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Alfonso Romo y el fracaso de su visita

Conforme pasan las horas y los días, aparecen más detalles sobre el encuentro que sostuvo la semana pasada el futuro jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Alfonso Romo Garza, con un grupo de industriales y empresarios de Jalisco.

De acuerdo con la versión de algunos asistentes con los que he dialogado, el saldo que arrojó dicha reunión fue negativo.

Para empezar, muchos de los que acudieron al llamado de José Luis González Íñigo,  anfitrión y viejo amigo del expresidente del Grupo La Moderna, vieron con desagrado que algunos participantes hayan aprovechado la ocasión para hacer una grilla velada en favor del gobernador electo Enrique Alfaro y en contra de Carlos Lomelí Bolaños, próximo Delegado de Programas Integrales de Desarrollo en Jalisco.

Según me confiaron, por instantes fue tan desafortunada la intervención de conocidos inversionistas, que el mismo Alfonso Romo tuvo que aclararles que no se encontraba con ellos para hacer política, sino para ponerse a sus órdenes; pero no obstante ello, hubo quien ignoró la advertencia, y en corto se ostentó como el portavoz del malestar de los representantes del sector productivo del Estado con la designación de López Obrador, lo que pegó como patada de mula al regiomontano.

Ya incómodo, Romo Garza, de manera discreta, pidió a su equipo que se preparara, pues el regreso a la Ciudad de México se adelantaría. ¿Por qué? Porque por si faltara algo, la Agenda por Jalisco que presentaron los autollamados cúpulas empresariales fue un paquete de generalidades que no lo convenció en absoluto; de hecho, gente que vivió de forma cercana la experiencia, calificó el episodio como algo que rayó en la improvisación.  

Sobre el particular, pregunté a un buen amigo que acudió al cónclave, y en descargo de los ponentes, me dijo que el problema fue la limitación del tiempo, situación que impidió el buen despliegue de las propuestas y presentaciones.

Pero la cosa no paró ahí, cuando se supo que Romo Garza ni siquiera tuvo la prudencia política y diplomática de invitar a Carlos Lomelí a la precipitada reunión, morenistas del plano nacional y del ámbito local, lo interpretaron como un atentado a los principios básicos que todo equipo debe salvaguardar.

Mucho peor se pusieron los ánimos cuando el propio Alfonso Romo confirmó que dos días antes se había reunido en privado con Alfaro Ramírez.

En la Ciudad de México y en Jalisco, se consideró como una traición al proyecto de nación que encabeza Andrés Manuel.

Si bien es cierto que en todo momento el ambiente del convite fue cordial, la verdad es que para el presidente del Grupo Plenus fue un mal día. Incluso ha trascendido que recibió un fuerte llamado de atención por parte de Andrés Manuel López Obrador, quien jamás imaginó las repercusiones mediáticas que tendría su visita a nuestro Estado.

Y es que no es la primera ocasión que Alfonso Romo, en los hechos y en su discurso, demuestra que tiene un especial interés en sanar la relación entre AMLO y Enrique Alfaro. Basta con recordar que el pasado 27 de mayo aseveró que ambos políticos mantenían una excelente relación, algo que negó de forma inmediata y contundente López Obrador.

Mucho me temo que en esta historia hay capítulos ya escritos que aún desconocemos. Sólo el tiempo develará qué se esconde detrás de una trama que apenas comienza.   

• Paralelo Veinte

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