Los primeros rayos de sol aparecen tras la sierra que rodea el Valle, antes bañado por el lago. Pero lo que había sido un inmenso espejo de agua hoy es un mar de metal, hierro y carreteras que alberga, entre otras, a la descomunal Ciudad de México. La desecación progresiva del lago empezó con la llegada de los españoles y no se detiene.
“La política de colonización hispánica es la misma que la de los gobiernos mexicanos actuales. La hidrofobia acabará con nuestras comunidades”, se lamenta Abraham Noriega, habitante de Chimalhuacán afectado por la construcción del NAICM.
El último resto de agua es el Nabor Carrillo, un lago artificial creado para paliar las inundaciones que, invariablemente, se sufren cada época de lluvias. Cercana a las inmediaciones del Nabor Carrillo está la otra zona sin edificar que alcanza a la vista. Son los terrenos reservados para el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
Este proyecto faraónico ha estado en mente de dirigentes mexicanos desde el 2001 y contemplaba la construcción de 743.000 metros cuadrados que podrían haber llegado secar también el Nabor Carrillo. “El NAICM es etnocidio y final de la empresa colonizadora en México”, sentencia Itzam Pineda, antropólogo encargado del peritaje de las comunidades afectadas por el proyecto del Aeropuerto.
Los terrenos del NAICM están en lugares sagrados para los pueblos originarios de comunidades como Chimalhuacán, Atenco o Texcoco. Pero el aeropuerto no afectaba sólo a su cosmovisión sino también a su supervivencia. “El paraíso es la tierra que provea higo, granada, vid y oliva”, recuerda Abraham, citando La Biblia. Todos estos frutos crecían en Texcoco, que también era lugar de cultivo de algas, caza del pato y recolecta de ahuahutle -huevo de mosquito conocido como el caviar mexicano. Pero esta riqueza ha sido sustituida por altos índices de criminalidad, violencia y represión a las resistencias. El lago era vida. Una vida que fue tasada en 13.400 millones de euros.
Ahora, la disputa en el terreno de las obras del NAICM se intensifica. Al cierre de esta edición, la red de empresarios conocida como #NoMásDerroches, donde se incluye a colectivos empresariales como Mexicanos Unidos Contra la Corrupción y cámaras de comercio, impulsan una campaña en redes sociales llamada #YoTambiénApoyoElAmparo, la cual refiere a una medida ante el Poder Judicial interpuesta el 4 de junio, en la que un juez ordenó que continúen las obras de construcción y cancele a la vez la propuesta obradorista de construir un aeropuerto en Santa Lucía.
El lunes 10, la Comisión Nacional del Agua dio a conocer mediante medios que reactivaría un viejo proyecto llamado Parque Ecológico del Lago de Texcoco y que las conocidas instalaciones de la terminal del aeropuerto quedarían bajo el agua como vaso regulador ambiental. Atenco y los pueblos rivereños preparan, de nuevo, una nueva etapa en defensa de la decisión que ya tomaron al respecto del lago.
Un NAICM parado que sigue gastando dinero
El 1 de julio de 2018 comenzó la cuarta transformación mexicana. Así se refirió a su propio mandato Andrés Manuel López Obrador, nuevo presidente de México. Poco después de las elecciones y sin haber empezado su legislatura, el presidente electo cumplió su primera promesa electoral. Celebró una consulta que daba a escoger entre construir el NAICM en Texcoco o en la base aérea de Santa Lucía. México prefirió el lago. El proyecto quedaba detenido y la atención se desviaba de Texcoco. Pero no así se movieron las máquinas. Las obras seguían.
Desde la consulta han destacado las respuestas ambiguas o silencio del Gobierno. Y como muestra, las reiteradas evasivas del Senador Higinio Martínez, responsable de la Secretaría de Transportes, a realizar una entrevista. Y es que cancelar un proyecto millonario no es tan fácil: se financió el NAICM a base de bonos, préstamos y fideicomisos que iban a ser devueltos con la tasa aeroportuaria del nuevo espacio. Pero sin aeropuerto no hay vuelos. Ante la falta de liquidez, cancelar los contratos hubiera sido un duro golpe para un López Obrador aún no investido.
