Continuar con la construcción de la presa El Zapotillo para llevar agua a León, Guanajuato y al mismo tiempo evitar que las aguas del embalse inunden los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, es prácticamente imposible.
Ambas promesas encontradas son del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, quien en el espinoso caso del embalse sobre el Río Verde, pretende quedar bien con Dios y con El Diablo.
López Obrador visitó en al menos tres ocasiones el poblado de Temacapulín, corazón neurálgico de la lucha opositora contra El Zapotillo, donde insistió –con diputados federales como testigos—, que no se construiría la presa.
Ya como candidato a la presidencia y puntero en las encuestas, en San Juan de los Lagos matizó –como lo ha hecho ahora una y otra vez desde que ganó el primero de julio–, que la obra seguiría, aunque buscarían una solución técnica para no inundar los pueblos.
Pero cumplir con estos dos objetivos supondría desmantelar el proyecto elaborado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), que en prácticamente todos sus trabajos técnicos, siempre sostuvo que la cortina debería tener una elevación de 105 metros.
Luego que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolviera en la sentencia 93/2012 que no tendría que superar los 80 metros, la dependencia rectora del agua en México realizó adecuaciones al proyecto para ajustarse a esta altura.
Sin embargo, tanto en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), como en el “Libro Blanco Proyecto presa y acueducto El Zapotillo”, se da por descontado que con la cortina a 80 metros de altura Acasico y Palmarejo quedarían inundados.
En el caso de Temacapulín, la MIA plantea evitar que se inunde “una parte” del pueblo con la construcción de dos diques de materiales graduados, uno al norte de 290 metros y otro al sur de 260 metros de longitud y 12 metros de altura, incluyendo 2 metros de bordo libre para proteger al poblado del agua que se almacene en el vaso de la presa; sobre Acasico y Palmarejo, el estudio concluye: “los otros dos poblados serán inundados”.
También el Libro Blanco del Zapotillo considera que para construir la “presa baja” de 80 metros, es necesario reubicar a las localidades de Acasico, con 344 habitantes y 103 viviendas; Palmarejo, con 167 habitantes y 36 viviendas y construir dos bordos de 10 metros de altura y 220 metros de largo para proteger, aislar y evitar la inundación de Temacapulín.
Infortunadamente, también el recurso de los diques fue desechado.
La Comisión Estatal del Agua de Jalisco mediante el oficio DG 1298/2013, en un desesperado intento de convencer a la Comisión Nacional del Agua de explorar otras 18 alternativas para el embalse y avalar los diques contemplados ya en la Manifestación de Impacto Ambiental, pretendía salvar al menos a Temacapulín (y de paso cumplir la palabra del gobernador que prometió que no se inundaría la población).
Pero la CONAGUA respondió que al ser una cuenca cerrada, los diques obligarían a construir una planta de bombeo de drenaje sanitario y una más para el agua pluvial, ambas con equipos de emergencia por falla de energía eléctrica, pero que en caso de una lluvia extraordinaria no evitarían inundaciones en el poblado y se pondrían en riesgo vidas y bienes materiales.
El estudio, firmado por el director general del Organismo de Cuenca Lerma, Santiago, Pacífico, José Elías Chedid Abraham, concluye que es inviable la construcción de diques, por lo que recomienda el reasentamiento del pueblo.
Y remata: “Es oportuno aclarar que con la cortina a 80 metros, inclusive con obra de desvío abierta, al presentarse la avenida de diseño correspondiente al periodo de retorno de 10 mil años, el agua alcanzará los poblados de Palmarejo, Acasico y Temacapulín”.
De acuerdo con el Observatorio Ciudadano del Agua, una cortina a 60 metros impediría que se inunden los tres poblados y permitiría almacenar 146 millones de metros cúbicos, contra los 411 millones de la cortina a 80 metros y los 911 millones de metros cúbicos con la elevación original de 105 metros.
No obstante, operar la presa a un nivel de almacenamiento a 60 metros, sólo representaría agua para la zona metropolitana de Guadalajara y cancelaría el acueducto y el trasvase a la ciudad de León, Guanajuato.
Cumplir aquí y allá con el tema de la presa El Zapotillo como pretende hacerlo Andrés Manuel López Obrador, no es tan sencillo y ni siquiera una encuesta puede resolver el enredado problema.