Sevilla, España.- La muerte de Laura Luelmo desató una ola de indignacion en varias regiones de España. Profesora de 26 años, fue víctima primero de una agresión sexual y posterior ataque mortal con una piedra en la cabeza.
Un individuo llamado Bernardo Montoya, fue detenido acusado de ser el autor del crimen. Resultó ser un hombre que había salido en octubre pasado de la prisión de Huelva tras haber purgado sentencia por el crimen de una octogenaria en 1995.
Un equipo forense desplazado a la localidad de El Campillo, en Huelva, donde residía la joven y el sitio del asesinato, reveló que la mujer intentó defenderse durante el ataque y recibió un golpe mortal con un palo o una piedra el 15 de diciembre, tres días después de haber desaparecido.
La muerte de la profesora oriunda de Zamora, provocó que en su comunidad Villabuena del Puente, unas 200 personas se concentraran en el ayuntamiento para mostrar su rechazo al crimen con cinco minutos de silencio. Las autoridades decretaron tres días de luto y manifestaron su condena por los hechos.
El ayuntamiento de El Campillo donde trabajaba Laura como profesora interina en un colegio, decretó tres días de luto oficial, la suspensión del programa de festejos navideños y comenzó los trámites para poner al edificio de la Guardia Civil y Protección Civil, el nombre de la joven asesinada.
El senado de España inició hace unos días la sesión con un minuto de silencio y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, condenó así el crimen:
“La víctima es una vez más una mujer. Trabajaremos con determinación para poner fin a esta lacra. La violencia machista es una realidad que ensucia nuestro país. Quienes creemos en la libertad y en la convivencia seguiremos luchando contra ella con leyes que amparen a las mujeres”.
Los medios de comunicación en España dieron cuenta de la historia personal de Laura Luelmo, de la familia del supuesto asesino y de los padres de la joven muerta. Una reseña completa de carne y hueso…
A diferencia de lo que ocurrió acá en España con el caso de una sola mujer, en la zona metropolitana de Guadalajara en una semana han sido asesinadas doce mujeres y difícilmente los medios han contado sus historias y las autoridades han reaccionado con acciones concretas o decretos de luto.
Al contrario, el fiscal general del estado, Gerardo Octavio Solis Gómez, se apresuró a aclarar que de la docena de asesinatos, sólo entre 3 y 5 podrían ser considerados como feminicidios y el resto estarían ante “homicidios violentos en agravio de las mujeres” , no por cuestiones de género; como si el tecnicismo de esta tipificación disminuyera la gravedad de la ola de crímenes de mujeres.
El problema de la violencia contra las mujeres en Jalisco ha sido una historia repetida. En febrero de 2016, el gobierno de Jalisco en lugar de solicitar a la Secretaría de Gobernación la implementación de una Alerta de Género, decidio armar una descafeinada medida de alerta de violencia contra las mujeres en 8 municipios.
El proyecto incluía un presupuesto de 25 millones de pesos y 15 acciones entre urgentes y preventivas, como programas de alumbrado público. El gobierno de Aristoteles Sandoval recibió un estudio que señalaba que entre 2012 y fines de 2015, se registraron 560 homicidios de mujeres con rasgos de violencia.
Pero las acciones fracasaron. La misma titular del Instituto Jalisciense de las Mujeres, Erika Loyo, lamentó en su momento el poco apoyo de las autoridades municipales.
En 2016, el mismo año de la Alerta estilo Jalisco, organizaciones sociales tramitaron ante el gobierno federal la aplicación de una verdadera Alerta de Género, lo que concedió Gobernación el pasado 30 de noviembre después de advertir graves omisiones por parte del gobierno estatal.
Los organismos defensores de la mujer, acreditaron que de los 269 asesinatos de mujeres registrados entre 2012 y 2013, apenas 21 casos fueron investigados como feminicidios.
La alerta llega en un momento crítico. Por una parte hay un relevo del gobierno estatal y una ola de crímenes contra mujeres; sin embargo, a juzgar por las declaraciones del fiscal general, el discurso parece ser el mismo.
Es decir, independientemente del tecnicismo del feminicidio, el problema sigue siendo igual de grave: están matando mujeres.
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