesto por el Gobierno del Estado al transporte público que pasó de 7 a 9.50 pesos, aunque en realidad serán 10 pesos por viaje los que tendrán que pagar a causa de “complicaciones técnicas”. Otro golpe, fue la reprensión, también instruida desde palacio de gobierno en contra de jóvenes manifestantes que fueron incomunicados y severamente agredidos por ejercer su derecho a la libre manifestación. Y uno no menos doloroso, fue toparse con un Enrique Alfaro Ramirez sin máscaras, dispuesto a imponer su voluntad sin ninguna clase de consideraciones o miramientos, a caer en la ilegalidad y en la represión para alcanzar sus objetivos sin importar quién o quienes se atraviesen en su camino.
Ningún remordimiento le provocó lacerar la economía de cientos de miles de familias al imponer desde el sábado 27 de julio un desproporcionado incremento a las tarifas del transporte público, (Tren Ligero, Sitren y Macrobús) que pasó de 7 pesos a 9.50, lo que significa en realidad un incremento a 10 pesos pues resulta que las máquinas de pago no dan cambio y tampoco reciben monedas pequeñas de 50 centavos.
Ante tal abuso, los tapatíos reaccionaron indignados, saliendo algunos de ellos a manifestar su descontento por medio de marchas, y entre estas inconformidades sobresalió la de un grupo de jóvenes que expresaron su descontento permitiendo el acceso gratuito a los usuarios en las instalaciones de la estación Plaza Universidad, pero se toparon con la instrucción de la autoridad, decenas de policías y granaderos arribaron a las instalaciones para disuadir a los protestantes con saldo de cinco estudiantes detenidos que fueron liberados hasta la mañana siguiente con sus rostros desfigurados y otras huellas de lesiones en sus cuerpos por las agresiones sufridas a manos de los prepotentes uniformados.
Oficialmente se informó que no se presentó denuncia alguna en contra de los jóvenes, de tal manera que, oficialmente se trató de una arbitraria detención por parte de la autoridad estatal puesto que no se dio cuenta de que hubieren incurrido en algún delito o falta administrativa.
Incluso, suponiendo sin conceder hubiere excesos o acciones ilícitas de algunas personas manifestándose, existen protocolos y esquemas de preservación de derechos fundamentales, así como técnicas para someter salvaguardando el orden sin lesionar innecesariamente.
Alfaro argumentó se había ejercido el uso legítimo de la fuerza, pero se equivoca tajantemente; no había gente armada, nadie poniendo en peligro la vida de los demás y aún así, como ya se mencionaba, hay derechos humanos; hasta los delincuentes más cruentos tienen derechos, tienen debido proceso, no tienen porqué ser golpeados ni exhibidos como lo hicieron; en las imágenes que trascendieron a redes sociales se advierte cómo a los jóvenes los estuvieron golpeando a pesar de estar sometidos ya de por sí injusta e ilegalmente.
En las redes sociales y diversos medios a su alcance, los tapatíos han reprochado al gobernador su incongruencia y traición; han reproducido tuits, videos y audios de cómo pensaba siendo oposición, cómo señalaba, cómo criticaba, cómo cuestionaba, cómo denostaba él y todos sus personeros los aumentos o “injusticias” que tuvieron administraciones anteriores, y cómo se muestra hoy cuando es él quien incurre en esas injusticias y entonces cambia todo su discurso para argumentar “era necesario”.
Ha tenido el cinismo de culpar una vez más al gobierno de Aristoteles Sandoval como el responsable del incremento de casi 40 por ciento a las tarifas del transporte al señalar que éste había sido aprobado desde agosto de 2018 y que su gobierno lo único que hizo fue validarlo, sin tomar en cuenta los innumerables requerimientos que de acuerdo a los estatutos debiesen cubrir los transportistas antes de recibir un aumento, que evidentemente no lo han hecho.
Lo cierto es que se trata de un incremento histórico, mientras tanto, seguimos sin conocer los nombres de los empresarios, los nombres de los beneficiarios, los nombres de los transportistas, los nombres reales de quienes son dueños de las unidades, las finanzas que reportan y principalmente los posibles cochupos detrás de esta opaca decisión.
Al margen de cualquier situación, el actuar de Enrique Alfaro en la última semana, nos debe preocupar a todos. Nos ha mostrado el verdadero rostro de la prepotencia, la represión, la intolerancia, la altanería, y el cinismo. El rostro de la traición a los jaliscienses pero primordialmente a quienes el 1 de julio de 2018 le dieron su voto y su confianza. Ya veremos cómo le pinta el panorama en los subsecuentes días, hoy su credibilidad ha quedado por los suelos y cada vez hay más gente molesta y decepcionada por lo que está pasando.
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