“No hemos visto ningún informe que justifique la cancelación”, comenta Ignacio De Presno, socio asesor de la consultoría mexicana KPMG. “Cualquier decisión que involucre dinero de los contribuyentes debe comportar más beneficios que costes y nadie se atreve a darnos una cifra”, añade. Con todo, considera que la cancelación del aeropuerto fue una decisión tomada “a la ligera”.
A finales de abril y con el 30% de papel recomprado, el NAICM dejaba una deuda de más de 3.760 millones de euros. Pero nada se sabe del dinero que va a costar compensar a las empresas. Para calcular el monto se debería conocer la inversión inicial y los gastos no recuperables. Pero ni gobierno ni empresas están facilitando esta información.
Ninguna de las cinco compañías españolas presentes en el NAICM ha contestado a las preguntas de este medio sobre la compensación ni las inversiones. Una de las empresas – cuyo nombre no se revelará, a petición de la persona consultada- comentó que se trata de un proceso “confidencial” y que “no se darán datos hasta finalizar el proceso”. Por lo tanto, sin estos datos, calcular si el dinero recibido es el correcto, es casi imposible.
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Además, la compensación que planea el gobierno para las empresas españolas no es sólo económica: en el FITUR de Madrid -y apenas dos meses antes de que López Obrador pidiera a la monarquía española que se disculpara por las violaciones de derechos humanos y el expolio durante la conquista-, el secretario de turismo mexicano, Miguel Torruco, abrió la puerta a nuevas “áreas de oportunidad” para las empresas españolas, entre las que se contempla el Aeropuerto de Santa Lucía. “Andrés Manuel les dará todas las facilidades”, dijo. Igualmente se expresa la empresa española Sacyr, que afirma que están trabajando para “resolver el contrato de forma satisfactoria para ambas partes” y “seguiremos participando activamente en el desarrollo de proyectos” en México.
A pesar de que las palabras de Obrador sugieren borrón y cuenta nueva de un proyecto “costoso, opaco” y en el que asegura que hubo corrupción -la Policía Federal ha detectado un desfalco de casi 795 millones de euros-, sus gestos no ayudan a arrojar luz. Y es que en Santa Lucía ya se está trabajando sin que se haya sabido nada de la licitación de los nuevos contratos. ¿Por qué? Porque el terreno está en una base aérea militar, propiedad de la Secretaría de Defensa que, por su naturaleza, no debe realizar concesiones ni está sujeta a las leyes de transparencia.
Un aeropuerto a medias, un desastre medioambiental completo
“Nunca hubo documentos que mostraran la viabilidad del proyecto”, recuerda De Presno. El consultor afirma que las fallas en el diseño hacían del NAICM un proyecto que iba a costar mucho dinero en mantenimiento. Entre las obras que muestran esta complejidad hallamos a empresas españolas como Sacyr, que estaba en proceso de cimentar los terrenos de la terminal (edificio que iba a ser erigido por otras dos empresas españolas: Acciona y FCC), según los contratos consultados.
Preparar los terrenos no era fácil, ya que aunque no haya agua visible, la humedad se acumula bajo la superficie. Son suelos “muy especiales”, según se señala en uno de los contratos. “La experiencia [….] indica que no se puede transitar sobre el terreno, por su nula resistencia”. Esto demuestra que el agua sigue presente en Texcoco, a pesar de que las empresas se afanen a denominarlo “exlago”.
Por ello, se prensó el terreno para drenar el agua, que salió en forma de lodos. Los barros fueron arrojados a minas, que antes eran cerros, pero que se detonaron para extraer el tezontle, una tierra rojiza usada para aplanar las mismas pistas de donde salieron los lodos. “Es un círculo perverso”, observa el profesor José Espino Espinosa, investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo, mientras mira hacia el horizonte, antes plagado de unos cerros que las explosiones han allanado.
Espino reside en la comunidad de Tlaminca, uno de esos pueblos inmersos en el círculo. En los cerros socavados hace años que se depositan lodos. “Han llegado más de cuatro millones de camiones” que dejaban barros y se llevaban tezontle para obras como de la que estaba encargada Sacyr. A pesar de la cancelación del aeropuerto y aunque el gobierno afirma que las obras pararon el 23 de abril, en mayo los vecinos aseguran que siguieron observando actividades.
(Texto: Sandra Vicente y Aldabi Olvera. Fotografías: Daliri Oropeza. Red de Periodistas de Pie)