El sector empresarial de Jalisco tiene frente a sí un gran reto.
Hay que admitirlo, todavía en los años noventa, cuando un dirigente industrial opinaba sobre la vida pública en la entidad, su posicionamiento era tomado con tanta seriedad que provocaba reacciones inmediatas y consistentes por parte de las autoridades aludidas.
Lo planteo de otro modo, hasta hace poco más de 25 años, cuando un líder de la iniciativa privada hacia uso de la voz, no tenía la necesidad de convocar a una rueda de prensa para captar la atención de sus oyentes, bastaba con atender a los reporteros de la fuente y apegarse a la razón y la prudencia.
Recuerdo muy bien que en mi ya lejana época reporteril, los generadores de empleo imponían una agenda sin acudir al cotilleo, ni de involucrarse en temas que en nada abonaban a la paz y concordia de quienes vivíamos aquellos tiempos. Sin embargo, ahora, hay evidencia suficiente como para afirmar que la estridencia, la simulación y el divisionismo, se han colado a las filas del empresariado jalisciense.
En lo personal, no sólo he atestiguado conductas que rayan en lo delictivo, sino que he tenido que enfrentar la calumnia de quienes buscan satisfacer sus banales apetitos protagónicos y resolver su vocación fragmentaria.
Por eso estoy convencido de que el principal desafío del sector empresarial es que sus organismos cuenten o mantengan la solvencia moral y ética que tanto demanda nuestra nación. Desde mi perspectiva, creo que los nuevos tiempos que se avecinan en el ámbito federal y local, favorecen la ocasión para contener o expulsar a los que fomentan el rumor y la discordia dentro y fuera de los sectores productivos.
Más que nunca resulta indispensable que en Jalisco emerja, con sencillez y pertinencia, una clase empresarial que convoque a la reconciliación de todas las voluntades, a fin de encontrar la verdadera solución de las delicadas y urgentes asignaturas de una agenda que tiene muchos pendientes.
En un ambiente en el que los actores políticos no dan con bola para resolver el desplome de la seguridad pública o para abatir los índices reales de la pobreza y marginación, se vuelve impostergable la necesidad de hacer una reflexión profunda y objetiva sobre la ruta que debe seguir la representación comercial e industrial.
Por fortuna, hay ejemplos que dan cuenta de que una adecuada dirección es posible. Cámaras como la alimenticia, joyera, electrónica y de la construcción, mantienen un nivel de respeto que para los grupos del poder político no hay manera de eludir sus observaciones y reclamos. De igual forma, la llegada de Xavier Orendáin de Obeso al frente de la poderosa Canaco, significa una buena oportunidad para reorientar y fortalecer la participación de la IP en los asuntos públicos.
Así las cosas, plantear una agenda por Jalisco también requiere, hasta por estrategia, incorporar un código de comportamiento personal y de conducción institucional a prueba de impostores e intereses facciosos.